“Hay mucha desinformación y mitos sobre el ‘fracking‘, porque su uso sostenible y seguro se garantiza por ley y las buenas prácticas de la industria”. Así lo destaca Mónica V. Cristina, portavoz de Shale Gas España, una asociación creada en fechas recientes por las empresas que quieren utilizar la técnica de la fracturación hidráulica en nuestro país. Cristina señala el gran potencial energético y económico del shale gas o gas pizarra extraído mediante “fracking”: en Estados Unidos y Canadá ha logrado casi un millón de nuevos puestos de trabajo en cinco años, además de reducir el precio del gas natural a la mitad. Las empresas estiman que los recursos prospectivos potenciales de gas (convencional y no convencional) en España equivalen a 70 años de consumo. La portavoz de Shale Gas España recuerda que los proyectos propuestos en las diferentes comunidades autónomas son para explorar las posibilidades reales y no para extraer, y asegura que el “fracking” no frena el desarrollo de las energías renovables, sino de otros combustibles fósiles más contaminantes como el carbón.
Es un gas natural como el usado en nuestras cocinas. Se denomina gas no convencional por estar atrapado en formaciones rocosas y arcillosas de muy baja permeabilidad, no porque tenga características nuevas. Las técnicas para extraerlo y explotarlo son las mismas que con el gas convencional, incluida la fracturación hidráulica, utilizada en los pozos de gas y petróleo convencionales desde hace décadas.
“El ‘fracking’ se utiliza desde hace más de 60 años en cientos de miles de pozos de todo el mundo, 300 de ellos en Europa”Entendemos y escuchamos las inquietudes de los ciudadanos, pero creemos que hay mucha desinformación y mitos. Ninguna fuente de energía o actividad industrial tiene “cero riesgo”. La clave reside en conocerlos y poder y saber gestionarlos. El desarrollo sostenible y seguro del shale gas está garantizado por la ley y por las mejores prácticas de la industria. España y Europa cuentan con una de las legislaciones ambientales más garantistas del mundo. Además, todos los proyectos de exploración pasarán estudios de impacto ambiental completo. Las empresas tendrán que demostrar caso por caso que los pueden desarrollar de manera segura y sostenible para las personas y el medio ambiente.
La industria está comprometida a ofrecer información y respuestas a las administraciones, los ciudadanos o cualquier colectivo interesado. Países como Reino Unido, Alemania, Holanda o la misma Comisión Europea han llevado o llevan a cabo rigurosos estudios con expertos independientes para esclarecer cualquier duda. Es el camino que España debería seguir. Ha llegado el momento de abrir un debate serio, inclusivo, honesto y transparente, basado en hechos científicos contrastados y no en la desinformación.
“Los recursos potenciales de gas en España equivalen a 70 años de consumo”Cada vez más organismos técnicos y científicos en España analizan, debaten y se pronuncian sobre los proyectos de exploración y la técnica de la fracturación hidráulica. Entre ellos, el Consejo Superior de Colegios de Ingenieros de Minas, el Ilustre Colegio Oficial de Geólogos, el Colegio y la Asociación de Ingenieros Industriales de Madrid, el Instituto de la Ingeniería de España, la Real Academia de Ingeniería o la Federación de Industrias Textil – Piel, Químicas y Afines del sindicato Comisiones Obreras. Todos sus documentos, informes o comunicados, disponibles en Internet, convergen: el desarrollo seguro del shale gas pasa por la información transparente, una legislación medioambiental estricta y la aplicación de buenas prácticas, como la correcta construcción del pozo con distintas capas de acero y cemento que garantizan que sea estanco, o la reducción al mínimo de las emisiones de gas metano. Hoy en día es posible gracias a los avances técnicos y a la ciencia disponible.
