Además de los conocidos efectos fisiológicos y psicológicos que el estrés provoca en el organismo, la tensión que genera repercute, a través de la musculatura de cuello y hombros, sobre el sistema fonorrespiratorio y, por lo tanto, sobre la voz. La mayoría de los trastornos de la voz (disfonías) se achacan a infecciones víricas o por un uso deficiente, y casi nunca se señala al estrés como culpable. En este artículo se describe por qué, ante una situación de estrés, no es útil tratar la disfonía con medicamentos o educación vocal, si no se pone solución al problema subyacente, es decir, la tensión psicológica que bloquea las cuerdas vocales.
Las situaciones estresantes provocan una tensión generalizada en cabeza, cuello, garganta y mandíbula, así como en la parte superior del pecho, la espalda y los hombros, que fluye a través de todo el mecanismo de la voz. Cuando la presión es demasiado grande, las cuerdas vocales dejan de trabajar de forma eficiente. Esto conduce a cambios en la calidad de la voz, sobre todo, respecto al tono, el volumen y la resonancia.
Así, parece indiscutible que cualquier profesión en la que se asocien el estrés (conflictos psicológicos) y el uso de la voz, como el ámbito educativo, puede conducir a la fatiga vocal o, incluso, a la disfonía. Ambos trastornos tienen en común la generación de una tensión psicosomática excesiva. Se estima que el 22% de los profesores españoles padece afonía o disfonía y, según un informe de la Federación de trabajadores de la enseñanza, el porcentaje de empleados que dependen de su voz (hablada o cantada) puede llegar a representar el 33% de la población laboral total de un país.
Estrés, infecciones y mal uso de la voz
Ante una afonía o disfonía, hay que acudir a un especialista para que dé el diagnóstico y tratamiento adecuado
Los problemas de la voz relacionados con el estrés se denominan disfonías psicógenas y son más frecuentes en mujeres de 30 a 45 años. Se desarrollan en pacientes con alteraciones emocionales, que somatizan sus problemas familiares, laborales, económicos, afectivos, etc. a nivel laríngeo. Por lo general, esta disfonía provoca perder la voz de manera repentina, durante la noche o después de un resfriado. Para su tratamiento, es importante identificar y eliminar la causa de tensión subyacente.
Utilizar frecuencias de voz que irritan mucho las cuerdas vocales, es decir, una mala técnica vocal, y que provocan un sobreesfuerzo es otra de las causas de fatiga vocal y disfonía. Estos problemas secundarios afectan, sobre todo, a quienes tienen la voz como herramienta principal de trabajo, como profesores, locutores y personal de los medios de comunicación, telefonistas y personal de atención al público. Suelen manifestarse al comienzo de emplearla como útil laboral y la causa primera es usarla de forma incorrecta. Es importante tratar este aspecto, ya que entraña serias amenazas para el buen desempeño laboral y para la salud física y mental del afectado.
También los cuadros alérgicos y algunas infecciones víricas pueden provocar disfonías. Las infecciones que afectan a las vías respiratorias superiores, sobre todo, se centran en la garganta. El sistema inmunológico, responsable de combatir estas agresiones, puede estar deteriorado por culpa del estrés y no ser capaz de hacerlas frente.
Ante una afonía o disfonía, los expertos recomiendan acudir a un especialista para que señale la causa primera: infección vírica, mal uso de la voz o al estrés. Solo así se podrá prescribir el tratamiento más adecuado.
Proteger la voz, disminuir el estrés
En los grupos de mayor riesgo de sufrir estrés, como el sector educativo, es fundamental proteger la voz. No se trata tanto de incidir en ella, que también es importante, como sí de poner remedio a lo que provoca tensión.
Así, aliviar o reducir el estrés mediante ejercicios relajantes y suaves o la meditación, que se ha constatado que puede rebajar la tensión; utilizar otras herramientas educativas, además de la voz; y mantener una buena aclimatación en el lugar de trabajo, poniendo atención en las zonas de cuello y garganta, son también claves.
El cuidado de la voz es esencial. Más aún en invierno, cuando se ve sometida a contracciones y tensiones musculares y a las bajas temperaturas. Por eso, es importante abrigarse bien y tener un cuidado especial con la garganta: intentar hablar de manera que uno se sienta cómodo, sin forzarla, y llevar una dieta saludable, sobre todo a base de bebidas y alimentos que no se estén a temperaturas extremas (ni muy frío ni muy caliente).
Medicaciones habituales para alergias estacionales pueden arriesgar el buen estado de la voz, como algunos antihistamínicos y fármacos para la tos y los resfriados, que pueden resecar la garganta. Por lo tanto, hay que tomarlos siempre bajo prescripción médica y con suficiente agua.