Hoy en día recibimos cantidades excesivas de información de todos lados, ya sea en persona, en la televisión, en la radio, en el periódico, en alguna página web o en redes sociales. Esta información puede ser muchas veces contradictoria, inútil, incompleta y no siempre cierta, lo que nos deja muy confundidos. Hasta existe un término que expresa este fenómeno: “infoxicación”. Cada vez es más difícil distinguir si lo que estamos leyendo, viendo o escuchando es información de calidad. Y esto también pasa con información sobre salud, y en concreto en relación al cáncer, como explicamos en el siguiente artículo.
Mucho ruido, poca información
Es fácil encontrar información sobre diversas prácticas que dicen ser científicas y ofrecen remedios milagrosos, productos y «mejores soluciones» a algunos problemas de nuestra vida. Cuando hablamos de cáncer, esto es muy frecuente. Por eso es muy importante saber cuál es la diferencia entre ciencias y pseudociencias, y así poder saber qué preguntar, qué creer y saber distinguir entre la persona que «nos quiere vender la moto» y aquel profesional cuya práctica está realmente basada en la evidencia.
Ciencia y pseudociencia (falsa ciencia)
Todo lo relacionado con las ciencias, pseudociencias, terapias alternativas, conocimientos basados en la evidencia e investigaciones puede sonar muy complejo. El diccionario de la Real Academia Española (RAE) define científico como «que tiene que ver con las exigencias de precisión y objetividad propias de la metodología de las ciencias». Asimismo, la página del Observatorio de la OMC (Organización Médica Colegial) contra las Pseudociencias, Pseudoterapias, Intrusismo y Sectas Sanitarias define las pseudoterapias como «una propuesta de cura de enfermedades, alivio de síntomas o mejora de salud, basada en criterios sin el respaldo de la evidencia disponible».
Pero olvidémonos de nombres complicados y entendamos las cosas de manera más sencilla. La diferencia entre una y otra (ciencia y falsa ciencia) es que una tiene pruebas de que funciona, la otra no.
La quimioterapia, radioterapia y cirugía son utilizadas desde hace años para tratar el cáncer y son tratamientos que tienen evidencia científica; es decir, podemos comprobar que funcionan y van teniendo muy buenos resultados. Claro que tienen muchas oportunidades de mejora, pero hasta hoy es de lo mejor que tenemos y conocemos.
La homeopatía, la nueva medicina germánica, el reiki, la bioneurociencia, las constelaciones familiares, la medicina naturista, etc. son falsas ciencias, porque no se ha podido comprobar hasta ahora que funcionan. Es decir, no han logrado demostrar sus resultados (porque no los tienen).
En este sentido hay algo muy importante que se debe tener en cuenta siempre: no existe ningún tratamiento milagroso para curar el cáncer. Y no valen las excusas. Aquel que quiera demostrar el efecto de un tratamiento puede hacerlo de distintas maneras y publicarlo en diferentes plataformas de rigor científico. El problema es que es muy difícil publicar resultados que no se tienen (o no son los que se quieren).
Con esto no pretendemos comunicar que hay que cerrar la puerta a nuevas formas de abordar la enfermedad. Lo único que se pide es que se puedan comprobar sus resultados de forma fiable (eso ya lo volvería una ciencia). Por ejemplo, antes de que un fármaco o cualquier estrategia de tratamiento pueda emplearse de manera generalizada en los pacientes, debe haber demostrado su seguridad y su eficacia en estudios previos.
En ese sentido, también debemos saber que la administración de productos sin eficacia ni seguridad contrastada puede ocasionar interacciones e interferir en el efecto del tratamiento oncológico, enmascarar valores relevantes en pruebas clínicas y, por tanto, no debe aconsejarse. En otras palabras, nunca se debe abandonar el tratamiento médico por explorar con estas falsas ciencias que no tienen pruebas y que sí han mostrado los peores resultados.
Entonces, de todo lo que veo, ¿a quién creer?
Lamentablemente, hay por ahí sujetos inescrupulosos que se benefician de la vulnerabilidad de una persona con cáncer y de su familia, aprovechándose del difícil momento y ofreciendo todo tipo de falsas ciencias y generando también falsas expectativas.
En este contexto, es muy importante saber identificar qué mensaje contiene información de calidad y cuál no. Para ayudar en esta tarea, dejamos algunas características para identificar información de calidad:
- La fuente es un canal oficial de una institución respetada.
- La información viene de profesionales preparados y con experiencia en el campo.
- Diferentes fuentes oficiales, institucionales y académicas comprueban la información.
- La información es reciente, está actualizada.
- Quien publica la información no tiene ningún interés o beneficio que dependa de esa información.
- Se hace referencia a las fuentes de las que se ha obtenido la información y éstas cumplen los mismos criterios.
Por otro lado, dejamos también algunas características de información que puede llegar a nosotros y que nos ayudarán a detectar que estamos ante información de mala calidad:
- El mensaje plantea un escenario exageradamente bueno o malo. Un ejemplo es «te vamos a presentar un componente que cura 1.000 veces más rápido el cáncer que la quimioterapia».
- El mensaje contiene un elemento de misterio, como «lo que nunca te han querido contar las empresas farmacéuticas».
- El mensaje no tiene autor o el autor no tiene preparación profesional en el campo (como alguien que dice tener la cura para el cáncer y tiene estudios de astrología).
- La información no está en otros medios o canales de comunicación.
Debemos estar muy atentos a lo que se dice y ofrece en nuestro entorno, sobre todo en el digital. Ante la duda, lo mejor que podemos hacer es preguntar a nuestro médico.