El acceso a agua potable continúa siendo uno de los principales retos de los Objetivos de Desarrollo del Milenio. A pesar de que se trata de un importante recurso natural, la precariedad de algunas de las técnicas de gestión utilizadas incide directamente en que 1.100 millones de personas en todo el mundo sigan privadas de acceso a un abastecimiento de agua potable sostenible, y que unos 2.600 millones carezcan de instalaciones de saneamiento básicas. Estas deficiencias se traducen en la aparición de enfermedades provocadas tanto por microorganismos como por sustancias químicas presentes en el agua.
Se estima que en todo el mundo más del 20% de la población no tiene acceso a agua de calidad. El problema forma parte de uno de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, que debería cumplirse en 2015, y que se fundamenta en reducir a la mitad el número de personas sin acceso sostenible a agua potable y saneamiento básico. Cada año podría salvarse la vida de 1,6 millones de personas si tuvieran acceso a abastecimientos de agua potable e instalaciones sanitarias e higiénicas, según datos recogidos en el segundo Informe de la ONU sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos en el Mundo, presentado en México con motivo del IV Foro Mundial del Agua, que se celebra del 16 al 22 de marzo.
Desde hace años se habla de crisis mundial del agua, y es que el incremento de la población y el desarrollo industrial son algunos de los factores que más directamente han influido al desgaste de este alimento, con problemas como la contaminación y el deterioro del medio natural, que afecta a la vez a la salud de las personas, sobre todo si se tiene en cuenta que la población mundial necesitará en 2030 un 55% más de alimentos para subsistir, lo que se traducirá, según la ONU, en un incremento de la demanda de agua para la siembra de cultivos, que actualmente representa el 70% de toda el agua destinada al consumo humano.
A pesar de ser uno de los recursos naturales más abundantes, casi la totalidad del agua del planeta no es apta para consumo humano. Debe tenerse en cuenta que el agua dulce sí es un recurso limitado (sólo el 2,5% del agua de todo el planeta es dulce). Ello justificaría que acrecentar la productividad del agua siga siendo uno de los ejes centrales de la lucha para un acceso sostenible, no sólo en los países en desarrollo sino también en países desarrollados. En la UE, por ejemplo, el problema se centra, más allá de la escasez o la calidad del agua, en la mala distribución de los recursos hídricos o la contaminación del agua.
Necesidades hídricas
Los recursos hídricos deben garantizar el acceso a agua potable y asegurar la producción de alimentos
Las previsiones sobre el futuro hídrico no son muy alentadoras, ya que se espera que para 2007 la mitad de la población mundial viva en ciudades, y para 2030 dicha proporción llegue a los dos tercios de la población, lo que se traduce, según el informe de la ONU, en un incremento de la demanda de agua en las zonas urbanas. Los retos más inmediatos engloban factores como la sequía, inundaciones, contaminación o distribución del agua, que serán ampliamente tratados en el IV Foro Mundial del Agua. Bajo el lema Acciones locales para un reto global, el encuentro parte de la idea de que una «gestión integrada de los recursos hídricos» permite disponer de agua para la alimentación y el medio ambiente.
Sin embargo, si continúa el ritmo actual en cuanto a inversiones y acciones en el sector hídrico, el acceso universal al agua potable no podrá anticiparse de forma razonable hasta el año 2050 en África, el 2025 en Asia y el 2040 en América Latina y el Caribe, según la ONU. Las principales demandas de los recursos hídricos son el acceso a agua potable, la higiene y la producción de alimentos. Preservar estas cualidades implica, entre otros muchos factores, garantizar la producción segura de alimentos.
En vísperas de la celebración del Día Mundial del Agua, el próximo 22 de marzo, el informe de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos en el Mundo alerta de que en 2030 la población mundial necesitará, si continúa aumentando, «un 55% más de alimentos para poder subsistir», lo que se traducirá en un incremento de la demanda de agua para regadíos. Según el mismo informe, y pese a que la producción de alimentos ha aumentado de forma considerable en los últimos 50 años, el 13% de la población mundial (unos 850 millones de personas) siguen sin tener acceso a los alimentos necesarios.
Entre 2 y 5 millones de personas, la mayoría de ellas niños, mueren cada día por enfermedades relacionadas con el agua que son previsibles, según la ONU. En zonas en las que la provisión de agua es insuficiente o nula, la tasa de mortalidad en la población infantil se multiplica por 20 respecto a zonas con unas adecuadas instalaciones.
Estos factores explican la estrecha vinculación entre la salud humana y condiciones relacionadas con el agua, como la potabilidad, el saneamiento adecuado, la reducción de la carga de enfermedades relacionadas con el agua y la existencia de ecosistemas de agua dulce salubres.
Las enfermedades relacionadas con el uso de agua incluyen las que están causadas tanto por microorganismos como por sustancias químicas presentes en el agua potable. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), un total de 1,8 millones de personas en todo el mundo fallecen cada año a causa de enfermedades diarreicas (incluido el cólera), y el 88% de las enfermedades diarreicas se atribuyen a una dudosa calidad del agua, la precariedad de los servicios de saneamiento y la falta de higiene.
La mejora de la calidad del agua potable mediante el tratamiento de agua doméstica, por ejemplo con la cloración en el punto de consumo, puede reducir entre un 35% y un 39% los episodios de diarrea, según la organización sanitaria internacional. Además, esta mejora reduce entre un 6% y un 25% la morbilidad por diarrea, y la mejora del saneamiento reduce la morbilidad por diarrea en un 32%.