Campylobacter es una de las principales causas de intoxicación alimentaria. En la mayoría de los casos, se produce por el consumo de carne de ave poco cocinada. Determinar qué es lo que convierte este patógeno en uno de los más comunes podría ayudar a encontrar nuevas formas de controlarlo. Un nuevo estudio, realizado por expertos del Instituto de Investigación Alimentaria británico (IFR), aventaja este patógeno frente otros como E. coli o Salmonella y le atribuyen la capacidad de cambiar su comportamiento para encontrar el lugar más idóneo para “alimentarse”. El artículo explica en qué consiste esta capacidad, lo que denominan “navegación por satélite” del mundo bacteriano.
La bacteria Campylobacter, responsable de unos nueve millones de casos de campylobacteriosis humana en la Unión Europea cada año, según la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (ESA), posee una serie de sistemas capaces de detectar cuál es el mejor ambiente para mantenerse y, si es necesario, alterar su comportamiento para dirigirse donde hay más «alimentos». Según los investigadores del Instituto de Investigación Alimentaria británico (IFR), esta bacteria estaría dotada de una especie de «sistema de navegación por satélite» que le permite «nadar» con un rumbo marcado, algo que no poseerían otros patógenos como E. coli o Salmonella. Para los responsables de la investigación, conocer cómo actúan estos sistemas de navegación ayudará a prevenir enfermedades en un futuro provocadas por este u otros patógenos.
Un GPS para Campylobacter
La principal preocupación de Campylobacter es la necesidad de alimentarse y encontrar un medio adecuado
Campylobacter necesita encontrar suficiente comida para mantenerse, así como un medio adecuado para respirar y generar energía. Este patógeno tiene una especie de cola larga, los flagelos, que utiliza para nadar y moverse. Las bacterias en general están adaptadas para sobrevivir en distintos ambientes y adoptan distintos mecanismos para detectar y responder a las distintas necesidades ambientales. Una de estas capacidades es moverse hacia lugares de supervivencia más favorables. En el caso de Campylobacter, este es capaz de buscar lugares donde alimentarse mejor y, en menor medida, en los que la respiración sea más fácil.
Además de la capacidad para «nadar», es importante para su supervivencia establecer un rumbo concreto y fijo, como hace Campylobacter, cuya principal preocupación es la «necesidad de alimentarse», según los expertos de IFR. Para Mark Reuter, principal investigador, «moverse sin rumbo no es eficiente», se necesita, como hace Campylobacter, saber dónde se quiere ir. Este patógeno debe encontrar, si quiere sobrevivir, suficiente comida para mantenerse, así como un medio adecuado para llevar a cabo la respiración, lo que los expertos denominan «proceso de generación de energía». El patógeno prioriza, más que un lugar donde la respiración sea más eficiente, un «lugar más nutritivo» en el que alimentarse.
Aves, principal reservorio
Las aves, entre las que se incluyen pollos, gallinas ponedoras, patos, pavos, ocas o codornices, son el principal reservorio de Campylobacter spp., aunque no deben excluirse el ganado bovino, ovino, porcino o roedores. En la mayoría de los casos, la bacteria aparece tras el nacimiento del animal, que puede ser portador permanente. Por este motivo, la vía de infección más frecuente suele ser el consumo de carne procedente de animales portadores, así como de leche no pasteurizada. También puede sobrevivir en el agua durante semanas, y pasar a aguas superficiales o de consumo.
Si el agua no recibe el tratamiento adecuado, puede ser también vía de infección en animales y humanos. Tomar las medidas oportunas en la granja también es determinante para controlar Campylobacter. En este caso, y según Mark Stevens, de la Escuela Veterinaria de la Universidad de Edimburgo, «la solución no sería el uso continuo de antibióticos» por el consecuente riesgo de desarrollo de resistencia.
Campylobacter está presente en el intestino de los animales, sobre todo aves de corral, que puede causar diarrea, dolor de estómago y vómitos. Muchas de estas aves no desarrollarán la enfermedad ni mostrarán síntomas, por tanto, no se puede identificar fácilmente. La contaminación se produce por comer carne mal cocida, o por contacto directo con animales infectados, o por beber leche contaminada. Campylobacteriosis suele desaparecer por sí sola sin tratamiento. Para evitar contraer la enfermedad, deben cocinarse bien los alimentos, sobre todo la carne de pollo, y lavarse bien las manos después de ir al baño y antes de manipular alimentos.