Entrevista

Juan Macías, presidente de la Sociedad Española de Medicina Geriátrica (SEMEG)

El objetivo de la geriatría preventiva es evitar la dependencia
Por Clara Bassi 10 de abril de 2012
Img juanmacias list
Imagen: CONSUMER EROSKI

Salvaunviejo.com, ‘La cruda realidad’, es una campaña promovida por la Sociedad Española de Medicina Geriátrica (SEMEG) para llamar la atención sobre una realidad a la que, a menudo, se le vuelve la espalda: la fragilidad de las personas ancianas, que puede derivar en una dependencia irreversible y que se podría resolver si los mayores frágiles fueran visitados por un geriatra. La campaña pretende que a la población le queden claros algunos mensajes: la geriatría es una especialidad médica reconocida en España desde 1978 y las personas mayores frágiles deben acudir al geriatra, de la misma forma que a los niños les revisa un pediatra. Nuestro país adolece de servicios especializados, cuando esta es la única forma de hacer sostenible la atención a las personas mayores. Ahorraría medicación y visitas a diversos médicos, a la vez que permitiría aplicar la geriatría preventiva, que consiste en intervenir, mientras la persona es frágil, para evitar que caiga en la dependencia, que es irreversible y muy costosa. Así lo explica en esta entrevista Juan Macías, presidente de la Sociedad Española de Medicina Geriátrica (SEMEG) y catedrático del Departamento de Medicina de la Facultad de Medicina de la Universidad de Salamanca.

¿Cuántas personas ancianas hay en España?

“No hay enfermedades propias de los viejos”

Depende de las provincias y de la definición de ancianidad, pero tenemos varios millones de ancianos. En las provincias de Castilla y León, la tasa de envejecimiento rural es del 32%, mientras que, en general, alrededor del 20% de la población española tiene 65 años o más. Y lo que es interesante es que ha crecido el porcentaje de las personas que tienen 80 años o más.

¿Cuál es el porcentaje de octogenarios en España?

Entre el 3% y el 5%, aunque no tenemos estudios muy fiables.

En los próximos años, ¿se espera un mayor porcentaje?

Sí, habrá más envejecimiento porque aumenta la esperanza de vida, disminuye la natalidad y, por lo tanto, la población será mayor.

¿Se llegará a una pirámide poblacional invertida?

Ya casi la tenemos y la vamos a tener con seguridad absoluta.

Dentro de estas cifras, ¿el porcentaje de ancianos frágiles es alto?

“Ir al geriatra es la única forma de hacer sostenible la atención al mayor”

La fragilidad es una situación en la que se encuentran muchas personas que no están enfermas. Actualmente, no se reconoce la fragilidad geriátrica. Esto quiere decir que el equilibrio medio interno o capacidad de reserva funcional de estas personas está en el límite, de manera que cualquier pequeño daño o una enfermedad sin importancia, como una infección urinaria, a veces, puede llevar a una persona mayor a un ingreso hospitalario y a salir de este en una silla de ruedas. En estos casos, se dice “¡qué mal médico!”, pero lo que ha pasado es que el estado previo de esta persona era frágil.

¿En qué consiste esa fragilidad?

Desde el punto de vista técnico, supone tener un equilibrio medio interno muy inestable y muy poca capacidad de respuesta a los agentes nocivos. Esto significa que pequeños factores que no causarían una discapacidad en una persona joven ni la llevarían a la dependencia -porque tiene suficiente reserva orgánica-, sí que agotan a una persona frágil. Otras veces, estas personas ingresan en el hospital y su fragilidad se junta con otras enfermedades de la geriatría (comorbilidad). Esto hace a una persona enormemente débil. Pero podemos intervenir sobre esa persona y evitar que se haga dependiente. De hecho, el objetivo de la geriatría preventiva es evitar la dependencia. Actualmente, se destinan recursos y ayuda económica al sistema sociosanitario que atiende a las personas que ya están enfermas, que ya son dependientes. Y es un estado irreversible. Todo ese dinero no se revierte a la familia ni se mejora su situación, cuando se podría dedicar a prevenir la dependencia.

¿Cómo se sabe que una persona está en esa situación de fragilidad?

“Entre el 10% y el 15% de las personas mayores ingresadas en hospitales generales necesitarían la atención especializada de un geriatra”

Lo más frecuente es que tenga un síndrome o compendio de síntomas que debería ser diagnosticado por los médicos. Se sospecha que una persona es frágil cuando tiene más de 75 u 80 años. De hecho, a partir de los 80 años, la mayoría de los ancianos son frágiles; cuando viven solos, aislados de la sociedad, han enviudado recientemente, viven en un estado de pobreza, tienen incontinencia urinaria, lentitud para la marcha, dificultades para la deambulación, poca masa muscular, desnutrición, deterioro cognitivo, trastornos afectivos, con comorbilidad y hospitalizaciones frecuentes. A pesar de que muchos de estos factores no son enfermedades -haber enviudado, ser pobre o estar desnutrido-, son condiciones que deben alertar sobre la existencia de fragilidad. Para detectarla, tiene que haber profesionales bien formados y capaces de identificarla. Una persona con estas características debe pedir que la visite un geriatra, que podrá diagnosticar su fragilidad y poner en marcha una intervención para que no llegue a la dependencia que, cuando surge, es irreversible.

¿Cree que estas personas van a ir al médico?

