En los últimos diez años, los científicos se refieren a la flora bacteriana que coloniza los intestinos como un nuevo órgano del cuerpo humano, aunque en realidad no está formado por células humanas. Se sabe de su presencia desde hace tiempo, pero no ha sido hasta ahora cuando se ha sido consciente de su papel en la salud. En este artículo se explica cómo la microflora intestinal puede modificar la absorción de grasas y uno de los últimos descubrimientos: la flora intestinal está íntimamente relacionada con el sistema inmune, sobre todo, en los recién nacidos.
Las investigaciones sobre la flora intestinal, su papel en la obesidad y en el sistema de defensa, y la acción que ejercen sobre ella los probióticos tienen un futuro muy prometedor. Una interesante línea de estudio es la que plantea el posible papel de la flora intestinal en la obesidad. Esta idea nace de la observación de que los pacientes obesos tienen una flora distinta a la de individuos con peso normal. Se cree que esto tendría percusiones en la extracción energética de los alimentos y la regulación de los depósitos corporales de tejido adiposo.
Flora intestinal con probióticos: menos colesterol
Uno de los campos de interés dentro de los probióticos es su posible implicación en la absorción de las grasas y el colesterol. Un estudio publicado por el Instituto Zabolontny de Microbiología y Virología de la Academia Nacional de Ciencias de Ukraina demuestra que algunas cepas de microorganismos probióticos son capaces de reducir el colesterol en modelos de ratón con hipercolesterolemia.
Los mecanismos por los cuales se puede reducir la absorción de colesterol están aún en discusión, pero una revisión publicada por el Instituto Nacional de Nutrición de la India ofrece varios mecanismos posibles: entre los más destacados está la asimilación del colesterol por las bacterias, la unión del colesterol a su superficie celular y su incorporación en la membrana de las bacterias. También se ha propuesto que estas cepas produzcan enzimas que impidan que la bilis se una al colesterol y, por tanto, se absorba.
La salud de la flora intestinal
La pérdida del equilibrio entre bacterias beneficiosas y nocivas de la microflora intestinal comporta una predisposición a padecer infecciones
Los probióticos ayudan a mantener el estado de salud de la flora intestinal. Son microorganismos presentes en alimentos que, al ser ingeridos, equilibran la flora, con el consiguiente efecto beneficioso para la salud. Están en cualquier producto fermentado, como yogur, quesos, cerveza artesanal y embutidos. Son organismos vivos (como el «Lactobacilus acidophilus») y no deben confundirse con los prebióticos, que son sustancias que se ingieren con los alimentos y que estimulan el crecimiento y la actividad de la flora intestinal autóctona.
Cada vez se hace más patente la importancia de la flora intestinal: abarca más de 600 especies de microorganismos y supone cerca de dos kilogramos del peso corporal de una persona. Estas especies tienen, en conjunto, una amplitud metabólica mayor que el hígado (diferencia entre la tasa metabólica en reposo y la tasa máxima de gasto energético) y cada una de ellas puede tener alguna característica de especial interés para la salud. Entre las acciones más relevantes de estos microorganismos destaca la competencia con bacterias perjudiciales por la adhesión al epitelio intestinal, la producción y secreción de sustancias antimicrobianas que inhiben y destruyen a los patógenos y una gran variedad de acciones sobre la respuesta inmunitaria.
La flora intestinal como barrera defensiva
La flora intestinal juega un papel importante en la inmunidad. La mucosa intestinal constituye la mayor superficie del organismo humano expuesta al exterior y es la zona más rica en células inmunitarias. La pérdida del equilibrio entre bacterias «beneficiosas» y «nocivas» de la microflora intestinal comporta una predisposición a padecer infecciones y enfermedades inmunoinflamatorias. Y es aquí donde los probióticos ayudan a conservar esta armonía.
Esta barrera inmunitaria es de especial importancia en los lactantes. Un estudio, realizado por el Instituto de Productos Lácteos de Asturias, demuestra la importancia del correcto establecimiento de la flora bacteriana en los bebés. Los científicos españoles hallaron diferencias en los microorganismos intestinales de prematuros en comparación con los nacidos a tiempo y consideraron que la flora intestinal más saludable era la que tienen los bebés nacidos a término, mediante parto vaginal y amamantados con leche materna.
No obstante, estas condiciones no se dan siempre. Los nacimientos de los prematuros son delicados para su flora, debido a que están expuestos a un ambiente totalmente distinto al de los otros bebés durante y después del parto. También influye el hecho de encontrarse en un ambiente aséptico propio de un hospital, así como el uso frecuente de antibióticos.
El asentamiento de la flora intestinal en el tubo digestivo empieza desde el primer momento de vida. Durante el parto, microorganismos de la flora natural de la vagina de la madre penetran en el tracto digestivo del bebé y lo colonizan. Después, esta flora se verá moldeada por otros microorganismos de la leche materna y la dieta conforme el bebé crezca. Para ilustrar este fenómeno, Miguel Gueimonde, autor del estudio del Instituto de Productos Lácteos de Asturias (IPLA), explica que los niños nacidos por cesárea muestran una flora intestinal parecida a la de la piel de la barriga de la madre.
Los científicos buscan entender estos fenómenos con mayor precisión para poder moldear la flora de los pequeños que no nazcan en condiciones naturales. Gueimonde asegura que los avances en higiene y ambiente aséptico dificultan un correcto desarrollo de la flora y esto condiciona el desarrollo del sistema inmune. Los antisépticos no distinguen entre microorganismos patógenos y otros, de modo que se eliminan todos de forma indiscriminada y el sistema inmune no aprende a distinguirlos.
Esto podría explicar porqué las enfermedades autoinmunes están en alza, mientras que las patologías infecciosas han decrecido de manera considerable. En este sentido, se intenta que los microorganismos probióticos “rellenen” este vacío de microorganismos, para favorecer el correcto funcionamiento del tracto digestivo y educar el sistema inmune.