El glaucoma, el “ladrón silencioso de la visión”, es una enfermedad intraocular que se desarrolla sin que el paciente note nada. Esto explica que, en España, casi la mitad de los afectados, unos 900.000 en total, ignoren que la tienen. Para detectarla es fundamental acudir al oftalmólogo de forma regular, en función de la edad y de la pertenencia o no a un grupo de riesgo para desarrollarla. La campaña “No dejes que el glaucoma oscurezca tu vida”, lanzada por la Asociación de Glaucoma para Afectados y Familiares (AGAF) y presentada recientemente con motivo del Día Mundial del Glaucoma, pretende sensibilizar sobre la importancia de la detección precoz de esta enfermedad, que cuando desarrolla síntomas ya está muy avanzada, y de mejorar la atención a las personas afectadas. Así lo expone en esta entrevista Julio Calle, presidente de AGAF.
El glaucoma es una enfermedad ocular que se debe a diferentes causas. Se han llegado a identificar hasta 60 tipos de glaucoma, pero el más común y conocido es el que ocurre por tener valores anormales de presión intraocular. Este es un parámetro independiente de la presión arterial del organismo, no tiene nada que ver. Sabemos que en la cámara anterior del ojo hay un elemento, que es el líquido o humor acuoso en contraste con la circulación.
“La forma más común de glaucoma ocurre por tener valores anormales de la presión intraocular”
Este líquido se encuentra en contraste con la circulación porque, de lo contrario, se enturbiaría el ojo. En el ángulo entre el iris y la córnea (iridiocorneal), hay un órgano llamado malla trabecular, que es una pequeña red a través de la cual pasa el torrente sanguíneo. El aumento de la presión intraocular podría ocurrir si en la pared hubiera demasiado líquido que no se evacuara por la malla trabecular o si la malla estuviera obturada. Son dos cosas distintas, pero ambas pueden producir una acumulación del líquido que presiona toda la estructura del ojo y que, en última instancia, también presiona el nervio óptico y provoca la muerte de células ganglionares, que son las células que forman el nervio óptico.
El nervio óptico se degrada, poco a poco, y en los ojos quedan zonas muertas que no tienen visión, llamadas escotomas. Además, la pérdida de la visión en esas zonas es irreversible. Con los conocimientos actuales, no se puede recuperar. Con el tratamiento de la enfermedad, farmacológico o quirúrgico, se puede mantener la visión y evitar así el avance de estas zonas muertas.
“La edad avanzada es un riesgo para el glaucoma, como también lo son los antecedentes familiares”
Las estadísticas muestran que el 2% de la población adulta española tiene glaucoma. Esto significa que en España hay 900.000 afectados y lo dramático del caso es que, aproximadamente, la mitad lo desconocen; la enfermedad se desarrolla poco a poco y van perdiendo visión. El glaucoma no avisa y, por eso, se le llama de forma coloquial “el ladrón silencioso de la visión”, porque las personas afectadas no son conscientes de que están sufriendo un daño irreversible de su visión. De ahí la importancia de la mediación de todos los estamentos implicados y de las campañas de información a la sociedad sobre la enfermedad, a fin de que ese colectivo de unas 400.000 personas que podrían tener glaucoma acuda a un especialista para tomar las medidas adecuadas.
A partir de los 30 años, habría que ir al menos una vez cada dos años; a partir de los 50 años y también si se es un paciente de un grupo de riesgo, cada año.
“Es importante que los grupos de riesgo acudan a una revisión anual con el oftalmólogo”
El glaucoma se puede sufrir a cualquier edad, pero la edad avanzada es uno de los factores de riesgo. Si el 2% de la población adulta tiene glaucoma, el porcentaje aumenta con la edad, de forma que puede llegar a ser del 10% en población de más de 80 años. Sin embargo, también son un factor de riesgo los antecedentes familiares. Una persona cuyos padres hayan tenido glaucoma tiene el doble de posibilidades de sufrirlo respecto a otra sin antecedentes y una con un hermano con glaucoma tiene cuatro veces más posibilidades, frente a otra sin esta circunstancia. También tiene más riesgo una persona con problemas oculares, como una miopía magna, con diabetes, o tras haberse sometido a una cirugía (de la retina o del cristalino) para resolver otro problema ocular que repercuta en el nervio óptico. De ahí la importancia de que estos grupos de riesgo acudan a una revisión anual con el oftalmólogo.
Sí, pero en el lema, el término “oscurezca”, no se refiere solo a la pérdida de visión, a los escotomas. Es un concepto más extenso, que tiene que ver con la ansiedad que sufre el enfermo cuando le sobreviene esta enfermedad y desconoce cómo evolucionará y cómo le afectará en su situación laboral, su entorno social o familiar, ya que a nadie le gusta ver a su ser querido con una enfermedad que puede ser de gravedad y que no se sabe en qué situación va a dejar al afectado. El término oscuridad se refiere, además, a los miedos que surgen a perder la visión, que pueden derivar en un problema de autoestima. Oscuridad no es un término exclusivamente médico o físico.
“A partir de los 30 años, habría que ir al menos una vez cada dos años al oftalmólogo y a partir de los 50 años, cada año”
El objetivo principal es prestar apoyo a los enfermos y a sus familiares, y que este se materialice en asesoramiento en general, sea jurídico, psicológico y acceso a los medios técnicos que necesiten cuando tengan una discapacidad importante. También realizamos campañas de concienciación a la sociedad; luchamos por los problemas laborales y sociales de los afectados; recordamos la importancia de las revisiones oculares periódicas y de establecer un diagnóstico precoz; mantenemos un diálogo con los especialistas y buscamos apoyos para la investigación sobre esta enfermedad.
A través del manifiesto hecho público, recientemente, en el Día Mundial del Glaucoma. Elena Vecino, catedrática de Biología Celular de la Universidad del País Vasco, pidió mantener las líneas de investigación en glaucoma, en una época tan difícil como esta, de recortes generalizados. Además, desde la asociación trabajamos para que las distintas administraciones impulsen reformas legales que favorezcan a los afectados por el glaucoma, como una proposición no de ley que fue tratada y aprobada por la Comisión de Sanidad del Congreso de los Diputados el 21 de mayo de 2010, en la que se instaba al Gobierno a aprobar medidas para abordar el glaucoma como una enfermedad crónica, aunque sin especificar cuáles. Aspiramos a que se apruebe una legislación adecuada, que comprenda la medida de la presión interna del ojo en las revisiones médicas que se realizan a los trabajadores en las organizaciones y las mutuas patronales, así como en los servicios de prevención de riesgo laboral de las Administraciones Públicas.
Los afectados por glaucoma reclaman a la Administración “estar debidamente atendidos desde el punto de vista sanitario y contar con el apoyo para los medios técnicos necesarios, ya que hay personas tan discapacitadas por la baja visión, que no pueden moverse. Estos afectados deberían recibir los medios técnicos necesarios en las mismas condiciones que el resto de individuos, como está recogido por la Comisión Europea”, expone Julio Calle, en nombre de los afectados.
Otra asignatura pendiente en la actualidad es que se reconozca el glaucoma como una enfermedad crónica, en especial el glaucoma congénito, que afecta a los niños y que no está definido tanto como debería en el Sistema Nacional de Salud. Estos también deberían tener apoyos técnicos para desarrollarse en su entorno social y garantías de la adaptabilidad de sus puestos de trabajo, añade Calle. Parte de las necesidades de estos pacientes se han recogido en un manifiesto sobre el glaucoma difundido hace poco.
