Roberto Elosua, licenciado en Medicina por la Universidad de Navarra, coordina el Grupo de Investigación de Epidemiología y Genética Cardiovascular del IMIM (Instituto Municipal de Investigación Médica) en Barcelona. Sus líneas de investigación se centran en el estudio de la epidemiología, las bases genéticas de las enfermedades cardiovasculares y sus factores de riesgo. El equipo de trabajo que dirige está constituido por un grupo multidisciplinario compuesto por epidemiólogos, biólogos, bioquímicos, cardiólogos, bioestadísticos, cirujanos vasculares y neurólogos.
Es probable, pero las enfermedades cardiovasculares también son la primera causa de mortalidad en el norte. En 2007, fueron las responsables del 36% de las muertes en España, acabaron con la vida de 124.126 personas. Al contrario de lo que se piensa, este grupo de enfermedades causó más muertes entre las mujeres (67.128) que entre los hombres (56.998). Otra paradoja es que las comunidades más septentrionales (Murcia, Andalucía o Canarias) registran un mayor índice de mortalidad.
En mujeres, el ictus (hemorragia o embolia cerebral) fue la enfermedad cardiovascular relacionada con un mayor número de muertes, seguida de la cardiopatía isquémica (infarto de miocardio). En hombres, en cambio, se invirtió el orden.
Cerca de 85.000 y, una tercera parte, causan la muerte del paciente antes de que llegue al hospital.
“Si se redujera la contaminación atmosférica en España a los niveles recomendados, se podrían prevenir hasta 16.000 muertes cada año”
Pero el consumo de tabaco es todavía la primera causa de enfermedad, invalidez y muerte evitable en España. Desde la salud pública, hacemos una interpretación muy positiva de las leyes antitabaco, que han propiciado ya un descenso del 12% en el número de infartos. No obstante, abogamos por una prohibición total en todos los espacios públicos, incluidos bares y restaurantes.
Si la gente no fumara, se agilizarían mucho más los costes. En España, las enfermedades cardiovasculares comportan un gasto público anual de 7.000 millones de euros; en Europa ya se llega a los 168.757 millones. El tabaco está detrás de un 29% de las muertes por enfermedad coronaria.
En efecto, ha sido un congreso muy intenso en cuanto a información, en el que se han anunciado nuevos tratamientos, se ha revisado la eficacia de terapias tanto farmacológicas como intervencionistas y se han dado a conocer estudios, cuando menos, curiosos.
Sí, destacaré dos. Un estudio advierte de que los niños concebidos mediante técnicas de reproducción asistida tienen signos de disfunción cardiovascular que podrían indicar un mayor riesgo de padecer patologías cardiacas cuando sean adultos. En otro estudio, se corrobora que las personas altas registran menor riesgo de padecer episodios cardiovasculares, frente a las de estatura baja.
Esto es lo que se deduce de una investigación llevada a cabo en Suiza con 120 niños de 11 años. Es un estudio pionero, puesto que los cardiólogos jamás habían mostrado un interés especial por el origen reproductivo de los pacientes y ha demostrado de forma científica que 60 niños que fueron concebidos mediante técnicas de reproducción asistida tenían entre un 15% y un 17% menos de capacidad de dilatación arterial que otros 60 niños que vinieron al mundo por métodos tradicionales. Se conoce que esta circunstancia conlleva un riesgo mayor de episodios cardiovasculares.
Roberto Elosua también aportó su conocimiento científico en el congreso de la Sociedad Europea de Cardiología en Barcelona. Su equipo de trabajo presentó un estudio de calidad medioambiental realizado en cinco ciudades europeas, entre ellas Barcelona.
El trabajo concluye que si se redujera la contaminación atmosférica en España a los niveles internacionales recomendados, se podrían prevenir hasta 16.000 muertes cada año. “Hay investigaciones que indican que en los días de mayor contaminación en las ciudades hay también mayor número de ingresos por infarto agudo de miocardio y otras patologías”, apunta este investigador en salud pública.
“Si se disminuyera la contaminación en ciudades como Barcelona, se podría reducir el número actual de 1.800 ingresos y 3.500 muertes al año por enfermedad cardiovascular“. El mismo caso podría extrapolarse a otras ciudades españolas como Madrid, Bilbao o Valencia: “hoy sabemos que vivir cerca de una autopista o de carreteras muy transitadas aumenta en número los infartos agudos de miocardio”.
Este estudio señala a las partículas ultrafinas de polución, originadas sobre todo por los vehículos de motor, como desencadenantes del conflicto. “Estas partículas pueden pasar desde los pulmones al torrente circulatorio y causar daño en la pared de las arterias”, concreta. Los efectos perjudiciales de la contaminación pueden presentarse de manera inmediata o a largo plazo, como enfermedad crónica. Tales efectos van desde alteraciones en la frecuencia cardíaca, al aumento de la presión arterial, la vasoconstricción o la variación en la coagulación sanguínea.