En España se diagnostican alrededor de 22.000 nuevos cánceres de mama cada año. Son muchos los estudios que han constatado que cuanto menor es el estadio, más probabilidades de curación tiene el tumor. Desde hace muchos años, algunas autoridades sanitarias de países desarrollados programan campañas de detección precoz del tumor con la realización periódica de mamografías. Pero no están exentas de controversia: en las mujeres más jóvenes, la densidad y cantidad de tejido mamario dificulta su valoración. También se han cuestionado por sus posibles efectos secundarios. No obstante, un nuevo estudio certifica sus bondades.
Las mamografías reducen el número de muertes por tumor maligno de mama incluso más de lo que creían los expertos, según un ensayo sueco a gran escala que ha tenido un seguimiento de casi 30 años. Es el trabajo más largo que jamás se ha realizado sobre este tema: se ha llevado a cabo en 133.000 mujeres entre 40 y 74 años de dos comunidades suecas. La investigación, realizada por científicos de la Universidad de Queen Mary, en Londres, se ha publicado en la revista «Radiology». Hace tiempo que la comunidad médica debatía sobre la mejor edad para iniciar las evaluaciones con mamografía y sobre cuál era la frecuencia idónea. El trabajo contradice otra importante investigación de 2009, publicada en la revista «Annals of Internal Medicine», en la que se aseguraba que la mamografía era un ejemplo de que un mayor número de pruebas, exámenes y tratamientos no son siempre beneficiosos y, en muchos casos, pueden dañar a las pacientes.
Los investigadores asignaron a las participantes en dos grupos, a los cuales siguieron durante 29 años: uno al que se invitaba a someterse a una mamografía y otro que recibió la atención habitual. Se examinó a las mujeres de 40 a 49 años cada dos años y a las de 50 a 74, cada tres. Los datos indican que por cada 1.000 a 1.500 mamografías realizadas, se previno una muerte por neoplasia de mama y la mayoría de los beneficios se registraron después de 10 años tras el inicio de la evaluación. Este estudio mejora la valoración de las mamografías porque otros estudios habían señalado peores resultados: por cada 2.500 mujeres entre 40 y 49 años, se prevenía un fallecimiento.
Aunque es uno de los tumores más frecuentes, en muy pocos países se realizan mamografías periódicas de reconocimiento
En general, los investigadores contabilizaron un 30% menos de muertes por cáncer de mama en el grupo evaluado por mamografía. Por este motivo, se espera que estos resultados pongan punto final al debate sobre el empleo de esta técnica como método de diagnóstico y prevención. La tendencia ha sido plantear los efectos negativos según la prevención de muertes durante 10 años de evaluación, mientras que los resultados muestran que la mayor parte del beneficio en términos de mortalidad se registra más allá de 10 años después del inicio de la evaluación.
Desventajas de las mamografías
La mamografía es la técnica de detección precoz más utilizada del mundo. Consiste en una radiografía capaz de detectar lesiones en estadios muy incipientes de la enfermedad, hasta dos años antes de que sean palpables y cuando aún no han invadido en profundidad ni se han diseminado a los ganglios ni a otros órganos. Esta antelación permite aplicar tratamientos menos agresivos, que implican menos secuelas físicas y psicológicas en la mujer. Según la Sociedad Española de Oncología médica, una mamografía de buena calidad es siempre el método más efectivo para detectar la neoplasia de forma precoz.
Como cualquier prueba diagnóstica, las mamografías también tienen limitaciones. Ejemplo de ello es que no es capaz de detectar algunos tumores. Otras desventajas son el riesgo de exposición a la radiación, aunque la Asociación Española contra el Cáncer considera que la dosis de radiación empleada en la mamografía es mínima y resulta inofensiva, y el exceso de falsos positivos. En 2010, investigadores de EE.UU. afirmaron que un 10% de falsos positivos provoca biopsias innecesarias.
¿Recomendaciones adecuadas?
Las últimas recomendaciones para los programas de detección del tumor maligno de mama en EE.UU., publicadas en 2009, desaconsejan el uso rutinario de las mamografías en mujeres de 40 a 50 años y señalan que las mayores de 50 deberían someterse a estas pruebas cada dos años y no de manera anual. En España, en mujeres entre 40 y 45 años, la mamografía solo se aconseja si hay factores de riesgo elevado, como el genético. Los investigadores de este último trabajo consideran que las propias guías estadounidenses contradicen años de mensajes de prevención sobre la necesidad de someterse a controles de prevención a partir de los 40 años.
Aunque este es uno de los tumores más frecuentes y la segunda causa de muerte por neoplasia en mujeres en muchas zonas del mundo, muy pocos países contemplan, como parte de sus programas nacionales de salud, mamografías regulares de escrutinio. En el caso de países como Reino Unido, Suecia y Canadá, solo se ofrecen a mujeres mayores de 50 años.
Un informe reciente publicado en la revista “Environmental Health Perspectives” ha revelado que la exposición a ciertas sustancias químicas comunes en los períodos críticos del desarrollo de las glándulas mamarias podría afectar a su crecimiento, la capacidad de dar el pecho y el riesgo de cáncer de mama. Algunas de esas sustancias químicas se localizan en productos habituales en el hogar, como ciertos tipos de botellas de plástico, comida enlatada y detergentes para la ropa. En la actualidad, los protocolos de evaluación no atienden la observación de tejidos mamarios y se podrían obviar muchos elementos implicados en la génesis de la enfermedad.
Los expertos creen que las alteraciones tempranas debidas a la exposición química podrían aumentar el riesgo de efectos nocivos posteriores. Los responsables del estudio han enviado una solicitud a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), a la que demandan que se añada la evaluación de este tejido en las pautas para el examen de las sustancias químicas en cuanto a su seguridad, efectos sobre la salud humana y efectos ambientales. Otro de los hallazgos del informe ha sido que los senos pueden ser más sensibles a la exposición química que otros tejidos y que, en algunos casos, el tejido mamario masculino podría tener una mayor sensibilidad.