Mientras se ultima el Plan Nacional de Control de la Cadena Alimentaria, basado en las directrices de la Unión Europea sobre control e inspección que debería haberse aprobado ya en enero de 2007, la policía decomisa miles de dentífricos con etiquetados irregulares de los que se sospecha que incluso pueden llegar a contener sustancias tóxicas y que presumiblemente fueron introducidos de forma ilegal en nuestro país. Esta es solamente la punta del iceberg, un gran bloque de hielo de productos que atraviesan nuestras fronteras de manera fraudulenta y que, desde luego, también incluye alimentos.
Hace ya dos años la UE, consciente del problema que conlleva la introducción de alimentos ilegales, recomendó a sus países miembros el desarrollo de planes específicos para inspeccionar los que llegaban al consumidor. Un Plan que continúa aún debatiéndose en la Comisión Institucional de Seguridad Alimentaria y Nutrición que reúne al Ministerio de Sanidad español y a las comunidades autónomas. Se trata de llegar a un acuerdo para coordinar las inspecciones unificando criterios y controlar la calidad de los productos que se consumen. Pese a la importancia del Plan y a que estas directrices deberían haberse adaptado a nuestra legislación y a la de los otros países comunitarios a principios de año, sólo el Reino Unido ha aprobado el suyo.
En España, la inspección sanitaria de locales, tiendas de alimentación y productores primarios como granjas es competencia de cada comunidad autónoma, mientras que las inspecciones fronterizas son competencia exclusiva del Gobierno. El conflicto surge porque la UE exige que exista un control sobre estas inspecciones, una especie de «inspección de inspecciones». Una solución que no limite las competencias de cada comunidad y no comprometa su independencia sería que se creara una comisión de vigilancia de las inspecciones a cargo de un representante de la Agencia de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), que depende del Gobierno central, otro de la comunidad autónoma propia y un tercero de otra comunidad diferente. Si hay acuerdo, el Plan estaría listo para después del verano.
Inspección y control
Un eficaz sistema de inspección de fronteras y continuos controles en puntos de venta pueden evitar la entrada de alimentos ilegales en un país
Mientras tanto, cientos de alimentos podrían estar llegando a los puntos de venta españoles de manera ilegal. Un mundo globalizado en el que las fronteras tienden a minimizarse, y en algunos casos a desaparecer, y en el que la ley de la oferta y la demanda se decanta por mercados más jugosos en otras latitudes del planeta. Es el caldo de cultivo ideal para un negocio millonario de falsificaciones, pirateo, y comercio fraudulento que abarca desde artículos de lujo, material informático y audiovisual hasta las medicinas y alimentos, con la diferencia que éstos últimos pueden perjudicar la salud de los consumidores. Además del clásico fraude de gato por liebre, un alimento con distintivo de calidad y/o origen que en realidad no lo tiene, o el del envase de comida exótica de la tienda de la esquina que no cierra nunca, se está presenciando cómo llegan partidas de productos con marcas en sus envases que parecen no ser la original.
Sólo un eficaz sistema de inspección de aduanas y fronteras así como continuos controles en los puntos de venta puede evitar que se introduzcan y distribuyan en nuestro país alimentos ilegales. Cuando éstos llegan a las tiendas y supermercados poco se puede hacer ya. El buen criterio como consumidor puede ayudar a evitar el mantenimiento de un comercio que, además de fraudulento e ilegal, es potencialmente peligroso para la salud. Únicamente un establecimiento de total confianza y un producto que reúna las características de correcto envasado y etiquetado o que ofrezca una información detallada y específica en el caso de productos vendidos a granel, podrá garantizarnos su seguridad al consumo.
Cuando se compra un envase etiquetado de forma irregular en un establecimiento de dudosa confianza debe tenerse en cuenta que el producto probablemente no haya pasado los controles necesarios para su comercialización. Además de que ingerir productos de origen y naturaleza desconocidos puede poner en peligro la salud de los consumidores, se está cometiendo la injusticia de equiparar los productores nacionales y los que se producen fuera de nuestras fronteras acogiéndose a estrictas reglamentaciones y normativas relativas a la seguridad alimentaria con los que no las cumplen en absoluto y abaratando los costes.
Las autoridades sanitarias alertan de que la mayoría de los alimentos que llegan a nuestros mercados de forma ilegal presentan un etiquetado irregular y no llevan indicaciones en castellano. El etiquetado es la tarjeta de identidad de un alimento, y en él se recoge importante información sobre el producto, además de ser una valiosa herramienta para evaluar su calidad. En líneas generales, un etiquetado correcto debe incluir el nombre del producto y calidad, la lista de ingredientes en orden decreciente, la cantidad neta y la fecha de duración mínima o caducidad.
Además, el etiquetado debe servir para conocer cuáles son las condiciones especiales de conservación del producto y el modo de empleo, la identificación de la empresa responsable del producto, el código de identificación del lote y el lugar de origen o procedencia. En los alimentos no envasados, además de la denominación del alimento, se debe especificar su categoría, variedad y origen si así lo exige su Norma de calidad correspondiente.