El número de personas que padece algún tipo de alergia ha aumentado de forma significativa en las últimas décadas. El problema es especialmente detectable en la población infantil, en la que uno de cada tres niños europeos sufre algún tipo de alergia. Ahora, la Red de Excelencia GA2LEN, que reúne a 26 centros de investigación de la UE, así como la Academia Europea de Alergología e Inmunología Clínica (EAACI) y la Federación Europea de Asociaciones de enfermos de alergia y de vías respiratorias (EFA), acaba de presentar nuevas pruebas sobre el efecto de la dieta en el desarrollo de alergias. Según la investigación, la lactancia materna y la alimentación probiótica pueden proteger a este sector de la población de las alergias.
¿Puede influenciar la forma en que se alimenta a los niños en sus primeros años de vida en el posterior desarrollo de reacciones alérgicas? Según un informe presentado por la Global Allergy and Asthma European Network (GA2LEN) parece ser que sí. La medida en que esto es así se refleja sobre todo en aspectos como la lactancia materna, cuya exclusividad en los primeros cuatro meses de vida favorecería la reducción del riesgo de desarrollo de alergias, especialmente a la proteína de la leche de vaca.
La investigación, publicada en la revista Clinical and Experimental Allergy Reviews y en la que han participado 12 expertos de GA2LEN, sugiere que incluir en la dieta antioxidantes como la vitamina C, la vitamina E y el selenio (presentes sobre todo en fruta y verdura) constituye también un efecto protector. Pero los expertos se adelantan a reconocer que aún faltan investigaciones en este campo puesto que «gran parte de la investigación que se ha llevado a cabo hasta la fecha no ha sido sistemática, lo que dificulta la elaboración de conclusiones concretas».
Otra de las áreas analizadas ha sido la que corresponde a los prebióticos, que podrían ayudar a reducir el desarrollo de alergias gracias a que producen cambios en las bacterias del intestino que estimulan el sistema inmune. Con esta área queda también abierta la puerta a futuras investigaciones para identificar modelos dietéticos relacionados con el desarrollo de alergias y asma. Una de las principales finalidades de la revisión que acaba de publicar la red internacional es generar una base de pruebas sobre si los aportes complementarios de grasas específicas o la dieta prebiótica pueden contribuir a proteger de las alergias.
Red de expertos
La red internacional estima que para el año 2015 la mitad de la población infantil europea tendrá algún tipo de alergia alimentaria
El número de personas que sufren algún tipo de alergia ha aumentado de forma considerable en las últimas décadas, especialmente en la población infantil. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) uno de cada tres niños europeos y uno de cada dos adultos son susceptibles de sufrir algún tipo de alergia en los próximos diez años. La combinación de los factores genéticos y ambientales ha sido hasta ahora la responsable de la mayoría de alergias, pero la rápida evolución que ha tenido esta enfermedad indica, según los expertos, que existen otros factores implicados en este aumento, como la dieta.
Desde el año 2004 y hasta 2009 la red europea GA2LEN trabaja para mejorar la calidad de la investigación actual sobre alergia y asma en la UE. Con la creación de esta red de centros europeos se llevan a cabo programas de investigación interdisciplinarios en temas relacionados con el medio ambiente, la nutrición, los estilos de vida y la susceptibilidad genética. El proyecto incluye una extensa lista de investigación: desde las cuestiones relacionadas con la recomposición del tejido pulmonar bajo el efecto del asma, estudiada en la Universidad de Palermo (Italia), al papel de los alergenos alimentarios clásicos como mariscos y cacahuetes (bajo la dirección de la Universidad de Southampton, Reino Unido), pasando por la construcción de un banco de ADN de enfermos alérgicos coordinado por el INSERM y los intercambios entre clínicos europeos sobre la atención médica, organizados por el Instituto Karolinska de Estocolmo.
La ayuda con la que cuenta la red está destinada a la «calidad y seguridad alimentarias» del VI Programa Marco (VIPM). Ahora, y bajo el título Nutrición y enfermedad alérgica, los expertos evalúan las variables registradas en la base de datos e incluyen aspectos como la exposición a animales, la historia familiar atópica, las infecciones y los resultados de pruebas de alergia como la IgE (Inmunoglobulina E, el anticuerpo implicado en las reacciones inmunes). Pero los expertos, que reconocen que estas pruebas sólo tienen «valor predictivo imperfecto» ya que algunas personas producen IgE sin desarrollar necesariamente los síntomas de alergia, quieren ir más allá. «En unos cinco años podríamos tener una prueba simple, que sólo necesite una gota de saliva, que permita saber a qué y en qué medida un niño es alérgico», asegura Paul Van Cauwenberge, de la Universidad de Gante, Bélgica.
Una de las dificultades planteadas en el estudio de las alergias alimentarias trata de la dispersión de la información. Un reciente estudio realizado por expertos británicos confirma que la mayoría de los casos de alergias alimentarias no se están diagnosticando de forma correcta. Según la encuesta realizada en centros sanitarios británicos en la mayoría de los casos el diagnóstico clínico frente a esta enfermedad queda impreciso: en ocasiones se confunde con intolerancia alimentaria (distinto a la alergia) y con enfermedad celíaca (intolerancia al gluten de los cereales).
Para Lars Poulen, investigador del Laboratorio de Alergia Médica del Hospital Nacional Universitario de Copenhague y coordinador del proyecto Food Allergy Risk Evaluation Base don Improved Diagnosis, Allergens and Test Methods (FAREDAT), suele ocurrir que se «desconozca qué cantidad de alergeno en la alimentación hace que se desencadene una reacción alérgica». Puede ocurrir también que algunas personas adopten ciertos hábitos de alimentación porque piensan que son alérgicas.
Para facilitar el diagnóstico de alergias alimentarias, un grupo de investigadores de la Duke University de Carolina del Sur y de la Universidad de Arkansas han desarrollado un método destinado a paliar los síntomas de las personas que sufren alergia al huevo. Desarrollado en niños de entre uno y siete años, los expertos proporcionaron pequeñas muestras de huevo, que fueron incrementando de forma paulatina, para así «educar» el cuerpo a habituarse al alimento. Los expertos confían en poder aplicar el sistema en otros alimentos habituales de causar alergias, como el cacahuete.