Bélgica, Holanda y Alemania mantienen desde hace una semana unas 700 granjas porcinas y avícolas tras la detección de dioxinas en piensos destinados a la alimentación animal. La contaminación detectada coincide con la medida legislativa adoptada en la UE sobre los límites máximos de dioxinas y policlorbifenilos (PCB) en alimentos.
Las agencias de seguridad alimentaria belga y holandesa han reconocido que el origen de la contaminación con dioxinas se encuentra en un tanque de grasa de cerdo de la empresa holandesa Profa, cuyo contenido habría sido distribuido a varios fabricantes de piensos (Bouman en Holanda, y Leroy y Algoet en Bélgica), y de ahí a diferentes explotaciones ganaderas.
A pesar de que tanto la Agencia de Seguridad Alimentaria de Holanda (VWA) como la Agencia Federal para la Seguridad de la Cadena Alimentaria de Bélgica (AFSCA) han reconocido que la carne contaminada habría podido entrar en el mercado, limitan el riesgo para la salud pública ya que consideran que «se debería comer carne varias veces al día durante un periodo de tiempo muy largo para que tuviera algún efecto», admite Annette Kraft van Ermel, de la VWA. Desde la Comisión Europea, sin embargo, y a través del portavoz de Sanidad, Philip Tod, se insiste en que aún se están llevando a cabo análisis para determinar si la contaminación afecta a alimentos destinados al consumo humano.
Por otro lado, las agencias sanitarias de Holanda y Bélgica han reconocido que la contaminación es «bastante restringida», ya que los niveles hallados son muy inferiores a los detectados durante la crisis de 1999, cuando se encontraron en Bélgica altos niveles de dioxinas en pollos y huevos destinados al consumo humano. Entonces, el problema alcanzó dimensiones de crisis ya que la investigación reveló altos índices de contaminación en los productos destinados a alimentación animal.
Las explotaciones afectadas son agrícolas (porcino y aves), y no pueden introducir en la cadena alimentaria ni animales ni productos derivados hasta que no se pruebe que «no ha habido contaminación». La agencia federal de seguridad alimentaria belga ha confirmado que se han hallado altas dosis de dioxinas en el ácido clorhídrico utilizado en la elaboración de pienso destinado a alimentación animal. Esta sustancia se utiliza para extraer la gelatina de los huesos, proceso durante el cual pueden formarse las dioxinas. Para eliminarlas, se utilizan unos filtros. Según la información emitida hasta ahora, la empresa PB Gelatins podría tener estos filtros en mal estado, lo que habría originado la contaminación.
Historias con dioxinas
La presencia de dioxinas en piensos compuestos obligaba a sacrificar en 1999 millones de aves en BélgicaLa presencia de dioxinas en piensos destinados a alimentación animal no es nada nuevo, y tanto Holanda como Bélgica son países reincidentes. En Holanda, por ejemplo, el Ministerio de Agricultura ordenaba en marzo de 2003 la prohibición del transporte de los animales procedentes de explotaciones ganaderas en las que se había suministrado alimento contaminado con dioxinas. Entonces, los controles veterinarios realizados en algunas explotaciones ganaderas holandesas detectaron una partida de desperdicios panaderos utilizados como materia prima en el pienso compuesto. Como consecuencia, se inmovilizaban 250 explotaciones de vacuno, porcino y aves.
Poco más de un año más tarde, las mismas autoridades holandesas ordenaban el cierre de 140 granjas de animales tras detectar la presencia de dioxina en leche producida en varias granjas. El origen de la contaminación se situó en esta ocasión en un pienso elaborado con peladuras de patata procedentes de una empresa holandesa. La dioxina de las peladuras de patata procedía de la arcilla que la empresa utilizó en el proceso de selección de las patatas.
Hace siete años, en mayo de 1999, se vivía una de las mayores crisis tras la detección de dioxinas en pollos y cerdos belgas. Las autoridades belgas informaban a la Comisión de un caso de contaminación grave en piensos compuestos que habían sido distribuidos a numerosas explotaciones de aves de corral en Bélgica. La lista de productos afectados fue innumerable como consecuencia de de la presencia de las sustancias prohibidas en numerosos productos alimenticios (foie-gras, pasteles, sopas y alimentos infantiles, entre otros). La crisis obligó a poner en marcha los sistemas de alerta no sólo de Bélgica sino de los Estados miembros frente al temor de que la contaminación se extendiera. También se ponía en evidencia la salubridad de ciertos productos alimenticios y quedaba patente la necesidad de revisar la normativa que regula la vigilancia y el control de las dioxinas en alimentación y en el medio ambiente.
Las dioxinas suelen derivarse, tal y como reflejan los datos aportados hasta ahora, de la fabricación de ciertas sustancias industriales, y se depositan sobre las plantas y los piensos, que posteriormente son comidos por los animales, en cuyo tejido adiposo suelen concentrarse. Los expertos calculan que más de un 90% de la exposición humana se debe al consumo de productos alimenticios, y los de origen animal representan normalmente un 80% de la exposición total.
La actual política de la UE cuenta con un reciente estrenado reglamento que fija límites máximos de dioxinas en piensos y productos alimenticios. El objetivo es reducir la exposición humana en un 25% y evitar los «efectos nocivos de estas sustancias, que pueden provocar cáncer, deficiencias inmunitarias, alteraciones hepáticas, esterilidad y efectos sobre el sistema nervioso», según Philip Tod, portavoz comunitario de Salud y Protección del Consumidor.
Una de las particularidades de las dioxinas es que son muy resistentes a los procesos de degradación, lo que favorece su presencia en el medio ambiente y la acumulación en la cadena alimentaria. Los límites se han fijado sobre la base de factores de equivalencia tóxica establecido por la Organización Mundial de la Salud (OMS), y el Ejecutivo comunitario tiene previsto analizarlos de nuevo en diciembre de 2008. La medida legislativa ha coincidido con la detección de dioxinas en Holanda, Bélgica y Alemania, aunque Tod asegura que «no tiene nada que ver con estos casos».