A menudo son personas que viven solas, no salen nunca de casa y no tienen una red social. El problema es que, si van al médico, suele ser al oftalmólogo, al cardiólogo o a otros especialistas. Y, cuando salen de un hospital, después de alguna intervención, ningún geriatra les ha podido valorar, nadie se ha puesto en marcha para prevenir su dependencia.

¿Por qué no se acude al geriatra?

“La fragilidad es una situación en la que se encuentran muchas personas que no están enfermas”

En primer lugar, no hay suficientes geriatras, y en segundo, la población no conoce lo que es la geriatría. No sabe que es una especialidad médica desde 1978 y acepta la ancianidad, es decir, piensa que determinados problemas de salud “son cosa de viejos”. ¡Pero es mentira! No hay enfermedades propias de los ancianos. El desconocimiento de los médicos hace que se confundan los síndromes geriátricos con situaciones agónicas y que se traten como tales.

¿A partir de qué edad una persona debería ir a un geriatra?

Hay que ir siempre que a una persona mayor le digan que no hay nada que hacer. De entrada, un paciente geriátrico es un enfermo, por lo general, mayor, con fragilidad, deterioro cognitivo, una mala red social y cuya comorbilidad puede conducirle a la dependencia invalidante si no se diagnostica de forma precoz. Hoy se sabe que entre el 10% y el 15% de las personas mayores que están ingresadas en hospitales generales necesitarían atención especializada de un geriatra. También deberían ir las personas de más de 75 años, aquellas que empiezan a tener comportamientos extraños o dejan de hacer aquello que era habitual en ellos, que dejan de salir de casa o de ver a sus amigos. Con frecuencia, estas personas tienen un síndrome que un geriatra debería valorar.

¿Qué necesitan los enfermos geriátricos frágiles?

“La dependencia total le cuesta a la sociedad 15 veces más que un mayor no dependiente”

En la comunidad y en los centros de día, deberían ser evaluados por un geriatra para solventarles el aislamiento social, el déficit de deambulación y llevar un control de rehabilitación. Los servicios médicos comunitarios, cuando detectasen una desnutrición, podrían llevar a cabo actuaciones para evitarles un ingreso hospitalario, como llevarles un plato de comida caliente al día. Quienes han enviudado recientemente y tienen un trastorno afectivo podrían tener una depresión oculta, por lo que se les debería controlar para evitar, a tiempo, su evolución a una dependencia. Hay enfermos que salen de un hospital, sin servicio de geriatría, con algún grado de dependencia. Como apenas hay estudios en este campo ni especialistas, no se sabe que, a los tres o cuatro meses, pueden caer en la dependencia total. Esta dependencia total le cuesta a la sociedad 15 veces más que un mayor no dependiente.

¿Cómo se hace este cálculo?

Las personas viven más años y, si son menos dependientes, resultan más baratos al Estado. Ir al geriatra es la única forma de hacer sostenible la atención al mayor. Suelen ser personas que no están bien controladas, a quienes les visitan muchos médicos que les hacen multitud de pruebas diagnósticas innecesarias. Si les controlara un especialista en geriatría, se ahorrarían muchas visitas, muchas pruebas y muchos desplazamientos.

¿Cuál es la situación de la atención geriátrica en España?

No hay suficientes servicios. Hay falta en Madrid, Castilla-La Mancha y Castilla y León. Y en Andalucía y el País Vasco no hay unidades definidas como tales. No es que no haya médicos con el título, sino que no hay servicios de geriatría independientes. De esta manera, se vulneran los derechos de las personas porque la atención especializada depende de la zona de España donde vivan. Si una persona sufre una fractura y, además de un traumatólogo, le atiende un ortogeriatra, tendrá más posibilidades de salir del hospital sin dependencia y de vivir más. La atención geriátrica es multidisciplinar y abarca el médico y la enfermera geriatras, psicólogos, terapeutas, unidades de agudos, de recuperación, consultas externas, hospitales de día, ayuda a domicilio, unidades de memoria o de psicogeriatría. Un especialista solo, en un hospital, no es un servicio de geriatría, de la misma forma que un cirujano no es un servicio de cirugía.

LA SITUACIÓN DE LOS ANCIANOS, LA CRUDA REALIDAD

La diferencia entre un anciano adormilado en una silla de ruedas o jugando con sus nietos es la ayuda especializada. Así de contundentes y claros son los mensajes de la campaña Salvaunviejo.com, ‘La cruda realidad’, que pretende sensibilizar sobre la necesidad de mejorar la atención geriátrica. Para ello, se ha elaborado un vídeo protagonizado por el actor Antonio Quintana, mayor de 65 años, que hasta el momento ha contado con más de 13 millones de seguidores, informa Juan Macías.

Según esta campaña, en España hay 6.842.143 personas mayores de 65 años, de las cuales 1.545.994 superan los 80 años, 2.957.681 viven solas, 2.683.039 tienen riesgo de sufrir desnutrición y 2.500.000 tienen alguna discapacidad o un alto riesgo de sufrirla. Algunos de los números rojos de la atención geriátrica española, que no se ajusta a estas cifras, delatan que solo el 12% de los hospitales tienen unidades geriátricas de agudos y el 30%, algún dispositivo geriátrico. No obstante, se sabe que la atención por parte de un geriatra disminuye un 30% el riesgo de desarrollar dependencia y reduce un 18% el deterioro funcional de los enfermos hospitalizados.

Sigue a Consumer en Instagram, X, Threads, Facebook, Linkedin o Youtube