A día de hoy muchos ciudadanos parecen reacios a acudir a bares y restaurantes, a pesar de algunas imágenes que hemos visto en los telediarios. Y es que no basta con aplicar medidas para garantizar la seguridad de la clientela. También es cuestión de que esas personas se sientan seguras y cómodas. En el sector hostelero lo saben bien y por eso se ha creado la marca “Covid Free”, que otorga sellos distintivos a los establecimientos que cumplen unas determinadas normas de seguridad e higiene. Sin embargo, el Gobierno ha rechazado esta idea, ya que es imposible acreditar que un establecimiento está libre de coronavirus. En cualquier caso, la cuestión parece ir más lejos, porque para volver a bares y restaurantes, no solo se trata de la confianza que puedan brindar los establecimientos, sino también de la situación de la pandemia y de la percepción que tengamos de ella.
Bares y restaurantes: ¿qué podemos encontrar en cada fase?
La vuelta paulatina a la normalidad ha sido planificada por el Gobierno en cuatro fases, considerando criterios como la transmisión del virus (por ejemplo, el número de casos confirmados en los últimos siete días), la gravedad de la situación (por ejemplo, el número de personas fallecidas en la última semana) y la capacidad de detección y respuesta (por ejemplo, el número de camas de cuidados intensivos por cada 10.000 habitantes). En el caso concreto del sector hostelero, las medidas se basan principalmente en mantener el distanciamiento físico:
- Fase 0: solo se permite la entrega a domicilio y la recogida de pedidos por los clientes en los establecimientos.
- Fase 1: se autoriza la apertura de terrazas al aire libre, con un aforo máximo del 50 % con respecto al año anterior y manteniendo una distancia mínima de seguridad de dos metros. Solo se admite un máximo de 10 personas por mesa o agrupación de mesas.
- Fase 2: se permite el consumo en el interior de los establecimientos, pero solo en servicio de mesa y con aforo limitado. Las barras deben permanecer cerradas.
- Fase 3: se amplía el aforo para el consumo en mesa y se abre la barra, estableciendo una separación suficiente entre clientes.
Mantener la distancia y evitar el contacto
Algunas de las medidas que veremos en los establecimientos hosteleros están recogidas en la legislación, mientras que otras son directrices o recomendaciones. Todas ellas están enfocadas a evitar el contagio teniendo en cuenta una piedra angular: las vías de transmisión del virus.
Se ha repetido ya en infinidad de ocasiones, pero nunca está de más recordar, que la principal forma de contagio es la transmisión del virus de persona a persona a través del aire, por medio de las pequeñas gotas que expulsamos al respirar, toser o estornudar. En este sentido, la mejor forma de prevención es el distanciamiento físico, por lo que se recomienda mantenerse a una distancia de al menos 1,5-2 metros de otras personas. Las mascarillas ayudan a reducir el contagio, pero no son efectivas por sí solas, así que debemos considerarlas como una medida complementaria.
Otra vía de contagio, aunque de menor importancia por ser menos frecuente, consiste en la transmisión del virus a través del contacto, cuando tocamos objetos contaminados y nos llevamos las manos a la cara. La forma de prevención en este caso consiste en tratar de evitar ese contacto y no tocarnos la cara, así como lavar las manos con frecuencia, y limpiar y desinfectar objetos y superficies.
Debemos tener presentes estos aspectos en todo momento, tanto si somos clientes de un bar o restaurante, como si somos trabajadores en dichos establecimientos.
¿Podemos fiarnos de los alimentos?
Los alimentos no se consideran una forma de transmisión del nuevo coronavirus y, hasta el momento, no se ha documentado ningún caso de contagio por esta vía. Sin embargo, como cualquier otro objeto, son susceptibles de contaminarse (por ejemplo, si una persona portadora del virus tose o estornuda sobre ellos), por lo que es necesario extremar las medidas de precaución a la hora de manipularlos. Eso no significa que se deban adoptar grandes cambios en este sentido, ya que las normas que ya existían hasta ahora en el sector alimentario para evitar la contaminación de los alimentos también son útiles para este virus.
