Las áreas quirúrgicas de los hospitales no están exentas de las llamadas infecciones nosocomiales o intrahospitalarias, a pesar de los estrictos protocolos de higiene que se siguen en estos centros. Pero, ¿cómo se limpian los quirófanos? Ésta es una cuestión poco conocida que, sin embargo, resulta de vital importancia, ya que una limpieza defectuosa puede exponer a los pacientes que se someten a cualquier proceso quirúrgico a los patógenos culpables de infecciones.
De vez en cuando algún microorganismo sale del quirófano y se cuela en las páginas de los periódicos y entre las noticias de los telediarios. Y es que, a pesar de todas las precauciones, los agentes patógenos causantes de graves infecciones hospitalarias pueden encontrarse en distintos puntos del hospital, incluidos los quirófanos. Por este motivo, contraer una infección es, junto a las complicaciones, uno de los riesgos inherentes a cualquier cirugía.
Según el Estudio de Prevalencia de las Infecciones Nosocomiales en España (EPINE), de la Sociedad Española de Medicina Preventiva Salud Pública e Higiene, que se realiza cada año, la prevalencia de enfermedades nosocomiales en los hospitales fue del 7% en 2007, lo que supone un descenso respecto a 1990, año en que se inició este registro anual y en el que este porcentaje fue del 8,5%.
Infecciones nosocomiales
El riesgo de infecciones no es el mismo en todos los hospitales. En los centros más grandes la prevalencia fue del 9,9% en 2007, frente al 8% en los medianos y el 6,9% en los pequeños. Además, tampoco todos los pacientes tienen el mismo riesgo: los más vulnerables a estas infecciones son los inmunodeprimidos (con las defensas bajas) y con enfermedades muy graves. Por eso, un alto porcentaje de afectados están en las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI).
Los pacientes más vulnerables a infecciones nosocomiales son los inmunodeprimidos y con enfermedades graves
Uno de los casos con más repercusión mediática este año 2008 ha sido el de la UCI del Hospital 12 de Octubre, con un brote de la bacteria «Acinetobacter baumanii» multirresistente a los antibióticos y donde murieron 18 pacientes, aunque el hospital ha negado que ésta fuera la causa de los fallecimientos. Fuera de las UCI, una parte de estas infecciones de hospital ocurren en el área quirúrgica. El estudio EPINE, asimismo, ha detectado una prevalencia del 2,1% de infecciones quirúrgicas superficiales, un 2,1% de infecciones quirúrgicas profundas, y un 1,4% de infecciones quirúrgicas de órgano.
A pesar de que cada centro hospitalario tiene su propia flora endémica en los quirófanos es, sin duda, el hongo «Aspergillus», uno de los más comunes y temidos, que ha obligado, en numerosas ocasiones, a cerrar las salas de operaciones de varios hospitales hasta eliminarlo. Pero, ¿qué se hace en los quirófanos para evitar estas infecciones y minimizarlas al máximo? Los hospitales se rigen por estrictos protocolos de prevención de las infecciones, limpieza e higiene que pueden variar de un centro a otro, pero que, en esencia, comparten las mismas normas básicas.
Limpieza y desinfección
Al principio y al final de cada jornada se limpia el suelo en su totalidad, las superficies horizontales, las lámparas y el mobiliario del quirófano, así como los recovecos y zonas de difícil acceso del mismo. Para ello se utiliza agua, detergente y el desinfectante apropiado para el suelo y las superficies metálicas. En el suelo, por ejemplo, se emplea un desinfectante clorado como la lejía, para eliminar fluidos orgánicos. Entre intervenciones se cambian las bolsas de residuos clínicos y la camilla.
La mesa del instrumental quirúrgico se limpia mediante un paño humedecido con una solución limpiadora y desinfectante, así como las lámparas y el mobiliario cercano a la intervención. Y de la misma manera, la zona central del suelo y las salpicaduras o derrames de superficies horizontales y las verticales, según detalla Rocío Manchado, médico especialista de la Unidad de Epidemiología Clínica del Servicio de Medicina Preventiva del Hospital Universitario Clínico San Carlos, de Madrid. Los encargados de limpiar la parte no clínica de la sala de operaciones, es decir, el suelo y el mobiliario, son los integrantes del personal de limpieza, mientras que los responsables de la limpieza del material clínico y de esterilizar el instrumental son los auxiliares de enfermería. Y no todo acaba con estas medidas entre cada jornada y cada operación.
También hay previstas sesiones de limpieza general, ya que las paredes se limpian de forma periódica una vez al mes y las rejillas de extracción y de expulsión del aire se desmontan y se limpian cada seis meses. Estas son las medidas estándar aunque siempre que sea preciso esos plazos se pueden adaptar. «No todos los hospitales tienen la misma demanda ni la misma presión asistencial», precisa Manchado.
La esterilización, paso indispensable
Esterilizar (que consiste en eliminar totalmente cualquier agente infeccioso) el instrumental o material que se ha empleado en una cirugía es imprescindible para evitar contaminar al siguiente paciente quirúrgico. Tras tirar el material de desecho, el resto se envía a una unidad de esterilización. Allí, un equipo de profesionales se encarga de limpiarlo, de eliminar los restos de materia orgánica, desinfectarlo y esterilizarlo. Existen distintos tipos de esterilización, utilizando productos químicos o determinadas temperaturas. Para ello, el material se introduce en un aparato que se denomina autoclave.
Las personas que llevan a cabo estos procesos se van formando a través de la práctica continuada de su trabajo en los hospitales, aunque también existen jornadas de actualización de métodos y sistemas de esterilización donde pueden reciclarse, como las organizadas por el Club Español de Esterilización (CEDEST). Este club es una sociedad científica, legalmente constituida desde 1983, fundada por un grupo de especialistas de medicina preventiva, microbiología y personal de enfermería en la misma línea que otras sociedades similares de Reino Unido y del Norte de Europa.
Cumplir los tiempos estándares de limpieza no es la única medida importante para eliminar los microorganismos del quirófano. Para evitar que proliferen, es muy importante mantener el quirófano a una determinada temperatura ambiente, entre los 22 y los 25 grados centígrados, y con una humedad de entre el 45% y el 60%, explica Rocío Manchado del Hospital Universitario Clínico San Carlos, de Madrid. Otro aspecto crucial para garantizar un ambiente lo más aséptico posible es que los profesionales que intervienen en la cirugía cumplan fielmente las normas básicas de higiene personal.
Estas medidas comprenden vestir el pijama característico del medio hospitalario, cubrirse pies y cabeza con polainas y gorro, respectivamente, llevar mascarilla, el lavado de manos y la utilización de guantes. Las personas que permanecen en el quirófano durante la cirugía deben ser las mínimas y también deben moverse lo menos posible. En intervenciones complejas, como un trasplante u otras en las que deben participar equipos extensos de personas, esta recomendación es, obviamente, muy difícil de cumplir. No obstante, “incluso en estas situaciones inevitables siempre se intenta minimizar la presencia y circulación de los profesionales que intervienen en ellas”, expone Manchado.