Tomemos el documental ‘Gasland’, por ejemplo. Una de las escenas más espectaculares muestra a un hombre abriendo un grifo de agua. Le acerca un mechero y surge una gran llamarada. Pocos saben que el metano del agua es similar al producido en los vertederos de residuos sólidos urbanos. Nada tiene que ver con el “fracking”. Así lo ha reconocido la autoridad estatal encargada de supervisar el aprovechamiento de los recursos naturales en Colorado. Tenemos que contrastar la información y tomar en cuenta los estudios o datos científicos actualizados.
La fracturación hidráulica, o “fracking” en inglés, puede sonar como una técnica novedosa, pero se utiliza desde hace más de 60 años en cientos de miles de pozos de exploración y producción de hidrocarburos en todo el mundo, 300 de ellos en Europa. También se usa para el aprovechamiento de la energía geotérmica. Combinada con la perforación horizontal, la estimulación mediante fracturación hidráulica mejora la extracción de los hidrocarburos almacenados en rocas con baja permeabilidad, como el gas de esquisto.
Consiste en producir pequeñas fracturas en la roca para permitir que el gas fluya hacia el pozo y de ahí hasta la superficie. Para ello se inyecta agua y arena (99,5%) y una mínima porción de aditivos (cerca del 0,5%) a elevada presión y a gran profundidad (a más de un kilómetro). La fuerza del agua provoca grietas en el núcleo de la roca y los granos de arena ayudan a mantener abiertas estas fisuras para que el gas pueda fluir.
Se habla de cifras astronómicas, pero en realidad se utilizan hasta 12 aditivos diferentes, y en algunos casos dos o tres. Estos aditivos son corrientes en productos de limpieza del hogar o se emplean en la industria alimentaria. Por otro lado, deberán aprobarse y regularse por la legislación española y europea (REACH). Las técnicas de construcción de los pozos también han avanzado mucho.
“Explorar los recursos de gas no convencional en España puede durar de tres a cuatro años”En EE.UU. y Canadá, el desarrollo de la industria del shale gas ha supuesto una auténtica revolución. En cinco años ha creado casi un millón de puestos de trabajo y se prevé el doble en 2020. El precio del gas se ha reducido a la mitad, y está generando una nueva industrialización del país. Según el último informe de la Agencia Internacional de la Energía, EE.UU. será en 2017 el primer productor de gas y petróleo del mundo, por delante de Rusia y Arabia Saudí. Aunque los mercados y las condiciones son diferentes, Europa también tiene potencial. Polonia es el país que más ha apostado con los proyectos de investigación más avanzados. Suecia y Dinamarca también lo hacen por el gas pizarra, igual que Reino Unido, donde su presidente ha dicho hace poco que pretende que el país sea uno de los motores de esta industria.
Su potencial está insuficientemente explorado, de ahí el objetivo de los proyectos de investigación en marcha: conocer la riqueza del subsuelo. La industria calcula que los recursos prospectivos potenciales de gas (convencional y no convencional) equivalen a 70 años de consumo en España. Aunque son estimaciones, cantidades potencialmente recuperables, demuestran una oportunidad única para conocer mejor su potencial energético.
En la actualidad nos encontramos en una fase de exploración, no de producción. Los proyectos pretenden investigar cuánto shale gas hay y la viabilidad técnica, económica y ambiental de su desarrollo. Esta fase puede durar de tres a cuatro años.
Es un falso dilema. El gas natural, el combustible fósil más limpio disponible hoy en día, complementa a las energías renovables: cubre las intermitencias de fuentes como la eólica o la solar y permite una fácil adaptación a los picos de demanda. La experiencia en EE.UU. demuestra que el desarrollo del shale gas no frena el desarrollo de las renovables, sino más bien de otros combustibles fósiles más contaminantes como el carbón.
Aunque se investigan alternativas, hoy por hoy es la técnica que permite la extracción del gas de esquisto. Sin la fracturación hidráulica se estima que el 80% de la producción no convencional de gas no existiría. La fracturación hidráulica es una técnica probada. Se utiliza desde la década de 1940 en EE.UU. y de 1970 en Europa, y ha evolucionado mucho.