Antonio García Valdecasas es investigador del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN) y uno de los miembros del comité internacional de expertos del Instituto Internacional para la Exploración de Especies (IISE). Desde esta organización sus integrantes seleccionan las diez especies más sorprendentes descubiertas cada año. De esta forma quieren llamar la atención mundial sobre la necesidad de investigar más para descubrir nuevas especies y, en definitiva, de conservar la biodiversidad. García Valdecasas señala que todavía quedan por localizar unos diez millones de especies, un esfuerzo que costaría poco dinero y que podría ofrecer a cambio una alta recompensa ecológica y económica.
“Cada año se descubren entre 18.000 y 20.000 especies en el mundo; entre 170 y 200 en España”En conjunto, entre fósiles, bacterias, plantas y animales, entre 18.000 y 20.000, una cifra estable en unos 20-25 años. Hay momentos que ha habido más inversión para descubrir nuevas especies, como en los años 80. El trabajo de los taxónomos, de documentar nuevas especies, requiere un esfuerzo enorme. El problema es que dentro de la labor científica no está muy bien considerada. La valía de un científico se evalúa según el número de citas de su trabajo. Como son registros hechos por muchas personas, no se citan y, por tanto, no se tiene en cuenta su esfuerzo.
Este dato lo sabe mejor Pepe Fernández, responsable del Proyecto Fauna Ibérica del MNCN. Según este experto, si bien no se puede señalar con precisión, se podría estimar que se descubren entre 170 y 200 especies cada año en España.
Somos un grupo de 12 expertos con diferentes criterios, y claro que hay diferencias. En mi caso me gustaba un tapir de Brasil, el más pequeño que se conoce, y la primera especie de tapir que se descubría en 100 años.
Hay un 70% de especies que se conocen y que no se ven con el ojo, pasan desapercibidas para la gente. En total se conocen 1,8 millones de especies, de las que solo 50.000 son vertebrados. Las especies emblemáticas son mamíferos y aves. Los anfibios y reptiles se consideraban antes sabandijas a las que pisar. Ahora la sensibilidad está cambiando gracias a la labor de divulgación. Tenemos que estar muy agradecidos a la sociedad por apoyar nuestro trabajo de investigación.
“Guiarse en ciencia solo por criterios financieros es un mal negocio”No se pueden dar cifras muy precisas, pero sí se sabe que hay más especies que desaparecen. Es evidente. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) tiene una lista, pero es muy pequeña en comparación con todas las especies. Se hace una especie de correlato cuando desaparece un hábitat. Como estas especies vivían en este medio, cuando se ha arrasado deducimos que han desaparecido. Somos 7.000 millones de habitantes, somos muchos. Nuestra actividad industrial tiene un gran impacto.
Cada vez sabemos más de la escala trófica y parasitaria. Si suprimes un nivel, las consecuencias son imprevisibles. Por ejemplo, un virus puede pasar a la especie humana porque la especie que lo impedía ha desaparecido. Cuando la biodiversidad es muy rica, estamos menos expuestos a enfermedades. También hay un efecto estético: ver un hábitat biodiverso no tiene ni comparación. Ya solo desde el punto de vista egoísta nos interesa conservar la biodiversidad.
Es un discurso engañoso. Se tiene que suprimir la corrupción, la vida de las personas no solo es comer y dormir. ¿No hay dinero para investigación? Habría que verlo. En EE.UU. están muy preocupados por las abejas, porque si no hay polinización estamos perdidos. Es lo más patente, pero ¿los efectos que no se conocen tanto, y a medio y largo plazo? Guiarse solo por criterios financieros es un mal negocio.
Por supuesto. El problema es que no hay oportunidades para la gente joven. Si no valoras el conocimiento, estás tirando el país a la papelera. Si quieren que todos seamos camareros, lo haré porque tengo que comer, pero no es un futuro muy brillante. Necesitamos gente con conocimientos. La ciencia básica sirve para la aplicada.
En la capa política se da una falta de formación considerable. Así es difícil que valoren nada. Y hay personas con un estatus y unos ingresos altos que no se sabe a qué se dedican. Es un agravio comparativo.
“Cuando la biodiversidad es muy rica, estamos menos expuestos a enfermedades”Los estudios de biodiversidad y de búsqueda de especies son baratos. Solemos bromear que cuando vemos a algún compañero más delgado es que ha estado haciendo investigación de campo. Además, hay buenas instituciones y profesionales en España a nivel mundial, como el Jardín Botánico o el MNCN, para guardar la biodiversidad para el futuro. Hay cantidad de sustancias conservadas que desconocemos en estos momentos y que podrían ser útiles en el futuro.
Unos 10 millones, según los cálculos más conservadores. En 2012, junto al director ejecutivo del Instituto Internacional para la Exploración de las Especies (IISE), Quentin D. Wheeler, señalábamos en un trabajo de la revista Systematics and Biodiversity una estrategia para conseguir en diez años lo que se ha hecho en 300, asignar dos millones de especies. La idea sería que los taxónomos que podrían lograrlo tuvieran más tiempo para dedicarse a ello. No sería muy costoso, teniendo además en cuenta las herramientas tecnológicas de la actualidad.
De diferentes maneras. Se hace una trayectoria del número de especies descritas, con una curva acumulativa, se barema en función del hábitat, etc. Se estudia la cifra de descubrimientos, se calculan probabilidades, etc.
No se sabe. Pero pongo la mano en el fuego, y por pocas cosas lo haría, que están desapareciendo. Es algo seguro. Hay muchas especies sensibles que desaparecen por el impacto humano.
Tomar interés por la naturaleza, implicarse. Los científicos tenemos que trasmitir y dar herramientas para que la gente tenga acceso al conocimiento. Es muy interesante la ciencia ciudadana, que la gente se considere protagonista. Una de las nuevas especies del top 10 del año pasado, un insecto, se descubrió gracias a que una persona la había fotografiado y la había publicado en la web de imágenes Flickr. Y hay que asumir que determinadas intervenciones en la naturaleza pueden tener efectos catastróficos a medio o largo plazo, y los modelos de previsión pueden tener incertidumbres.