La intolerancia a la fructosa es un problema de salud que cada vez se diagnostica a más personas gracias al test de hidrógeno espirado, una prueba que hace unos años no estaba disponible. Una vez diagnosticada, la persona afectada debe seguir una dieta estricta si quiere evitar su principal síntoma: la diarrea crónica. Así lo explica Modesto-José Varas Lorenzo, especialista en medicina interna, aparato digestivo y radiología y coordinador del Servicio de Aparato Digestivo del Centro Médico Teknon y de CIMA (Centro Internacional de Medicina Avanzada), ambos de Barcelona. El experto precisa también que esta intolerancia no es lo mismo que la fructosemia, “una enfermedad genética causada por una deficiencia enzimática.
Es una dificultad para asimilar, absorber o digerir los nutrientes de los alimentos (malabsorción), en este caso, de un tipo de azúcar, la fructosa, a lo largo del tracto gastrointestinal. El paciente intolerante o alérgico a la fructosa, que se encuentra en la mayoría de frutas y zumos que se consumen, no la absorbe de manera correcta en el intestino y ésta es una causa de diarrea crónica.
No tiene nada que ver. La fructosemia es una enfermedad genética causada por una deficiencia enzimática que favorece la acumulación de fructosa-1-fosfato en el organismo, sobre todo, en el hígado, lo que provoca insuficiencia hepática, en el riñón, que causa insuficiencia renal y en el intestino. Estos pacientes desarrollan disfunciones hepato-renales y su tratamiento consiste en evitar la sacarosa y la fructosa de la dieta.
No es rara ni común, pero se desconoce su incidencia y prevalencia en la población general ya que algunos de sus síntomas, como la diarrea, se pueden confundir con otras causas de diarrea crónica. Me refiero al síndrome del colon o intestino irritable. En cambio, la fructosemia es una enfermedad rarísima. En mi carrera profesional, sólo he visto un caso.
Los síntomas de la intolerancia a la fructosa son los gases, el dolor abdominal, tipo retortijón, y la diarrea. Estos se producen, en general, después de la ingestión de frutas o zumos de frutas.
“Hay que acudir al médico siempre ante una diarrea de larga evolución, en especial, después de haber consumido frutas o un postre”
Hay personas que llevan varias semanas y meses con diarrea y no acuden al médico, cuando deberían hacerlo si pasan así más de tres semanas. Tras este periodo, la diarrea se considera crónica y hay que someterse a un examen médico para descartar la intolerancia a la fructosa. Todo el mundo ha tenido alguna vez una diarrea aguda de dos o tres días e, incluso, una semana. Pero insisto: cuando la evolución es larga, se debe consultar al médico. En especial, si la persona afectada se ha fijado en que le ocurre después de consumir frutas o un postre.
A cualquier edad, aunque se acostumbra a diagnosticar en los adultos. En cambio, la fructosemia es una enfermedad infantil que, de forma habitual, diagnostican los pediatras.
Se diagnostica con el Test del Aliento del Hidrógeno en el aire espirado, después de administrar 25 ó 50 g de fructosa. Esta prueba dura alrededor de tres horas.
No. El examen sólo debe hacerse en el protocolo de estudio de una diarrea crónica, cuando el paciente sospeche que sus síntomas son debidos a la ingesta de frutas. En la fructosemia sí es necesario, porque es una enfermedad genética transmisible.
Son análisis genéticos muy complicados para estudiar la deficiencia enzimática que la causa y, como es una enfermedad muy rara, se realizan en centros muy especializados. Los análisis se llevan a cabo a partir de la sangre o de las biopsias de tejidos.
La enfermedad no se puede prevenir. Sin embargo, una vez hecho el diagnóstico de la intolerancia, se pueden prevenir sus síntomas si se suprimen las frutas de la dieta.
Sólo una dieta estricta de exclusión evita la diarrea.
Este régimen priva de comer fruta y alimentos que contengan fructosa u otros azúcares. Es fundamental que se eviten los zumos de frutas, el chocolate y algunas verduras. El chocolate y el turrón duro pueden contener hasta 40 gr. /100 gr. de fructosa.
Sobre todo, malabsorción y delgadez.
La dieta estricta consigue controlar los síntomas de la intolerancia a la fructosa. Muchas personas no saben que la fructosa también se encuentra en el chocolate o en el turrón y, aunque no toman frutas, puede que ingieran estos alimentos e, incluso, un yogur con frutas, por lo que siguen teniendo diarrea. La dieta tiene que ser estricta.
Las consecuencias no son muy importantes, pero la diarrea y la malabsorción pueden conducir a la delgadez y otros síntomas, como malnutrición y cansancio.
Se investiga su causa exacta, ya que no se sabe si es debida al fallo de alguna enzima intestinal. Sabemos que, en el caso de la fructosemia, es por un déficit enzimático en el riñón e hígado y, en el caso de la intolerancia a la fructosa, se sospecha que este déficit puede encontrarse en la zona intestinal, pero no se ha confirmado.
El Test del Aliento del Hidrógeno (H2) en el aire espirado se ha convertido en la gran herramienta diagnóstica de varias intolerancias, entre ellas, a la lactosa, la xilosa, la lactulosa y la fructosa. Para realizar este test, hay que acudir a la consulta en ayunas. Después, se administran entre 25 y 50 g de fructosa y se sopla para medir el hidrógeno. Esta prueba se repite varias veces a lo largo de tres horas.
Si los niveles de hidrógeno aumentan de forma notable, lo que se refleja en un gráfico con una curva ascendente, significa que el paciente padece intolerancia a la fructosa. Los registros de hidrógeno expelido que dan como resultado una línea plana o una curva casi plana son indicativos de que no se padece intolerancia a la fructosa, según lo describe Modesto-José Varas.
Es posible, admite, que los casos de intolerancia a la fructosa aumenten. Uno de los motivos sería la implantación de este test para su diagnóstico, al ser una prueba sencilla y no invasiva, puesto que no exige introducir ningún endoscopio o instrumento parecido. Otra razón sería el consumo de fruta por parte de la población que no la tolera.