Las centrales termoeléctricas son uno de los pilares básicos de la producción eléctrica mundial. Según la Asociación Española de la Industria Eléctrica (UNESA), la potencia eléctrica instalada en España en 2006 fue de 84.051 MW, de los cuales el 45,5% correspondió a la térmica convencional. Según sus defensores, gracias a ellas se garantiza el suministro eléctrico y que las facturas sigan siendo económicas. Sin embargo, los ecologistas recuerdan que estas instalaciones producen gran cantidad de gases contaminantes, frecuentemente por encima de los valores permitidos por la ley.
Contaminación de las centrales termoeléctricas
Según Heikki Mesa, responsable de Energía de WWF/Adena, al quemar combustibles fósiles, las centrales termoeléctricas emiten a la atmósfera muchos contaminantes, sobre todo compuestos de azufre (SOx), principalmente SO2, causante de lluvias ácidas y problemas de salud; compuestos de nitrógeno (NOx), gas de efecto invernadero y causante del ozono troposférico, peligroso para la salud; compuestos de carbono (el CO2 es un gas de efecto invernadero); y partículas menores de 10 micras (PM10), con efectos nocivos sobre la salud.
Por su parte, Ladislao Martínez, portavoz de Ecologistas en Acción en materia de Energía, cita un informe elaborado por su asociación, en el que se ofrecen datos sobre la calidad del aire en el entorno de las Grandes Instalaciones de Combustión (GIC) (centrales termoeléctricas, refinerías y otros grandes emisores) españolas a partir de datos ofrecidos por las Comunidades Autónomas. Según este estudio, en los últimos años estas instalaciones han superado “los límites referidos a los valores horarios y diarios de SO2, los límites diarios y los valores anuales medios de PM10 y los valores medios anuales de NO2 para la protección de la salud”.
En todo caso, no todas las térmicas contaminan igual, como subraya el responsable de WWF/Adena: Las centrales de carbón emiten cantidades de todos estos gases aproximadamente dos o tres veces mayores que las centrales de ciclo combinado de gas natural.
Demasiado a menudo, la información oficial de emisiones no se corresponde con la realidad
El informe de Ecologistas en Acción, subvencionado por el Ministerio de Medio Ambiente, destaca que las redes de medición de la contaminación en el entorno de las centrales son “manifiestamente inadecuadas para asegurar el cumplimiento de las condiciones establecidas en la legislación de calidad del aire (R.D. 1703/2002)”, y que “demasiado a menudo, la información oficial de emisiones no se corresponde con la realidad.”
Por su parte, Antonio Petit, responsable de Comunicación de UNESA, la asociación que reúne a las principales compañías del sector, recuerda que cada año las tecnologías van experimentando más avances y son más eficientes, y pone como ejemplo el proyecto de Endesa, que ha transformado recientemente la antigua central de carbón de As Pontes en una moderna instalación de ciclo combinado.
¿Por qué se las sigue utilizando?
El éxito de estas centrales se debe básicamente a que son más económicas, especialmente las de carbón, debido a su simplicidad a la hora de construirlas y el coste relativamente barato de los combustibles empleados. En cualquier caso, como indica Heikki Mesa, de WWF/Adena, si se le añadieran los costes que provocan a la sociedad en términos de contaminación y salud pública, como indica un estudio de la UE, la electricidad generada con la quema de carbón podría ser tres veces más cara que la generada con el viento.”
Las centrales termoeléctricas son las que garantizan y dan estabilidad al sistema eléctrico
Otro aspecto importante es el tipo de combustible utilizado. Según Martínez, durante el año pasado, las centrales de carbón funcionaron “a toda pastilla”, y las de ciclo combinado, a pesar de ser más numerosas, sólo se utilizaron para cubrir picos de demanda. “Este hecho se debió a que las centrales de carbón, incluido derechos de emisión, produjeron de forma más barata que las de gas de ciclo combinado”, apostilla.
Asimismo, el responsable de Ecologistas en Acción destaca el “peculiar” sistema eléctrico en España, que “prioriza producir electricidad lo más barata posible y con los mayores beneficios económicos posibles para sus productores, con independencia de las consideraciones ambientales, que son muy subalternas.” Así, por ejemplo, un dato que según Martínez poca gente conoce es que España, a pesar de ser un país muy dependiente de materias primas energéticas, es exportadora de electricidad, ya que “produce más de lo que necesita y la vende a Marruecos, Andorra y Portugal”.
Termoeléctricas en España y en el mundo
El funcionamiento de estas centrales sería similar al de una enorme olla a presión: La electricidad se genera a partir del calor generado por la utilización de combustibles como petróleo, gas natural o carbón. En este caso, se las denomina termoeléctricas clásicas, para diferenciarlas de las centrales nucleares, que utilizan el mismo principio, aunque diferente combustible (uranio). Según Heikki Mesa, en España hay unas 80 instalaciones termoeléctricas, mientras que en Europa habría alrededor de 3.000 centrales, y en el todo el mundo unas 7.500.
Las centrales más grandes en España pertenecen a la compañía Endesa y utilizan carbón como combustible: As Pontes (A Coruña), 1.400 MW de potencia; Compostilla (León), 1.300 MW; y Litoral de Almería (Almería), 1.100 MW. En este sentido, Endesa, junto a Unión Fenosa, son las empresas que más centrales de carbón poseen. Por su parte, Iberdrola cuenta con el mayor número de centrales de ciclo combinado de gas natural, mucho más eficientes que las demás termoeléctricas clásicas.
En España hay unas 80 termoeléctricas, en Europa alrededor de 3.000, y en el todo el mundo unas 7.500
Por su parte, las centrales que queman fuel oil se están sustituyendo por centrales de ciclo combinado ya que éstas últimas son más eficientes, menos contaminantes y utilizan gas, más barato que el petróleo. A nivel mundial, el responsable de WWF/Adena estima que hay alrededor de 4.500 centrales que queman carbón (para 2030 se estima que puedan llegar a ser 10.000) y menos de 1.000 centrales que usan petróleo, aunque se están cerrando paulatinamente.
En cualquier caso, las centrales termoeléctricas van a seguir siendo pieza fundamental del entramado eléctrico. Según Antonio Petit, en los próximos 5 años, las empresas del sector español se han comprometido a invertir 25.000 millones de euros, de los cuales el 70% se destinarán a este tipo de centrales.
Qué pueden hacer los consumidores
En opinión del experto de Ecologistas en Acción, Ladislao Martínez, los consumidores pueden reducir el gasto en electricidad mediante prácticas de eficiencia energética. De similar manera se expresa el director de Comunicación de UNESA, Antonio Petit, aunque destaca también que hay cosas que superan a los consumidores: “Si nuestras casas no están bien hechas, ¿vamos a hipotecarnos aún más para cambiarlas?”
No hay más de cien personas en este país que puedan entender con rigor todas las consecuencias del funcionamiento del sistema eléctrico
Por su parte, el responsable de Energía de WWF/Adena, Heikki Mesa, recomienda a los consumidores que pidan a sus empresas proveedoras que les suministren electricidad de origen renovable de calidad y que se vayan cerrando paulatinamente las centrales de carbón. Asimismo, añade, “no olvidemos que la electricidad más limpia es la que no se consume, así que ahorrarla es lo mejor que podemos hacer por el medio ambiente.”