Para encontrar trabajo o por amor. Estas son las dos principales motivaciones que llevan a muchas personas portadoras de un tatuaje a querer eliminarlo, sobre todo cuando se halla en partes del cuerpo visibles. Las técnicas actuales con láser (que efectúan un barrido rápido y desmenuzan la tinta) son seguras, pero requieren de varias sesiones y pueden llevar tiempo. En este artículo se explica cuál es la mejor manera de eliminar tatuajes y se dan las pautas para proteger las zonas tratadas.
Lucir con orgullo un tatuaje en determinadas partes del cuerpo, de repente, puede convertirse en un inconveniente para encontrar trabajo o en una pesadilla cuando se ha roto con una pareja y se lleva tatuado su nombre. Estas son las dos razones principales por las que muchas personas deciden quitárselos. También, aunque sea menos común, otros deciden suprimir solo una parte, para modificarlos. «Últimamente, se ha observado una mayor afluencia de personas que necesitan buscar un empleo y desean eliminar el tatuaje que llevan en una zona visible del cuerpo, como el cuello o una muñeca, que se ve en cuanto se mueve la camisa o si la indumentaria es de manga corta», informa Esther Roy, especialista de Aplicaciones Clínicas de Cynosure Spain.
¿Cómo se eliminan los tatuajes?
Los tatuajes se extraen con diferentes técnicas de láser, como el RevLite, de Cynosure. Este láser es una fuente de luz, el mismo tipo de tecnología utilizada para depilar, solo que con distintos parámetros para que tenga un efecto fotoacústico y emita un pulso muy corto. Este pulso o disparo se dirige al pigmento y no daña el tejido circundante: actúa produciendo explosiones de tinta, hasta convertirla en partículas muy pequeñas que se absorben y eliminan por el organismo. Este tratamiento con láser es tópico, ni siquiera se pincha la piel, por lo que no la daña ni produce marcas ni cicatrices.
A largo plazo, la piel se regenera y no tiene más riesgo de quemaduras solares ni de cáncer que otras partes del cuerpo
Para que el tatuaje desaparezca del todo, hay que someterse a varias sesiones (entre seis y diez) y esperar tres meses entre ellas, con el objetivo que en ese tiempo se elimine la tinta explosionada. Tanto el número de sesiones como la duración varían en cada caso. Puede oscilar entre un barrido de dos minutos para los tatuajes de tamaño más pequeño y discreto hasta los diez minutos, para los más largos y grandes que abarcan una mayor superficie de piel. Pero, en cualquier caso, son barridos bastante rápidos.
El número de sesiones varían en función del tipo de tinta, color, calidad, metal y técnica del tatuador, así como su extensión y profundidad. Los tatuajes verdes y azules se quitan con mayor dificultad que los de color negro, que son los más fáciles de suprimir. «Las personas que quieren quitárselo deben saber que necesitan tiempo entre sesión y sesión. A menudo, no lo conseguirán por completo antes de cinco u ocho sesiones. De hecho, las hay que invierten todo un año en ello», advierte Roy.
Eliminar tatuajes: cuidados de la piel antes y después
Para eliminar los tatuajes se utiliza anestesia tópica y una crema oclusiva antibiótica, con el fin de disminuir el riesgo de infección. Esta crema debe aplicarse un par de veces: el mismo día de la sesión y a la jornada siguiente. El primer día la zona tratada se tapa con un apósito y, al cabo de dos o tres jornadas, este se retira y se deja la zona al aire. Tras el proceso de eliminación, la piel queda intacta.
El láser, aunque tiene riesgo de quemaduras si no lo usan manos expertas, no daña la piel. Esto se debe a que «el disparo del láser va directamente hacia la tinta. Así salvaguardamos la piel, aunque hay que aplicar unas medidas extras y tener ciertas precauciones para conferirle una mayor protección», informa Roy. La zona está más sensible varios meses (siete u ocho), pero, transcurrido cierto tiempo, se regenera por completo.
La evolución depende de cada persona y de la zona tratada, ya que hay áreas más sensibles (la cara interna de las muñecas o detrás de las orejas) que otras, como los brazos y las piernas, cuya piel es más fuerte y se regenera mejor. El tratamiento con láser, bien hecho, no deja cicatrices e, incluso, se puede aplicar en personas que fácilmente desarrollan queloides (lesiones cutáneas formadas por crecimientos exagerados del tejido cicatricial), aunque con mayor precaución. Solo las personas que se hicieron un tatuaje para ocultar una cicatriz vuelven a tenerla una vez eliminado este.
Las épocas de frío son las idóneas para empezar el proceso de eliminación de los tatuajes, puesto que las zonas que se tratan no deben exponerse al sol. Sobre ellas, es preciso colocar un apósito o vendaje para taparlas y protegerlas de los rayos, no solo cuando se tomen el sol, sino también se pasee por la calle.
Los portadores de tatuajes en fase de supresión de los hombros deben evitar las camisetas de tirantes y optar por las de manga corta o prendas que les tapen las zonas tratadas. Si aun así piensan que con un movimiento la zona puede quedar al descubierto, deben utilizar una gasa para taparla. En tobillos y antebrazos hay que sguir la misma recomendación.
Aunque, al principio, la piel de la zona queda algo más delicada, basta con protegerla del sol con una crema solar. A largo plazo, se regenera bien y no tiene más riesgo de quemaduras solares ni de cáncer de piel que otras partes del cuerpo.