Cada vez es más frecuente acudir a un especialista buscando ayuda psicológica para gestionar malestares emocionales que surgen ante problemas cotidianos como una separación matrimonial o estrés en el trabajo, por ejemplo. Lo corrobora el psicólogo sanitario Pedro Rodríguez, quien considera que vivimos “bajo una presión social donde hemos convertido muchas expresiones emocionales en un problema psicológico“. Ante esta situación, este psicólogo del sistema público de salud comenta en esta entrevista que “dándoles un sentido de normalidad las personas pueden posicionarse con más capacidad y con mayores recursos para resolverlos“.
Los ciudadanos están bastante concienciados con respecto a lo que los psicólogos podemos ofrecer. Acuden a un profesional de la psicología para que les ayuden a gestionar malestares de problemas cotidianos de índole personal, relacional, laboral… y a dilucidar y discernir si tienen un problema o no. Consultan como cuando nos duele la pierna y queremos ir al traumatólogo. Hasta toman la iniciativa y demandan a su médico nuestra derivación de manera espontánea. Y la atención primaria tiene criterios para derivar al psicólogo en aquellos casos en que exista la hipótesis de que realmente son aspectos psicógenos los que pueden estar en la base de la manifestación y la creación de un malestar. Hay que ir al psicólogo, como con cualquier otro problema médico: cuando se tengan dudas de que se tiene un problema.
Por supuesto. En el sistema público las ratios son bajas: estamos en 4 por 100.00 habitantes, mientras que en el entorno europeo son 18 de media. Luego, como ocurre en otras especialidades, siempre está quien prefiere ir a uno privado que le han dicho que atiende muy bien. Pero si es un profesional muy bueno, con prestigio, al que le llama mucha gente, también tendrá lista de espera.
La telepsicología ha llegado para quedarse y no queda más remedio que sumarnos con sentido común y mucha racionalidad. Desde el Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid hemos hecho varios protocolos y guías de cómo intervenir desde esa perspectiva. Pero ¿qué temas atendería? En una psicosis sería complicado, pero un asesoramiento o consejo es posible, como pasa con otras patologías.
“Tenemos que reír, sonreír, entristecernos y llorar. Este tipo de reacciones forman parte de lo esperado, de lo que tiene que pasar. Debemos ayudarles a que las entiendan como normales”Por malestares emocionales reactivos a problemas cotidianos (separaciones, problemas laborales, conflictos en las relaciones, en los hijos…) En nuestra sociedad tenemos la fantasía de que la vida tiene que transcurrir sin problemas de ningún tipo, y eso no es posible. Tenemos que reír, sonreír, entristecernos y llorar. Soy partidario de que las personas gestionen este tipo de reacciones que forman parte de lo esperado, de lo que tiene que pasar, y debemos ayudarles a que las entiendan como normales. Estamos bajo una presión social donde hemos convertido muchas expresiones emocionales en un problema psicológico, y tampoco es eso. Dándoles un sentido de normalidad pueden posicionarse con más capacidad y con mayores recursos para resolverlos.
Tenemos instrumentos, conocimientos y capacidad para poder atender todo el espectro de malestares psicológicos dentro de las psicopatologías clarificadas en nuestros manuales (trastornos de ansiedad, depresivos, bipolares, psicóticos…), independientemente de que parte del trastorno se deba a algún tipo de deficiencia neuroquímica o alteración cerebral. Aparte, estamos preparados para intervenir en las reacciones emocionales que se producen frente a problemas físicos, como un cáncer o una cardiopatía. Se están creando servicios que atienden estas patologías y sus derivaciones psicógenas, psicológicas o emocionales.
También colaboramos con programas de promoción de la salud, prevención…
Desde el punto de vista epidemiológico, son las que mayor incidencia tienen, por lo que tenemos más demanda. De depresión clínica se habla en torno a un 5-8 % hasta un 20 %, pero es que ahí entra de todo, como que me encuentro mal porque he tenido una ruptura emocional, por ejemplo.
Trastornos afectivos en el estado del ánimo (decaimiento, tristeza, depresión..) que dependerán de la causa: si está solo, no le cuidan, no le atienden, se siente desplazado.. Si tiene una reacción emocional, hay que buscar soluciones psicosociales que puede estar en la presentación y origen de esos problemas. Y no hay trastornos psicóticos, esquizofrénicos, con delirios o alucinaciones, salvo que estemos ante problemas cognitivos debidos a alteraciones cerebrales por tendencias de alzhéimer y procesos evolutivos de la edad.
“Merece la pena invertir en niños, pues así hacemos prevención: en muchos casos vamos a evitar la prevalencia y la permanencia del problema”Los niños pueden tener problemas propios del desarrollo, de las relaciones con los amigos, bullying… y no están exentos depresión, ansiedad, trastornos del espectro autista, psicosis.. Y en adolescencia, sobre todo la esquizofrenia. Pero, dada la especificidad de presentación de los problemas, hay que reivindicar equipos de profesionales que solo se dediquen a atender a la población infantil hasta los 18 años. Está a punto de crearse la especialidad de Psiquiatría infanto-juvenil y desde la Psicología estamos reclamando que se cree otra de Psicología clínica infanto-juvenil. Merece la pena invertir en niños, pues así hacemos prevención: en muchos casos vamos a evitar la prevalencia y la permanencia del problema, pues estamos intentando de manera prematura que desaparezca.
En España ha desaparecido la psicología de los colegios. No existe ningún departamento específico en la enseñanza. Está la figura del orientador, que la ocupan muchos psicólogos, pero pueden ocuparla otros. Por eso reivindicamos la creación de plazas de psicología a las que solo puedan presentar titulados. Estos psicólogos tienen capacidad para observar la aparición de malestares emocionales o sintomatologías que puede ser señal de un problema psicopatológico y derivar hacia los equipos de atención. Tienen un papel importante para detectar problemas relacionales, de suicidio, anticipos de problema mental…
Hasta los propios médicos son conscientes de que hay una prescripción innecesaria de muchos psicofármacos. Nos han dicho que, como no debemos tener malestar, con unas pastillas, aunque tengamos problemas, no parecerá que los tengamos. Pero si el malestar proviene de mis avatares, de cómo con mi pensamiento doy vueltas al problema y lo comprendo, estos fármacos no lo cambiarán. Tendré que ir a la causa y hacer una lectura distinta para posicionarme emocionalmente de forma diferente.