Cartas, pilones de revistas, montones de periódicos y propaganda, objetos inservibles o pequeños electrodomésticos que se han estropeado y no se pueden reparar. Estos son artículos que algunas personas acumulan en exceso y sin clasificar, por si acaso, para revisarlos más adelante o porque les cuesta desprenderse de ellos. Llegan a ocupar más del 70% de la vivienda. Este es el trastorno por acumulación, que se estima que afecta a cerca de un 6% de la población. Este artículo describe las características del trastorno y los rasgos que lo diferencian del síndrome de Diógenes. Además, aporta consejos para reconocer cuándo la acumulación de objetos se vuelve patológica.
Características del trastorno por acumulación
A diferencia de quienes tienden a almacenar muchos objetos, los afectados por el trastorno de acumulación perturban la convivencia y habitabilidad de su vivienda al invadir varias habitaciones o el pasillo, donde apilan objetos sin ton ni son y apenas dejan un pequeño camino por el que pasar. Incluso ocupan los sillones y sofás del comedor, de manera que para sentarse hay que retirar lo amontonado, o la cocina, con el peligro de infecciones e incendios que entraña.
Los afectados por el trastorno de acumulación perturban la convivencia y habitabilidad de su vivienda
«Todo el mundo guarda cosas por si acaso, pero hablamos de una acumulación extraordinaria, ya que los armarios y las estanterías no son suficiente y se invaden las habitaciones con pilas de objetos. Las personas afectadas llegan a ocupar más del 70% o el 75% del espacio de su domicilio. Atañe algo más a los hombres que a las mujeres y los afectados tienden a vivir solos«, precisa José Manuel Menchón, jefe del Servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario de Bellvitge (HUB), profesor de la Universitat de Barcelona y presidente de la International College of Obsessive Compulsive Spectrum Disorders (ICOCS).
En la actualidad, se estima que alrededor de un 6% de la población reúne objetos en exceso, pero la proporción de afectados por un trastorno de acumulación patológica es menor, del 2% o 3%, según datos presentados en la 7ª Reunión científica anual de la ICOCS en la Facultad de Medicina de la Universitat de Barcelona (UB), en el Campus de Ciencias de la Salud del HUB.
En la última revisión del «Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-V)» de la Asociación Americana de Psiquiatría, que data de mayo de este año, esta conducta problemática de acumulación enfermiza se ha clasificado como una entidad independiente del trastorno obsesivo compulsivo (TOC), mientras que en la anterior se incluía dentro de la esfera del TOC.
Trastorno por acumulación, distinto al síndrome de Diógenes
Es posible que en los hogares donde uno de los progenitores tienda a esta acumulación, los hijos la repitan por aprendizaje, no por herencia genética
El síndrome de Diógenes se presta a confusión con el trastorno por acumulación. No obstante, se diferencia de este porque las personas afectadas por síndrome de Diógenes no solo acumulan objetos, sino suciedad, alimentos y desperdicios, además de padecer un deterioro personal importante, al estar relacionado con la demencia, el alcoholismo crónico o la drogadicción. «Estas personas se abandonan, no se cuidan, mientras que quienes sufren un trastorno por acumulación llevan una vida más o menos normal y no padecen deterioro», explica Menchón.
Pero, ¿por qué tienden los afectados a guardar objetos sin criterio alguno? Menchón expone que son personas que realizan esta acumulación «por trastornos obsesivos de persistencia, de rigidez o de falta de flexibilidad cognitiva». El porqué de esta conducta no queda claro. Señala que hay una hipótesis evolutiva: «La conducta de acumular también existe en las especies animales, entre ellas la humana, y este comportamiento se acentúa en algunas personas que establecen una vinculación con los objetos». «Es normal que se otorgue un valor sentimental a unas fotografías y un valor más neutro a otros artículos, pero estas personas tienen una vinculación más alta e intensa con los objetos, desde el punto de vista emocional, de manera que les cuesta desprenderse de ellos. Se puede almacenar de dos formas: adquiriendo objetos y no desprendiéndose de ellos. En estas personas predomina más la dificultad para desprenderse«, agrega.
No hay profesiones que entrañen un mayor riesgo de acumular objetos, ni esta costumbre se explica del todo por factores genéticos. Pero es posible que en los hogares donde uno de los progenitores tienda a esta acumulación, los hijos la repitan por aprendizaje, pero no por herencia genética.
Acumular objetos, cuándo se convierte en un problema patológico
Puede resultar difícil trazar una línea entre la acumulación excesiva, pero no patológica, y la enfermiza, pero Menchón aconseja guiarse por estos criterios:
- ¿La acumulación altera el normal funcionamiento del domicilio? ¿El afectado no se conforma con apilar sus artículos en la mesa del despacho, los armarios y estanterías, sino que empieza a invadir el suelo del comedor, el despacho y el pasillo?
- ¿Colecciona objetos con una intención o finalidad o simplemente los almacena? El coleccionista reúne unos artículos determinados (libros, discos, figuritas), está más centrado en un tipo de cosa o información y no acumula cualquier cosa, sino que su objeto de interés está más acotado y definido. Busca una información determinada y sigue una planificación, mientras que el afectado por el trastorno acapara sin más, sin planificar.
- ¿La acumulación es selectiva, organizada y tiene un propósito, o la persona guarda cada objeto que le llega sin ser capaz de desprenderse de él?
En los pacientes con un trastorno por acumulación casi siempre es un familiar quien da el primer paso de animarlo para que acuda a un profesional. Algunos lo aceptan y siguen el tratamiento, pero a otros les cuesta de manera notable y, tras unas pocas visitas, lo abandonan.
El tratamiento que funciona mejor en estos casos es psicológico, por medio de la terapia cognitivo-conductual, en ocasiones con el apoyo de tratamiento farmacológico. “Esta terapia implica realizar cambios cognitivos sobre qué piensa el paciente acerca de estos objetos y qué valor y atribuciones les asigna. Por norma general, son ideas distorsionadas que les confiere un valor de utilidad futura. En definitiva, el tratamiento exige un cambio de comportamiento, que consiste en empezar a desprenderse de los objetos y aprender a tolerar el malestar o disgusto que provoca tener que hacerlo”, detalla José Manuel Menchón.
De hecho, en algunas culturas orientales se habla del mismo problema en distintos términos: el apego a lo material a través de hilos invisibles que unen a las personas a los objetos. En los últimos años han proliferado en Occidente numerosos libros sobre feng shui que, entre otras cuestiones, exponen que tener muchos objetos en la mesa de trabajo se puede considerar un desorden normal y creativo, pero cuando esos objetos se dejan ahí por largo tiempo, se acumulan, se estancan, crean un ambiente enfermizo y disminuye la energía. Para sanearlo y revitalizarlo, el feng shui propone realizar limpiezas y vaciados de forma periódica.