Un grupo de investigadores de la Universidad de George Washington (EE.UU) ha relacionado el consumo de comida rápida con la presencia de productos químicos potencialmente dañinos para la salud. En concreto, han encontrado que las personas que comen comida rápida tienden a tener niveles más altos de ftalatos, compuestos usados en envases para que sean más flexibles pero no frágiles y que se han relacionado con mayores tasas de infertilidad, sobre todo en hombres. El artículo explica cómo afecta la presencia de sustancias químicas en los envases de comida rápida y qué riesgos suponen los ftalatos, empleados en la fabricación de envases plásticos.
La comida rápida servida en los establecimientos, pese a que en los últimos años ha diversificado su oferta en un intento de hacerla más sana y menos calórica, continúa siendo una alternativa poco recomendada por su importante aporte en calorías y poco interés nutricional. A todo ello se le sumaría ahora otro posible enemigo e inconveniente: el de los contaminantes químicos. Entre las sustancias más estudiadas están los contaminantes naturales procedentes de la tierra, los que resultan de la producción y el envasado de alimentos y los que se generan tras algún proceso de cocción. Debe tenerse en cuenta que la posibilidad de que sean componentes dañinos depende de factores como la cantidad, la frecuencia y el tiempo de exposición.
Sustancias no naturales en los envases
En la nueva investigación, los expertos determinan que el riesgo no procede tanto de la comida en sí como del proceso por el que se prepara. El estudio, publicado en Environmental Health Perspectives, ha consistido en evaluar en casi 9.000 personas cómo la comida rápida se puede relacionar con la presencia de ciertas sustancias químicas no naturales. Los datos se recogieron a través de encuestas nutricionales llevadas a cabo entre 2003 y 2010, y en ellas se incluye información sobre las dietas de los participantes y los resultados de las muestras de orina tomadas, lo que permitió a los científicos medir los niveles de tres productos químicos distintos.
Las personas que habían ingerido comida rápida en las últimas 24 horas tenían niveles más altos de ftalatos
Uno de los resultados mostró que los participantes que dijeron que habían ingerido comida rápida en las últimas 24 horas tendían a tener niveles mucho más altos de dos ftalatos: DEHP o dietil hexil ftalat y DiNP o ftalato de diisononilo.
Debe tenerse en cuenta que la contaminación química a través de los alimentos se debe a la contaminación ambiental del aire, agua y suelo (metales tóxicos o dioxinas) o el uso de productos químicos. Se trata de sustancias que pueden estar presentes en los alimentos como resultados de las distintas etapas de producción, envasado, transporte o almacenamiento. Según determina la legislación europea vigente, todo alimento que contenga niveles de contaminantes inaceptables desde un punto de vista de la salud pública no se puede poner en el mercado.
Ftalatos y riesgos en las personas
Los ftalatos se utilizan para hacer envases de alimentos con mayor flexibilidad. Existe una creciente preocupación de que los productos químicos podrían representar una variedad de riesgos en la salud de las personas. En 2012, un estudio encontró una fuerte asociación entre la presencia de DEHP y la diabetes. En 2013, otro corroboraba la relación entre la sustancia y el riesgo de distintas enfermedades alérgicas en niños.
Muchos gobiernos ya han tomado cartas en el asunto con el fin de limitar la exposición a estos químicos. La Unión Europea ha limitado el uso de esta sustancia química (hay límites legales a la cantidad de ftalatos que pueden migrar del envase a la comida) y en EE.UU. se ha restringido su empleo en juguetes. Algunos expertos sugieren que la fuerte relación que la comida rápida guardaría con esta sustancia estaría en el procesamiento que utilizaría esta industria: maquinaria, cintas transportadoras, plástico,…
Estos disruptores endocrinos no están unidos químicamente al polímero de plástico, motivo por el cual el calor o las ondas de microondas hacen que se liberen de los envases de los alimentos y migren a la comida. El contenido de cada contaminante es distinto en función del alimento. Así, se relaciona el DEHP con cereales, y el DiNP con alimentos cárnicos y también con los cereales. Según datos de la Comisión Europea, los riesgos químicos notificados con más frecuencia el 2015 tuvieron que ver con productos como joyas de fantasía, metales pesados nocivos, como el níquel o el plomo, y juguetes con ftalatos.
El bisfenol A es una sustancia empleada en la elaboración de materiales en contacto con alimentos que está generando un importante debate en el seno de la UE. El pasado mes de enero, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) emitía un informe en el que consideraba el bisfenol A (BPA) como seguro. Una de las medidas ya adoptadas sobre esta sustancia fue la prohibición de usarla en la fabricación de biberones. Este producto se utiliza para hacer policarbonato y resinas epoxi-fenólicas, un tipo de plástico rígido transparente que se emplea para elaborar envases de alimentos, así como otros objetos. Su uso está permitido en la UE, aunque Francia prohibió, en 2015, fabricar, importar, exportar y comercializar envases con esta sustancia.