Consisten básicamente en mantener una serie de medidas de higiene personal, como usar gorro y ropa específica de trabajo, no llevar joyas, relojes y otros objetos personales, no toser, estornudar, hablar ni comer mientras se manipulan alimentos y lavar las manos con frecuencia y cada vez que sea necesario. Además, deben seguirse unas normas básicas de manipulación: lavar y desinfectar siempre que sea necesario los alimentos, las superficies de trabajo y los utensilios; separar los alimentos y los utensilios sucios de los que están limpios; calentar los alimentos a temperatura suficiente (a unos 65 ºC durante un minuto se destruye el virus); y conservarlos en frío, a una temperatura de 4 ºC o menos (no es útil para eliminar el virus, pero evita el desarrollo de bacterias patógenas).
Así pues, las únicas medidas extraordinarias que veremos en las cocinas consisten en la delimitación de espacios, para mantener el distanciamiento físico entre los trabajadores, y el uso de mascarillas, para reducir la probabilidad de contaminación y de contagio.
Para evitar que los alimentos se contaminen desde que son cocinados hasta que llegan al cliente, es necesario protegerlos adecuadamente. Si se trata de comida para llevar o para servir a domicilio, deben emplearse envases limpios y aptos para uso alimentario, mientras que si son alimentos o bebidas para servir en una terraza, deberían estar protegidos convenientemente (por ejemplo, los alimentos deberían estar cubiertos por envases o tapaderas y las botellas de bebida deberían ser abiertas y servidas en el momento). Los trabajadores deberían llevar mascarilla y mantener el distanciamiento físico, además de aplicar las medidas de higiene personal que ya se exigían con anterioridad.
Hostelería, fase a fase
Como ya hemos mencionado, el principal riesgo no está en el contagio a través de los alimentos, sino en el que se puede producir por el contacto entre personas. Durante la Fase 0, esto es algo fácilmente controlable porque solo se permite la recogida en local o el servicio a domicilio. En esas situaciones se puede evitar el contacto físico utilizando sistemas de pago electrónico y manteniendo la distancia de seguridad (1,5-2 metros) durante la entrega de los pedidos. ¿Y en la Fase 1?
- Nos encontraremos terrazas abiertas, pero con el aforo al 50 %, las mesas separadas a una distancia segura y en muchos casos acotadas por cintas o marcas en el suelo.
- No podremos hacer un uso arbitrario del equipamiento de la terraza (por ejemplo, mover las sillas y las mesas de un lado a otro), porque eso puede dificultar su desinfección.
- Además, veremos cartelería para informar de las pautas de higiene y desinfección, así como dispensadores de geles desinfectantes. También habrá carteles para indicar que no podemos ocupar una mesa sin que el personal del establecimiento nos acomode (de este modo se pretende evitar las aglomeraciones).
- Otro de los cambios que notaremos es la ausencia de elementos auxiliares, como servilleteros, palilleros y objetos decorativos, ya que podrían contaminarse y ser un foco de contagio. Por este mismo motivo, las cartas convencionales serán sustituidas por otras alternativas, como carteles, pantallas o documentos plastificados que puedan ser desinfectados fácilmente.
- Antes de abandonar la terraza, toca pagar y para ello lo recomendable es utilizar formas de pago electrónicas para no tener que manipular dinero en efectivo, ya que los billetes y las monedas también pueden ser un foco de contagio.
Si todo va bien, dentro de unos días algunos territorios entrarán en Fase 2 y, posteriormente, en Fase 3. Eso significa que podremos acceder al interior de los bares y los restaurantes, donde es más complicado mantener las medidas de prevención (mantener el distanciamiento físico y evitar el contacto con objetos contaminados). Por eso el sector ya se está preparando para ello.