Las vacunas son uno de los grandes avances que la medicina ha logrado a lo largo de su historia. Gracias a ellas, muchas enfermedades infecciosas se han erradicado en los países desarrollados y, hoy en día, se pueden combatir patologías que en el pasado significaban la muerte de una gran proporción de la población. Sin embargo, todavía quedan vacíos y, en ocasiones, se hace un uso incorrecto de las vacunas. Una investigación ha determinado que la administración habitual de paracetamol en niños después de la inoculación de una vacuna para aliviar los posibles malestares secundarios puede ser más perjudicial que beneficioso, ya que disminuye la efectividad esperada.
Es habitual que los médicos suministren paracetamol a los niños después de una vacuna rutinaria con el objetivo de impedir que les suba la fiebre. Sin embargo, la temperatura alta forma parte de la respuesta inmune del organismo para protegerse de los patógenos, de modo que impedir su aparición podría disminuir la efectividad de la vacuna. Investigadores de la Universidad de la Defensa en Hradec Kralove (República Checa) han realizado un análisis cuyos resultados, publicados en la revista «The Lancet», constatan este extremo.
Paracetamol preventivo
Los científicos checos estudiaron la respuesta inmune y la temperatura corporal de 459 niños de 10 clínicas del país. Los pequeños se escogieron aleatoriamente para recibir tres dosis de paracetamol durante las primeras 24 horas después de vacunarse. Se crearon cuatro subgrupos: uno que recibió las dosis de paracetamol después de la primera vacuna, otro que lo hizo después de la vacuna tipo recordatorio y dos grupos más que no recibieron ninguna dosis: ni en la primera vacuna ni en el refuerzo.
Si el dolor en la zona de punción es intenso, se puede usar hielo o analgésicos
Las vacunas suministradas fueron rutinarias, como la del neumococo, la gripe estacional, la difteria, el tétanos, la tos ferina, la hepatitis B y la polio. Para cuantificar la fiebre se estableció como punto de referencia una temperatura de 38ºC. Para medir el grado de respuesta inmune se utilizó una medida denominada «Concentración Geométrica Media de Anticuerpos» (GMCs). Los resultados indicaron que la temperatura corporal de los niños que habían recibido las tres dosis de paracetamol era menor que la de quienes no las habían recibido.
La respuesta inmune medida con el GMCs fue menor en los niños que recibieron paracetamol después de la primera vacuna, en relación con quienes no lo recibieron. Los resultados fueron similares para los dos grupos de las vacunas de recordatorio. Con estos datos, los investigadores concluyeron que debería evitarse el uso de paracetamol de forma profiláctica después de una vacunación para atenuar los efectos febriles, ya que reduce la respuesta inmune del organismo y, con ello, la efectividad de la vacuna.
Efectos secundarios de las vacunas
Las vacunas no están exentas de efectos secundarios, aunque son graves en pocas ocasiones. En la mayoría de los casos, son problemas menores, como reacciones locales en el lugar de la inoculación o fiebre, que suele aparecer durante las primeras 24-48 horas como consecuencia de la propia respuesta inmune del organismo. Las complicaciones graves son poco frecuentes: puede darse una reacción anafiláctica a alguno de los componentes de la vacuna.
Otro de los efectos secundarios más temidos, aunque poco habitual, es el síndrome de Guillain-Barré, una parálisis ascendente que puede comprometer la vida del paciente. No obstante, la mayoría de los problemas son inespecíficos y aparecen después de cualquier tipo de vacuna, como el dolor o el posterior enrojecimiento e hinchazón de la zona del pinchazo, más frecuente en las vacunas con adyuvantes. Por lo general, estos efectos desaparecen en pocos días, como máximo, y no requieren ningún tipo de tratamiento.
Si el dolor es intenso, se puede usar hielo o analgésicos y, si persiste más de tres días, es conveniente consultar al médico. Otro de los efectos más comunes es la subida de fiebre durante los dos días posteriores a la vacuna. En el caso de que la temperatura corporal sea elevada, se puede recurrir al uso de paracetamol, aunque es aconsejable no hacerlo de forma profiláctica; hay que esperar a que la temperatura suba. Otros efectos habituales y poco graves son: una cierta somnolencia, intranquilidad e irritabilidad y malestar leve.
Si el paciente experimenta una reacción alérgica, según el grado de gravedad, serán necesarios antihistamínicos. En este caso, es aconsejable acudir a los servicios de salud lo antes posible.
Algunos efectos adversos son característicos de cada vacuna y se dan en casos muy concretos. Un ejemplo es la DTP o DT (mezcla de tres vacunas que inmunizan contra la difteria, “Bordetella pertussis” -la tos ferina- y el tétanos). Aparte de los efectos secundarios comunes a otras, se relaciona con la aparición de un nódulo indoloro que dura pocas semanas e hinchazón general en el brazo o en la pierna donde se ha administrado la inyección.
En las vacunas para el sarampión y la varicela, es posible una pequeña erupción local en el punto de inoculación, parecida a la que se produce en los individuos que contraen estas enfermedades. Es inofensivo, no contagioso, y en pocos días desaparece. En el caso de hepatitis A y B, casi nunca provoca fiebre, de modo que si aumenta la temperatura corporal, es conveniente consultar al médico.