Más de dos millones de personas sufren cálculos renales en España, principal dolencia por la que se acude a la consulta del urólogo. Se estima que en los próximos 20 años la prevalencia de la nefrolitiasis se duplicará, sobre todo, en la población joven. El cambio de hábitos alimentarias, el sedentarismo, la reducción de la ingesta de líquidos e, incluso, el cambio climático son las principales causas que provocan su desarrollo. A continuación se detallan cuáles son las prácticas que se pueden modificar para disminuir el riesgo de desarrollar las dolorosas piedras en el riñón.
En España, cada año se diagnostican más de 325.000 nuevos casos de cálculos renales, según la Asociación Española de Urología. Y de todos ellos, cada vez más un mayor número corresponden a personas con una edad cercana a los 30 años. A juicio de los especialistas, detrás de este incremento está el cambio de la dieta mediterránea por costumbres insanas, como la ingesta de comida rápida, la obesidad, la hipertensión arterial y las dislipemias (alteración del número de lípidos en la sangre).
También el cambio climático, según esta sociedad científica, podría ser un factor responsable de peso en el desarrollo de las denominadas piedras en el riñón. Esto se explicaría por el aumento de la sudoración a consecuencia del calor, lo que provoca una disminución en la cantidad de orina y el peligro de que las sales que esta contiene se acumulen en el riñón. En algunos estudios ya se había vinculado con anterioridad la relación del ambiente caluroso con el desarrollo de nefrolitiasis (cálculo renal).
Los expertos inciden en la necesidad de realizar estudios metabólicos y análisis detallado de los cálculos renales para intentar evitar su reaparición
Todos estos datos son paralelos a los de un informe reciente publicado en ‘Journal of Urology’ y llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Rochester (Reino Unido). Las cifras muestran que desde 1984 hasta el 2008 los diagnósticos de nefrolitiasis en jóvenes han aumentado un 6% al año. Los científicos achacan este crecimiento a los mismos motivos ya expuestos, a los que le suman el incremento del consumo de sal por parte de la población juvenil.
Cálculos renales a raya: dieta, líquidos y actividad física
La nefrolitiasis consiste en la formación de cálculos o material sólido en el riñón a partir de cambios en la composición de las sustancias que componen la orina, sea por exceso de cristalización como por defecto. Estas sustancias se pueden dividir en distintos tipos según su composición. Entre los materiales más frecuentes están el oxalato cálcico, fosfato cálcico y ácido úrico, que se relacionan más con la dieta. Los especialistas recomiendan medidas higiénico-dietéticas como la ingesta abundante de líquidos (más de 2 litros al día) y seguir una dieta con alimentos variados, ricos en fibra y dosis adecuada de calcio. También aconsejan no abusar de hidratos de carbono refinados, grasas, proteínas, sal y tener en cuenta los embutidos y conservas por su gran aporte de sodio. En el caso de que las piedras sean de oxalato de calcio, se aconseja tomar zumo de frutas ricas en vitamina C (limón, guayaba o kiwi), pero diluido.
Es importante también abandonar la vida sedentaria. El aumento de casos de nefrolitiasis en jóvenes se ha relacionado no solo una alimentación inadecuada, sino también con la reducción de la actividad física. Hacer ejercicio mejora la salud general del cuerpo y, en el caso concreto del riñón, activa la circulación y logra una mejor expulsión de los residuos que se acumulan en el organismo.
Atención a los síntomas de los cálculos renales
El síntoma clásico de un cólico nefrítico es un dolor brusco, intenso y unilateral en un costado. Este malestar puede extenderse a las regiones inguinal, genital e, incluso, al muslo y acompañarse de palidez, sudoración y vómitos, fiebre y escalofríos y presencia de sangre en la orina, con sensación de ardor al miccionar.
A pesar de que hay disponible un tratamiento cuando el paciente no expulsa por sí solo los cálculos, que sucede en un 30% de los afectados, los expertos insisten en la necesidad de prevenir el cuadro, mediante estudios metabólicos y el análisis detallado del material que lo componen, sobre todo por la posibilidad de la recidiva (reaparición de la enfermedad).
La manifestación de cálculos renales en la población infantil no es la misma que la que se produce entre los adultos. En general, sus síntomas son menos agudos. El cólico nefrítico se da en menos de la mitad de los afectados y el dolor lumbar y la presencia de sangre en la orina (hematuria) es más común en niños mayores y adolescentes. En lactantes o en edad preescolar, los síntomas son menos específicos, como irritabilidad o vómitos. Por ello, también son distintos los tratamientos que se aplican entre la población infantil y los adultos.
Si bien en la edad adulta, los cálculos se tratan de forma ambulatoria, en niños es habitual el ingreso hospitalario para realizar un estudio y detectar la razón de su desarrollo o descartar cualquier otra enfermedad renal. El tratamiento en el hospital permite el seguimiento del paciente hasta su eliminación total. En niños, es habitual que el material se expulse en un tiempo menor que en los adultos, con un índice de éxito en el procedimiento similar. Además, cuanto antes se instaure el tratamiento, menos posibilidades hay de que se vuelvan a desarrollar cálculos.