Evitar el cáncer de pulmón, las patologías cardiovasculares o la temida EPOC (enfermedad pulmonar obstructiva crónica) no son los únicos motivos para no fumar. Este hábito nocivo también incrementa el riesgo de sufrir afecciones oculares, como las cataratas y la degeneración macular asociada a la edad. Además de las consecuencias que conllevan estas dos oftalmopatías, lo peor, según los expertos, es el desconocimiento que tienen los fumadores de esta asociación. Por este motivo, además de intentar superar la adicción, hay que estar alerta de las primeras señales de desarrollo de estas dos patologías oculares.
El tabaco es la causa directa de enfermedades cardiovasculares, respiratorias y cáncer. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), este hábito insano es el culpable de la muerte de una persona cada 8 segundos. Empezar a fumar en la adolescencia y mantener este hábito durante los 20 años siguientes, como sucede en el 70% de los casos, resta 25 años a la esperanza de vida de una persona. Pero hay más: un fumador puede experimentar una pérdida de la visión hasta cinco años antes que un paciente sano.
A pesar de esta cifra, el 86% de la población adulta desconoce que fumar también está asociado a un incremento del riesgo de sufrir alteraciones oculares. Ésta es la conclusión de un estudio realizado en 367 pacientes de 56 años. Presentado en el 16º Congreso de Wonca Europa, celebrado en Málaga, este trabajo pone al descubierto el desconocimiento de los efectos perjudiciales del hábito tabáquico sobre la salud visual.
Está demostrado que acelera el proceso de envejecimiento celular y agrava las distintas enfermedades atribuibles al paso de los años, sobre todo, las cataratas y la degeneración macular asociada a la edad (DMAE). Sin embargo, aunque el 46% de los pacientes encuestados era fumador, los resultados ponen en evidencia que hasta un 78% desconocía esta relación con las cataratas y un 62%, su relación con la DMAE.
Afecciones oculares
Las sustancias tóxicas derivadas de la inhalación del humo del tabaco se acumulan en todo el cuerpo y, mediante el sistema circulatorio, llegan a los ojos. De la misma manera que afectan al sistema vascular del organismo, también alteran el riego sanguíneo ocular.
Las sustancias tóxicas derivadas de la inhalación del humo se acumulan en todo el cuerpo y, mediante el sistema circulatorio, llegan a los ojos
Se considera que el tabaco provoca y agrava las cataratas, una opacidad del cristalino del ojo, de su cápsula o del humor vítreo (líquido gelatinoso y transparente que llena el espacio entre la superficie interna de la retina y la cara posterior del cristalino), que impide el paso de los rayos luminosos y conduce a la ceguera. Esta enfermedad es un 40% más frecuente en la población de fumadores. Esto se debe a dos mecanismos: la acción directa de las sustancias tóxicas del humo en los ojos y la liberación en los pulmones de elementos químicos que, a través del torrente sanguíneo, llegan al globo ocular y afectan a su irrigación. La pérdida de visión está relacionada con la disminución de nutrientes y antioxidantes que genera el humo, responsables de mantener la transparencia del cristalino que, tras la oxidación, tiende a deteriorarse.
La degeneración macular es la primera causa de ceguera entre la población mayor de 50 años en los países desarrollados. La Sociedad Española de Oftalmología estima que alrededor de 800.000 personas están afectadas por DMAE en nuestro país. Es una enfermedad degenerativa y progresiva de la mácula (parte central de la retina) que provoca la pérdida de la visión central y obliga a los afectados a mirar de lado y a utilizar la visión periférica. Según la Sociedad Española de Retina y Vítreo, el 29% de la población mayor de 55 años (más de tres millones de españoles) está en riesgo de padecer esta oftalmopatía.
Además, la OMS estima que la prevalencia se triplicará en años venideros, ya que está muy ligada al proceso de envejecimiento. Pero los expertos insisten en que no sólo obedece al paso de los años y a la genética, sino a otros factores de riesgo modificables y, por ello, prevenibles, como el consumo de tabaco, los hábitos de alimentación pobres en antioxidantes naturales, la exposición prolongada a la luz solar o la hipertensión.
Dada su importancia, los oftalmólogos defienden la prevención y la detección precoz y recuerdan que, ante las primeras señales, se debe acudir al médico. Entre los síntomas de alerta figuran: visión borrosa, ver las líneas rectas como si estuvieran torcidas, distorsionadas, inclinadas o que desaparecen en algún punto, un aumento de la sensibilidad a la luz u observar luces que no hay, sufrir una alteración en la estimación de las distancias y las alturas, con dificultad de bajar escaleras o reconocer a las personas, y, en procesos más avanzados, notar una mancha negra en la parte central de la visión.
En la actualidad, están en transcurso distintas investigaciones y el diseño de nuevos tratamientos para combatir esta degeneración macular. Hoy en día, los especialistas disponen de fármacos eficaces para ponerle freno.
La impotencia sexual, también conocida como disfunción erectil, es la incapacidad de conseguir o mantener una erección suficiente para tener una actividad sexual satisfactoria. Múltiples estudios apuntan que entre las causas más habituales de este transtorno figuran la diabetes, depresión, ansiedad, algunos fármacos y, también, el tabaco. Los datos revelan que fumar 20 cigarrillos diarios son suficientes para aumentar hasta un 60% el riesgo de padecer impotencia sexual, una cifra que se incrementa si se unen la ingesta de alcohol, el sedentarismo y una mala alimentación.
Fumar 20 cigarrillos diarios aumenta hasta un 60% el riesgo de padecer impotencia sexual
Las asociaciones del hábito tabáquico con enfermedades respiratorias, cardiovasculares y cáncer son de sobra conocidas. Sin embargo, pocos fumadores saben que provocan otros trastonos importantes como la disfunción sexual. La Sociedad Americana del Corazón (AHA), en su reunión anual de Epidemiología y Prevención de Enfermedades Cardiovasculares, concluyó en 2006 que, así como el tabaco afecta a los vasos sanguíneos del corazón y al resto del sistema cardiovascular, también provoca alteraciones en el sistema circulatorio penenano.
La disfunción eréctil puede estar causada por la formación de placas de ateroma que impiden que la sangre fluya de manera correcta por los vasos y el tabaco ha demostrado su mala influencia en el buen funcionamiento cardiovascular. Las conclusiones de los estudios son claras: fumar aumenta entre un 50% y un 60% -algunos incluso apuntan al 80%- el riesgo de padecer impotencia en hombres de 30 a 40 años.