Las enfermedades de la voz son cada vez más frecuentes. La falta de sueño, hablar más de cuatro horas seguidas, carraspear y toser en exceso, el ruido ambiental, el humo del tabaco o la contaminación, el consumo de alcohol y una excesiva sequedad del aire son los principales factores de riesgo para sufrir problemas de voz. Según los otorrinolaringólogos, un 5% de la población española sufre hoy algún trastorno de la voz que requiere atención por parte de un profesional, ya sea un especialista en otorrinolaringología, un logopeda o un profesor de canto.
El caso más paradigmático es el de los maestros de escuelas; en España más del 22% de estos profesionales acusa alteraciones de la voz que, además, suponen la causa más frecuente de baja laboral para este grupo. La franja de edad en la que los trastornos de la voz son más frecuentes se ubica entre los 25 y los 45 años. Sin embargo, para Miquel Quer, jefe del servicio de otorrinolaringología del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau de Barcelona, «cada una de las etapas de la vida tiene sus propias particularidades». Frecuentar lugares muy ruidosos, como cafés, fiestas y discotecas, es un hábito que puede acarrear problemas en las cuerdas vocales, tanto es así que son habituales los nódulos y los pólipos en los pacientes jóvenes.
En los ancianos, el problema no tiene que ver con el ambiente ni con forzar el habla, sino con una pérdida fisiológica del volumen de la voz. La mayoría de las patologías de la voz se dan porque la gente no es consciente de cómo debe modular su voz y hace un mal uso del recurso. La patología vocal crónica más frecuente relacionada con semejante mala utilización es la aparición de nódulos; la patología aguda más común, la laringitis catarral aguda.
Diagnóstico y tratamiento
La patología vocal crónica más frecuente relacionada con el mal uso de la voz es la aparición de nódulos
La identificación de los problemas o patologías relacionados con la voz es hoy día muy sencilla. Todos los centros hospitalarios disponen de herramientas diagnósticas muy útiles que permiten identificar y tratar casi todos los problemas que se nos presentan». La introducción de nuevos tratamientos y técnicas quirúrgicas también cura enfermedades que antaño parecían inabordables. Este es caso de la disfonía espástica, una alteración de la musculatura de la laringe que provoca una voz entrecortada y que, gracias a la introducción de la toxina botulínica, puede hoy ser corregida.
Se sigue el mismo patrón en el caso de los pacientes con parálisis de las cuerdas vocales, que se benefician de la implantación de prótesis quiroplásticas. En ambas situaciones la otorrinolaringología se ha aprovechado de técnicas que nacen de la medicina estética y que tienen ahora su aplicación en el tratamiento de las enfermedades de la voz.
Profesor, profesión de riesgo
La necesidad de hablar claro y fuerte durante varias horas ante clases de 25 alumnos con propensión a distraerse o a requerir explicaciones reiteradas cansa y desgasta la voz. Hasta el punto que la Unión Europea (UE) emitió hace seis años una recomendación (2003/670/CE) sobre enfermedades profesionales que, en su anexo II, reconoce como enfermedad de origen laboral la aparición de nódulos en las cuerdas vocales del profesorado. Se da la circunstancia de que esta recomendación no ha sido aún recogida en las instancias de salud laboral del Estado español; sin embargo, otros países ya han puesto manos a la obra con vistas a proteger a los maestros de una patología crónica de la voz, poniendo a su disposición medios para tratar, educar y recuperar la voz perdida.
La recomendación de la UE contemplaba una serie de medidas ejemplares: eliminar las tizas cuadradas (incluso las denominadas «antipolvo») y sustituirlas por rotuladores y pizarras de plástico; vigilar las condiciones de temperatura, humedad y ventilación de las aulas; elaborar y analizar mapas de ruido de los centros y las aulas; aumentar el aislamiento acústico de las instalaciones mediante la reforma de las aulas o gimnasios en los que las condiciones acústicas sean mejorables; posibilitar el funcionamiento de micrófonos y altavoces en aulas grandes o para profesores con problemas de voz; incrementar el número y la duración de las pausas entre clases, y formar de manera adecuada al profesorado sobre la prevención de los problemas de voz con la asistencia de logopedas.
Imagen: Wikimedia
La logopedia se ocupa del estudio y la prevención de los trastornos en la voz, el habla, la comunicación o las funciones orofaciales mediante un entrenamiento o rehabilitación. Las patologías sobre las que más interviene el logopeda están relacionadas con la voz (disfonía, afonía), el aprendizaje del lenguaje (retraso, disfasia), la expresión verbal o pronunciación (disartria, dislalia), los errores de lectura y escritura (dislexia, disgrafía), dificultades del lenguaje expresivo y comprensivo (afasias), la fluidez del habla (tartamudez) y los problemas de respiración, succión, masticación o deglución.
En relación con las patologías de la voz, los logopedas prestan mucha atención a las disfonías (cambio anormal de la voz), más frecuentes que las afonías (pérdida de la voz) y que pueden tener un origen orgánico, funcional, psicógeno, traumático o audiógeno. Los logopedas consideran la voz como una cualidad particular de cada persona. Parten de la base de que no existe en el cuerpo humano ningún órgano cuya finalidad o función sea la voz. Todos los órganos implicados en la fonación tienen otras funciones primordiales y dejan que los utilicemos para la voz de forma accesoria. En consecuencia, la logopedia parte de la base de que hablar es una habilidad aprendida.
Desde que nacemos, asimilamos y adaptamos el acto de la fonación imitando lo que escuchamos. Se trata de un acto voluntario controlado por el pensamiento y en el que participa la inteligencia emocional. La voz resultante es el producto de una vibración de las cuerdas vocales al paso del aire. Primero pensamos lo que vamos a decir, recurrimos a un archivo mental para representar la idea y es la corteza cerebral la encargada de transmitir una orden concreta a los músculos orofaríngeos pertinentes para articular el sonido de la palabra pensada. Interviene luego el aparato respiratorio, los pliegues vocales de la laringe, la epiglotis y los cartílagos y la boca y nariz a modo de aparato resonador.