En los últimos años se ha reforzado de manera considerable el vínculo entre el bienestar de los animales, la salud animal y las enfermedades transmitidas por los alimentos. Esta relación se fundamenta en el hecho de que los factores de estrés y de malestar en los animales pueden llevar a una mayor carga de enfermedades y, por tanto, suponer un riesgo para los consumidores a través de las infecciones transmitidas por los alimentos, como Salmonella, Campylobacter y E. coli. El bienestar de los animales, por tanto, es importante y depende de factores como las condiciones de cría o de transporte. El artículo explica las últimas medidas aprobadas para mejorar el bienestar animal en todo el mundo y por qué debe ser una prioridad.
La seguridad alimentaria, la protección del medio ambiente y el bienestar animal son tres de los temas que más preocupan al consumidor sobre los sistemas de producción de alimentos actuales. Las mejoras en la protección de los animales tienen el potencial de reducir los riesgos en las explotaciones agrícolas y, por tanto, de disminuir la carga de enfermedades y la difusión de patógenos procedentes de los animales de granja.
Los factores de estrés y malestar en las explotaciones ganaderas pueden conducir a una mayor susceptibilidad a la enfermedad por parte de los animales. Esto puede suponer un riesgo para los consumidores a través de las infecciones transmitidas por los alimentos. Además, los factores que han demostrado tener un impacto importante en el bienestar son el espacio y el hacinamiento, las condiciones de transporte o los métodos de aturdimiento y sacrificio.
Durante los últimos 15 años, el bienestar animal ha sido para la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) uno de los temas prioritarios. Para este organismo, los principios básicos están recogidos en las «Cinco Libertades», publicadas en 1965, para describir el derecho al bienestar que tienen los animales: libre de hambre, sed y desnutrición; libre de miedos y angustias; libre de incomodidades físicas o térmicas; libre de dolor, lesiones y enfermedades; y libre para expresar las pautas de comportamiento. El pasado mes de diciembre, la OIE celebró la 4ª Conferencia mundial sobre bienestar animal, titulada ‘Bienestar animal para un mundo mejor’, en la que se analizó una nueva estrategia mundial de bienestar animal.
Nueva estrategia de bienestar animal
Se ha demostrado que los sistemas de producción de alimentos y preocuparse por el bienestar animal puede mejorar la productividad, la calidad y la inocuidad de los alimentos y, por tanto, puede contribuir a la seguridad alimentaria. Así, se ha comprobado que el estrés en vacas lecheras repercute en la producción de leche y su bienestar y que una dieta rica en fibra para cerdas jóvenes reduce la tensión entre el ganado.
El bienestar animal se identificó como una de las prioridades del tercer Plan Estratégico de la OIE para el periodo 2001-2005. Desde entonces se ha ido sucediendo la aprobación de recomendaciones y directrices destinadas a mejorar las prácticas de bienestar animal. Este tema también es prioritario en la Unión Europea, donde, en los últimos 40 años, la legislación en este campo ha evolucionado gracias a nuevos conocimientos científicos, más sólidos.
El pasado mes de diciembre, 430 participantes en la 4ª Conferencia de la OIE sobre bienestar animal aprobaron una serie de recomendaciones destinadas a «promover la mejora del bienestar animal en todo el mundo». Uno de los objetivos, como ya ha pasado con la producción vegetal, es tomar mayor conciencia medioambiental y hacer que la cría animal contribuya a llevar a cabo prácticas más respetuosas con los animales. Para los expertos asistentes a la conferencia, uno de los retos es conseguir la «seguridad alimentaria de los alimentos de origen animal reforzando las sinergias que permiten controlar las enfermedades animales que ponen en riesgo la salud pública y representan una amenaza para otros países».
La futura estrategia aprobada se basa en desarrollar normas internacionales sobre bienestar animal; mejorar el refuerzo de capacidades y la educación de los servicios veterinarios considerados imprescindibles en este campo; establecer una comunicación eficaz entre gobiernos, organizaciones, servicios veterinarios y consumidores; e implementar normas y políticas sobre bienestar animal.
Bienestar animal, una prioridad
En 2008, un informe del Parlamento Europeo aseguraba que uno de los problemas de los sistemas de producción intensiva es la alta concentración de animales en las granjas, lo que se traduce en un aumento del riesgo de difusión de enfermedades en la dificultad de controlarlas. Entonces, bienestar animal, vacunación, transporte o bioseguridad de las explotaciones ganaderas se convirtieron en las prioridades de la Estrategia de salud Animal, basada sobre todo en la prevención. Y ha quedado demostrado que las condiciones ambientales y de manipulación a las que se someten los animales cuyos productos se destinan al consumo humano son factores que se deben tener en cuenta en seguridad alimentaria. En función de cómo sean y se hagan dependerá la calidad final del producto y la eliminación de posibles patógenos.
Una de las prioridades europeas es integrar el concepto de bienestar animal en la cadena alimentaria, lo que obliga a desarrollar estrategias dirigidas a la vigilancia de las explotaciones ganaderas y sistemas de información que acompañan a los alimentos. El reto es, desde hace años, estrechar la relación entre el producto animal que llega al consumidor con las prácticas de cría aplicadas en la granja. En esta tarea deben confluir los trabajos de productores (gestión y control de sus animales), certificadores (evaluación de granjas y mataderos) y consumidores, que cada vez son más exigentes y están más concienciados de los alimentos que adquieren y cómo se han producido.
Conceptos como el valor nutritivo, la seguridad de los alimentos y el bienestar han sido asumidos por buena parte de la sociedad, que demanda estándares cada vez más exigentes. Los progresos que se hagan en bienestar animal, como el último de la OIE, indican la necesidad de adaptarse a las exigencias de los consumidores y las normas que se aprueban. El objetivo es que los animales no sufran «miedo, estrés, angustia o hambre prolongada».