Control en alimentación animal

Una investigación europea se centra en la mejora de los piensos que se utilizan para alimentar animales destinados al consumo humano
Por Marta Chavarrías 4 de mayo de 2011
Img vacas

Desde hace años, la alimentación animal se ha convertido en uno de los ejes de atención de la seguridad alimentaria. Tanto la producción como la manipulación de los alimentos y piensos que se suministran a los animales impacta, de forma directa, sobre la salud del ganado y, por tanto, en la calidad de la carne, la leche y otros productos. Fruto de la necesidad de asegurar que esta alimentación cuenta con las máximas garantías de seguridad, se acaba de iniciar en la Unión Europea una investigación destinada a mejorar la calidad de la alimentación animal, a identificar los riesgos en la cadena alimentaria y a evitar fraudes alimentarios. Con el nombre de QSAFFE, expertos de toda Europa se han unido con este fin.

La alimentación animal juega un papel muy importante en la cadena de la alimentación y tiene importantes implicaciones en la composición y calidad de los productos de origen animal, como leche, carne o huevos. Las prácticas en este sector han cambiado mucho en los últimos años debido a hechos como el ritmo de producción y la intensificación de la ganadería, que han obligado a cambiar los ingredientes y modificar algunas prácticas. En la Unión Europea, la legislación protege la salud animal y humana y garantiza la trazabilidad a lo largo de toda la cadena alimentaria. Las empresas que fabrican o venden alimentos para animales deben cumplir con normas específicas de instalación, almacenamiento, manipulación o registro.

El objetivo de esta regulación es garantizar que la alimentación animal es segura, sana y no supone ningún riesgo para la salud humana, animal o el medio ambiente. Episodios como la detección de dioxinas en Europa, vinculada a la contaminación en los piensos, y la incapacidad para detectarla han puesto en duda algunos de los controles que se aplican en este campo, de ahí la importancia de proyectos como «Calidad y seguridad de los piensos y alimentos para Europa» (QSAFFE), encabezado por expertos británicos y la participación de Bélgica, China, República Checa, Alemania y Países Bajos.

Trazabilidad de piensos

Crisis como las de las dioxinas detectadas en piensos en la UE han evidenciado la incapacidad de detectar contaminaciones de estas características en un corto plazo de tiempo. Uno de los retos del nuevo proyecto europeo es, además de mejorar la sanidad animal y, por tanto, la inocuidad de la carne, garantizar una mayor y más rápida trazabilidad de los productos.

Los expertos proponen desarrollar sistemas de identificación para rastrear el origen de los piensos

En el campo de la rastreabilidad, los expertos proponen desarrollar sistemas de identificación capaces de rastrear el origen de estos alimentos, incluso si incluyen derivados de productos como biocombustibles, riesgos químicos o microbiológicos. La trazabilidad se convierte en el principal instrumento para garantizar la responsabilidad de los fabricantes de piensos, los agricultores y cualquier operador que entre a formar parte de la cadena de producción.

Cualquier sistema de control que se aplica en este sistema debe ser capaz de identificar con precisión todos los ingredientes que se utilizan en la fabricación de piensos, los procesos de producción que se aplican y el personal involucrado. Los objetivos son varios:

  • Controlar los riesgos para la salud pública que puedan estar relacionados con estos productos.
  • Facilitar los procesos de control de enfermedades.
  • Identificar el origen de una posible contaminación.
  • Facilitar la retirada de productos.

Impacto en la seguridad de los alimentos

La alimentación del ganado depende de factores como la especie y edad de los animales, el tipo de alimento producido (carne, leche o huevos), el valor nutritivo de los alimentos y los distintos factores geográficos, como el suelo y el clima, además de los forrajes utilizados, como heno, paja, aceites y cereales. El trabajo desarrollado por el Codex Alimentarius en el ámbito de la alimentación animal ha ayudado también a comprender el impacto de la seguridad de los piensos animales en la salud pública y ha facilitado la aplicación de medidas para prevenir y controlar los riesgos.

En los últimos años, la introducción del concepto de «cadena alimentaria» ha servido para poner de relieve la importancia de la seguridad de los piensos. Este concepto abarca todas las etapas, desde la producción primaria hasta el consumo final. En ella se incluyen productores de piensos, procesadores, agricultores, pescadores, trabajadores de mataderos y distribuidores, entre otros.

Desde la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) también se han aportado normas, directrices y recomendaciones sobre el riesgo de los piensos animales, entre los que se incluyen microorganismos como el virus de Newcastle o la salmonella. Según la organización, la alimentación animal es una vía para la introducción de microorganismos no deseados. Cada riesgo se asocia a distintas fuentes y vías de contaminación. La gestión del riesgo debe basarse en el conocimiento de cada una de estas propiedades. Los peligros se pueden introducir durante la manipulación, el almacenamiento o el transporte, tanto de forma accidental como deliberada (fraude o bioterrorismo).

RELACIÓN ENTRE PIENSOS Y ALIMENTOS

Hay muchos ejemplos de la estrecha relación entre la seguridad de los piensos y los alimentos que se consumen. Uno de ellos fue la prohibición de las harinas cárnicas para la alimentación de ganado bovino en 2001, cuando se relacionaron con la propagación de la encefalopatía espongiforme bovina (EEB). Años más tarde, en 2008, se detectaba en piensos destinados a la alimentación animal mercurio, cuya fuente estaba en la harina de pescado utilizada para fabricar piensos, aunque se constató que los niveles estaban por debajo de los máximos establecidos por la UE.

La evolución de las cuestiones en materia de alimentación animal ha permitido perfeccionar aspectos como el impacto sobre la seguridad alimentaria del uso de antimicrobianos en los animales y la detección de sustancias indeseables, como melamina, PCB, dioxinas u organismos modificados genéticamente (OMG).

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