Alcance alimentario de la biotecnología

La capacidad de la biotecnología en el ámbito agroalimentario es prometedora si bien es necesario un uso razonable de sus aplicaciones y mayores controles, aseguran los expertos
Por Marta Chavarrías 26 de abril de 2007

Las aplicaciones biotecnológicas han crecido de forma significativa en los últimos años. Uno de los ámbitos en los que más se ha reflejado este crecimiento ha sido el de la producción primaria y agroalimentaria, cuya importancia es reveladora sobre todo desde el punto medioambiental y de la salud pública. Cría de ganado, aditivos para la alimentación animal, producción de enzimas o plantas modificadas genéticamente son algunas de estas aplicaciones, lo que plantea numerosos retos a autoridades públicas y la necesidad de afianzar controles normativos más prospectivos.

En el ámbito agroalimentario europeo, el 20% del volumen de ventas corresponde a la biotecnología, según datos del estudio Biotecnología para Europa (Bio4UE), que presenta una exhaustiva reseña de las posibles aplicaciones, con ejemplos concretos, de la biotecnología, y evalúa su incidencia desde el punto de vista económico, social y medioambiental. A través de la biotecnología se han desarrollado, por ejemplo, productos de diagnóstico y veterinarios, principalmente vacunas, destinados al control y la vigilancia de algunas de las enfermedades animales más importantes, zoonosis y seguridad alimentaria.

En su momento, por ejemplo, el desarrollo de métodos biotecnológicos de vigilancia de la encefalopatía espongiforme bovina (EEB) en la UE permitió realizar análisis a un número considerable de muestras con el fin de hacer cumplir el nivel de vigilancia requerida por la legislación europea para el control del mal de las vacas locas. Otro de los campos que más se ha beneficiado de la biotecnología es el de la detección precoz de la salmonella, uno de los patógenos más comúnmente relacionados con intoxicaciones alimentarias en la UE, ya que cuenta con métodos de diagnóstico eficaces.

Pero si un campo merece ser mencionado en términos biotecnológicos este es el de las plantas modificadas genéticamente. Si bien hasta ahora las el objetivo marcado ha sido el de mejorar características de las plantas para hacerlas más resistentes a plagas, por ejemplo, los responsables del estudio confían en que las tecnologías de modificación genética encuentren aún más aplicaciones en el ámbito de los métodos industriales. Pero antes abogan por evaluar las ventajas y los riesgos del uso de los organismos modificados genéticamente (OMG) en todos los sectores, teniendo en cuenta sus efectos sobre el medio ambiente y la salud, así como su aceptación por parte de los consumidores europeos. Lo más idóneo, aseguran, es hacerlo desde la aplicación de análisis de riesgos individuales y a través de medidas de gestión de los riesgos para prevenir contaminaciones de la cadena alimentaria humana o animal por productos destinados únicamente al uso industrial, como cuando los cultivos se destinan a la producción de sustancias farmacéuticas.

Respuestas a nuevos interrogantes

El informe reconoce que las aplicaciones biotecnológicas en agroalimentación han mejorado la eficiencia de la producción y la seguridad de los alimentos

Considerar que algunos de los resultados obtenidos hasta ahora son prometedores no debería ser nada nuevo. Lo que sí debería tenerse en cuenta es que, de la misma manera que avanza la investigación, deberían estrecharse algunas medidas de control. Para ello, la labor de los responsables de la elaboración de políticas pasar por mantener un enfoque amplio y flexible capaz de adaptarse a la evolución de la investigación y a nuevos retos. Algunos de estos desafíos vienen marcados, por ejemplo, por el uso potencial, en el sector agroalimentario, de animales clonados o de su descendencia, o el uso de pollos modificados genéticamente para la producción en sus huevos de sustancias farmacéuticas.

La Comisión Europea, que no duda de que las posibilidades de desarrollo de la biotecnología en la producción primaria y agroalimentaria «son enormes», sobre todo por la posibilidad de sustituir algunos de los procesos químicos, admite que algunas de estas tecnologías «deben ser objeto de un control riguroso». A pesar de que el marco jurídico europeo para los OMG, uno de los que deben estar más activos, ya tiene en cuenta los posibles efectos a largo plazo sobre la salud, la seguridad de la cadena alimentaria y el respeto de otros modos de producción agraria, en algunos casos es necesario continuar desarrollando medidas de gestión de los riesgos para productos diseñados para uso industrial, como la producción de biocarburantes.

Para Janez Potocnik, comisario de Ciencia e Investigación de la UE, la biotecnología «desempeñará un papel importante a la hora de afrontar retos de seguridad alimentaria», entre otros. Para ello, la UE ha diseñado herramientas el Séptimo Programa Marco, en el que se inscribe la Estrategia sobre Biotecnología, un medio que permitirá «debatir los pros y contras de la biotecnología». Ahora, y durante los próximos meses, los ministros europeos responsables de investigación revisarán la propuesta, cuya aplicación está programada para 2010.

APUESTA POR MÁS INVESTIGACIÓN

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¿Qué hacen los expertos para la biotecnología? En España, por ejemplo, más de 120 han firmado la declaración Ciencia, progreso y medio ambiente, que aboga por la investigación y el uso de las plantas transgénicas. De lo que se trata, aseguran, es de dar la oportunidad a la agricultura española de progresar mediante el uso de las oportunidades que ofrece esta tecnología. Para ello, se valen de que no existen, por el momento, argumentos científicos para dudar de la seguridad y la eficacia de las variedades de plantas transgénicas aprobadas en la UE. La cuestión que plantean es por qué ante problemas medioambientales como la falta de agua, la erosión del suelo o el aumento de las emisiones de CO2 no se favorece el desarrollo de una agricultura más moderna y eficiente mediante el uso de transgénicos.

La declaración, que justifica su presencia ante la proclamación de 2007 como Año de la Ciencia en España, admite que las variedades aprobadas hasta ahora superan un riguroso proceso de autorizaciones basado en la evidencia científica, el principio de precaución y el derecho a elegir de los consumidores, un 74% de los cuales los acepta en España, según los resultados del Eurobarómetro de 2005. Por este motivo, solicitan que las modificaciones genéticas aprobadas por las autoridades europeas sean aceptadas o rechazadas «en función de que sus resultados sean positivos o no para sus usuarios», y no por otras razones.

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