Las enfermedades cardiovasculares son la primera causa de muerte en todo el mundo seguidas de lejos por el cáncer, las enfermedades respiratorias y la diabetes. Lo más preocupante de este dato es que se podrían prevenir en un alto porcentaje con la adopción de un estilo de vida saludable. De no frenarse la tendencia, se estima que para el año 2030, el número de fallecimientos por su causa rondarán los 23 millones. Para cambiar este escenario, la clave reside en vigilar los factores de riesgo asociados. En este artículo se describe la situación de las enfermedades cardiovasculares en España y el resto del mundo, además de cuáles son sus factores de riesgo más importantes y, de la mano de un experto, se ofrece un decálogo de recomendaciones para mantenerlos a raya.
El pasado 29 de septiembre se conmemoró el Día Mundial del Corazón. Con motivo de esta celebración, expertos de la Fundación Española del Corazón (FEC) pusieron de manifiesto el enorme beneficio que supone seguir un estilo de vida saludable en el día a día. Tanto, que con cambiar determinadas pautas de alimentación, la incorporación de ejercicio físico y el abandono del hábito tabáquico se podrían reducir los 17,5 millones de muertes anuales prematuras por enfermedad cardiovascular en todo el mundo, de las cuales 117.400 corresponden a España.
Los factores de riesgo de las enfermedades cardiovasculares
La hipertensión es uno de los factores de riesgo para desarrollar una enfermedad cardiovascular más extendidosLa Organización Mundial de la Salud define como factor de riesgo cualquier rasgo, característica o exposición de un individuo que aumente su probabilidad de sufrir una enfermedad o lesión. A nivel mundial, los factores de riesgo más importantes de desarrollar enfermedad son insuficiencia ponderal, las prácticas sexuales de riesgo, la hipertensión, el consumo de tabaco y alcohol, el agua insalubre, las deficiencias del saneamiento y la falta de higiene.
De la misma manera, para las enfermedades cardiovasculares, hay factores que se asocian a una mayor probabilidad de sufrirlas. Entre los de mayor peso en el desarrollo de una enfermedad cardiovascular están niveles altos de colesterol, diabetes (en los últimos 10 años, su incidencia ha aumentado más del 50%), hipertensión (se calcula que en todo el mundo existen entre 600 y 1.000 millones de personas hipertensas sin control), tabaquismo, sedentarismo, alimentación inadecuada, antecedentes familiares, estrés y ansiedad, sobrepeso (hay 42 millones de menores de cinco años afectados) y obesidad y frecuencia cardiaca elevada, entre otros.
El colesterol perjudicial para el corazón
El colesterol es uno de los factores de riesgo más temible y mediático. Pero no todo el colesterol es perjudicial: solo aquel que, al unirse a las partículas de lipoproteínas de baja densidad (LDL), se deposita en la pared de las arterias formando placas de ateroma que, a su vez, favorecen la disminución del calibre de las arterias. Se convierte en un factor de riesgo cuando los niveles en sangre son superiores a 240 mg/dl (milígramos por decilitro de sangre). Hay evidencias que apuntan que las personas con estos niveles tienen el doble de riesgo de sufrir un infarto de miocardio que aquellas con cifras de 200 mg/dl.
Y, de nuevo, para mantener el colesterol controlado es imprescindible un cambio de conductas, puesto que la alimentación, el control del peso y la actividad física son pilares fundamentales.
10 pautas para mantener a raya los factores cardiovasculares
Prevenir las enfermedades cardiovasculares pasa por considerar todos y cada uno de los factores de riesgo en el día a día. Pero, ¿cómo hacerlo? ¿Qué hay que tener en cuenta? Con motivo del Día Mundial del Corazón, el Dr. Francisco Rodríguez Rodrigo, jefe del Servicio de Cardiología (área de Docencia) del Centro Integral de Enfermedades Cardiovasculares de HM Hospitales, ofreció un decálogo de recomendaciones para mejorar la salud cardiovascular:
- 1.Control de la presión arterial. La hipertensión es uno de los factores de riesgo más extendidos. Es necesario realizar tres mediciones de los niveles de tensión arterial en días distintos. Si en todas ellas se ha superado la cifra de 140/90 mmHg, se considera que la persona es hipertensa.
- 2. Seguir una dieta equilibrada con alimentos frescos y rica en fibra. Hay que eliminar los precocinados y alimentos salados y, sobre todo, reducir el consumo de grasas de origen animal.
- 3. Moderar el consumo de alcohol -máximo dos copas de vino al día- y abandonar el hábito tabáquico.
- 4. Controlar los niveles de glucosa y colesterol en sangre de manera regular. De hecho, las enfermedades cardiovasculares son responsables del 60% de todos los fallecimientos en personas con diabetes.
- 5. Reducir el estrés y la ansiedad. Estos dos factores contribuyen a elevar los niveles de tensión arterial y la frecuencia cardiaca que favorecen la aparición de arritmias. Además, situaciones de elevados niveles de estrés y ansiedad se asocian al consumo de tóxicos (tabaco y alcohol) y de alimentos poco saludables.
- 6. Controlar el peso con una dieta sana y equilibrada. Ante sobrepeso u obesidad pedir consejo al profesional de salud correspondiente y, sobre todo, huir de las dietas milagro.
- 7. Incorporar pautas de ejercicio físico en la vida diaria, adaptada a las circunstancias y la edad de la persona. Practicar deporte mejora los niveles de tensión y de colesterol malo, previene la obesidad y la diabetes y ayuda a disminuir el estrés y la ansiedad.
- 8. Seguir revisiones médicas periódicas, en función de la edad y los antecedentes personales. En general, se estima oportuno una revisión anual a partir de los 40 años en los varones, tras la menopausia en las mujeres y siempre que haya factores de riesgo de enfermedad cardiovascular.
- 9. Controlar la medicación habitual, vigilar la aparición de efectos secundarios y consultar con el médico ante cualquier duda.
- 10. Considerar los antecedentes familiares. Si algún pariente cercano ha sufrido alguna patología cardiaca o muerte súbita, es fundamental avisar al médico.
A simple vista parece fácil, aunque implica voluntad y perseverancia, entre otras. Y no solo eso. Es necesario que desde diferentes ámbitos se diseñen programas para concienciar y empoderar a la población, para alcanzar una adecuada adherencia a estilos de vida saludables.