El próximo 22 de marzo se celebra el Día Mundial del Agua. Este año tiene un cariz especial, ya que el lema elegido hace referencia a la gran vinculación entre el agua y la seguridad alimentaria. Desde los países más desarrollados, la seguridad alimentaria se plantea como un derecho al consumo de alimentos exentos de contaminación, sanos y nutritivos, pero la seguridad alimentaria como concepto va más allá. En la mayoría de los casos, en estos países desarrollados el acceso a los alimentos está garantizado, algo que no ocurre en otras partes del mundo. Según la definición de la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la seguridad alimentaria existe cuando “todas las personas tienen en todo momento acceso físico y económico a suficientes alimentos inocuos y nutritivos para satisfacer sus necesidades alimenticias a fin de llevar una vida activa y sana”. Y esta posibilidad de acceso a alimentos inocuos y nutritivos tiene mucho que ver con el agua.
Sin agua potable, un recurso muy valioso y limitado, la seguridad de los alimentos no está garantizada, bien porque el alimento no puede llegar a producirse o porque está contaminado. Además, hay que tener en cuenta que el agua de bebida en sí es una necesidad fisiológica para todos los habitantes del mundo. Las estimaciones indican que las personas necesitan entre dos y cuatro litros de agua a diario. Un dato alarmante si se tiene en cuenta que en la actualidad el planeta tiene una población aproximada de 7.000 millones de personas y se prevé que se alcanzarán los 9.000 millones para el año 2050.
Agua potable, agua contaminada
Diarreas, malaria o parasitosis son algunos ejemplos de contaminación biológica del agua por bacterias, parásitos o virus
El informe «Progress on Drinking Water and Sanitation 2012» («Progreso sobre el agua potable y saneamiento 2012»), de UNICEF y la Organización Mundial de la Salud (OMS), estima que menos del 11% de la población mundial -783 millones de personas- no tiene acceso a agua potable. Mientras, casi 1,5 millones de niños mueren cada año debido a enfermedades causadas por aguas no potables y contaminadas, según datos de la UNESCO. El desarrollo de enfermedades relacionadas con el consumo de agua contaminada por la falta de acceso a este alimento es una de las principales causas de mortalidad en los países en desarrollo y, en especial, entre los niños.
Más del 80% de las enfermedades en estos países están relacionadas con el consumo de agua insalubre. Diarreas, malaria, parasitosis o hepatitis A son algunos ejemplos de contaminación biológica del agua por bacterias, parásitos o virus. Además, otros tipos de contaminaciones como la química, procedente de vertidos industriales, podrían causar intoxicaciones agudas, pero también enfermedades a medio y largo plazo.
Deterioro de la calidad del agua
El actual nivel de crecimiento poblacional, el incremento urbano, la contaminación química y las especies invasivas son los principales factores que contribuyen al deterioro de la calidad del agua. Las consecuencias para el medio ambiente y la humanidad son considerables y muy negativas. Y no solo es un problema de los países en desarrollo. La calidad del agua potable, que puede consumirse sin restricciones desde el punto de vista de la salud, es una cuestión global que preocupa en los países de todo el mundo por su repercusión en sus habitantes. Pero este no es el principal problema. La mayor parte del agua que se consume está incorporada en los alimentos y no solo porque estos la contengan, sino porque producir alimentos requiere grandísimas cantidades de agua.
Así lo explica la llamada «Teoría del agua virtual», desarrollada hace casi 20 años por un profesor universitario del Reino Unido que explica un concepto que hace referencia al gasto real de agua en el ámbito general. La estimación de gasto de agua, según esta teoría, contempla todo tipo de aspectos: producción de alimentos, servicios, embalajes y transporte, entre otros. De ahí que se asocien cifras de gasto de agua tan elevadas en la producción alimentaria. Para producir un kilo de carne de vacuno, es necesario gastar unos 15.500 litros de agua, una cifra que contempla la suma del uso del agua en las distintas etapas de la cadena de producción: agua para los cultivos con los que se alimenta a un animal, consumo del propio animal, transporte al matadero, sacrificio y despiece, envasado.
Esta «Teoría del agua virtual» toma especial relevancia en la actual celebración 2012 del «Día Mundial del Agua», ya que relaciona consumos de agua con producción de alimentos y, por ende, con seguridad alimentaria. Consumos que, según sus estimaciones, serían del todo insostenibles. Este es un grave problema si se tiene en cuenta el previsible incremento poblacional para las próximas décadas y los actuales problemas de abastecimiento de agua.
Agua y alimentos
La principal cuestión que se aborda este 22 de marzo es la política que se necesita adoptar para hacer frente a la demanda de agua, garantizar su abastecimiento y ser capaces de producir los alimentos necesarios para satisfacer la necesidad mundial. Las recomendaciones de los expertos acerca del agua y la seguridad alimentaria son:
Consumir productos que hagan un uso menos intensivo del agua.
Reducir el desperdicio de alimentos. Nunca se consume el 30% de los alimentos producidos en todo el mundo y el agua utilizada para su elaboración se pierde de forma definitiva.
Producir más alimentos, de mejor calidad, con menos agua.
Llevar una alimentación saludable.
En todas y cada una de las etapas de la cadena de suministro, desde los productores hasta los consumidores, es posible tomar medidas para ahorrar agua e intentar asegurar la producción de alimentos para todos.
La Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó el 22 de diciembre de 1993 la resolución por la cual se declaró el 22 de marzo como “Día Mundial del Agua”, en conformidad con las recomendaciones de la Conferencia de la Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo contenidas en el capítulo destinado a los Recursos de Agua Dulce de la Agenda 21. Se invitó entonces a los diferentes estados a consagrar este día, en el marco del contexto nacional, a la celebración de actividades concretas, como el fomento de la conciencia publica a través de la producción y difusión de documentales y la organización de conferencias, mesas redondas, seminarios y exposiciones relacionadas con la conservación y desarrollo de los recursos hídricos, así como con la puesta en práctica de las recomendaciones de la Agenda 21, un programa para desarrollar la sostenibilidad en todo el planeta, aprobado por 173 gobiernos en la Conferencia de las Naciones Unidas.
Lejos de ser una mera conmemoración, los organizadores promulgan que este sea un día de reivindicación en el que se tome conciencia de la gran importancia presente y futura de preservar un bien tan preciado como es el agua.