Rosario García de Vicuña preside en la actualidad la Sociedad Española de Reumatología (SER). Nacida en Vitoria y licenciada en Medicina en la Universidad del País Vasco, esta especialista optó por ubicarse profesionalmente en el Hospital de La Princesa (Madrid), donde ha trabajado activamente en la investigación de los mecanismos patogénicos, celulares y moleculares de la artritis. La entrevistamos a propósito de una reunión sobre biomedicina y enfermedades inflamatorias convocado por la SER en Barcelona.
Si se refiere a la capacidad y a las habilidades para llevar a cabo esta labor, no tengo ninguna duda de que no se trata de una cuestión de género. Partiendo de mi realidad actual, es preciso subrayar que la SER es una sociedad científica que ha sido presidida sólo por hombres durante más de 60 años, a pesar de contar con magníficas profesionales reumatólogas. Tanto hombres como mujeres reconocen hoy día la labor científica y profesional de las mujeres, pero curiosamente no las identifican con tareas directivas.
A ellos (los especialistas) se les presupone aptos para llevar a cabo dichas tareas; nosotras (las especialistas) tenemos, en cambio, que demostrarlo. Es algo que constato en múltiples ambientes profesionales. Sin embargo, por fortuna, aunque el poder se otorgue, los liderazgos se ganan.
“Existe un gran desconocimiento de las enfermedades reumáticas que, con una visibilidad menor que el cáncer, el índice de mortalidad es muy superior”
Afortunadamente, sí. No sólo la SER, también es algo que reconocen los organismos oficiales de la Administración. El FIS (Fondo de investigación sanitaria), por ejemplo, ha avalado una red de investigación cooperativa en enfermedades reumáticas e inflamación, promovida por la SER, en la que numerosos grupos de reumatólogos colaboran con investigadores básicos de otras disciplinas. Varios grupos de investigación están produciendo asimismo sus propias patentes y su labor es reconocida universalmente con premios internacionales.
La sinovitis crónica no es una enfermedad en sí, sino una de las causas que explica los mecanismos comunes por los que se desencadena una enfermedad como la artritis. El conocimiento de tales mecanismos ha conducido al diseño de terapias dirigidas contra componentes esenciales del daño articular: fármacos frente a citocinas como el factor de necrosis tumoral (TNF), la interleucina IL-6 y sus receptores, o frente a células de la propia defensa inmune (los linfocitos B o T), que están ya disponibles en el mercado. Otras terapias se orientan a los factores que envían señales para el mantenimiento de la inflamación o destrucción de los tejidos.
Creo que existe un importante desconocimiento de las enfermedades reumáticas porque hay muchos ciudadanos que no son conscientes realmente de su alcance. Se trata de patologías que tienen una visibilidad mucho menor que el cáncer o la enfermedad cardiovascular, con un índice de mortalidad muy superior. De todos modos, hablamos de enfermedades que suponen la primera causa de incapacidad en el mundo occidental y que absorben el 30% de los costes en la atención primaria.
Las tecnologías de la información nos permiten hoy un libre intercambio de ideas y opiniones, por lo que constituye una gran ventaja. Sin embargo, tener mucha información no significa tener buena información; esta última deberá ser siempre validada por instituciones de referencia.
Por ejemplo. Actualmente, la SER representa a cerca de 1.200 profesionales en España y mantiene contactos con sociedades de reumatología de todo el mundo. Desarrolla trabajos, estudios y proyectos de investigación en reumatología a través de la Fundación Española de Reumatología (FER) y brinda apoyo a los pacientes de enfermedades reumáticas a través de su relación con asociaciones que integran fundamentalmente a pacientes como la LIRE (Liga Reumatológica Española) o CONFEPAR (Confederación de Pacientes Reumáticos).
Los reumatismos no se ajustan bien a la simple clasificación de reuma. Forman un conglomerado de más de trescientas enfermedades (muchas con nombre propio y apellido) cuya estrella más reconocible es la artrosis, un desgaste de las articulaciones que ocurre con la edad o por la práctica intensa de determinados deportes (muchos jugadores profesionales de fútbol, baloncesto o balonmano desarrollan artrosis de forma precoz).
Otra enfermedad reumatológica bien diferenciada es la osteoporosis, que es una descalcificación metabólica de los huesos. También hay entidades inflamatorias de origen autoinmune, como la artritis, en la que la membrana sinovial de las articulaciones con movimiento sufre una agresión crónica por parte del sistema inmune, generando una inflamación persistente (sinovitis reumatoide) que conduce a la destrucción del hueso y el cartílago, o el lupus eritematoso.
“El problema”, explica Rosario García, “surge cuando estas enfermedades no se diagnostican a tiempo, ya que pueden dar lugar a incapacidades importantes e incluso acortar la supervivencia del enfermo”. La especialista quiere erradicar también la vieja creencia de que las enfermedades reumáticas no tienen curación y se combaten sólo a base de antiinflamatorios. “A pesar de que algunas entidades no tengan hoy por hoy una curación, cuentan con una gama más amplia de remedios paliativos; pero, además, hay dolencias para las que sí existe un tratamiento efectivo, y el problema es que los ciudadanos no solicitan ayuda o no acuden al médico, pensando que simplemente son cosas de la edad que no tienen remedio”.