La leche que se comercializa para su consumo no es toda igual. Pasa por varios procesos industriales, como la homogeneización, a los que les siguen tratamientos térmicos para destruir posibles gérmenes. Los principales son pasteurización, esterilización y UHT. El calor, en estos casos, es un potente higienizante que tiene como objetivos alargar la conservación, reducir la carga microbiana y eliminar posibles microorganismos patógenos y sus esporas. Del tipo de tratamiento que haya recibido, dependerá en gran medida el tiempo de conservación. El artículo explica cuáles son los principales tratamientos térmicos que se aplican en la leche y qué efectos tienen, además de cómo conservarla en casa.
La tratamientos alternativos, como el calentamiento óhmico o la cocción al vacío.
Cómo conservar la leche en casa
La leche se encuentra en las tiendas en dos formatos básicos: botellas de plástico o tetrabriks. Ambos tipos de envasado aséptico garantizan, con los tratamientos descritos, una larga conservación, incluso a temperatura ambiente, con el envase cerrado. Pero esto cambia una vez que se abre. En este caso, conviene recordar algunas pautas, como abrir los envases en el mismo orden en que se han comprado.
Además, es recomendable mantener los envases de leche cerrados para protegerla de olores fuertes procedentes de otros alimentos y, siempre que sea posible, dejar la leche en su envase original para conservar mejor el sabor y el valor nutritivo. Si bien los envases cerrados pueden mantenerse a temperatura ambiente, una vez abiertos es muy importante conservarlos a temperatura de refrigeración en la nevera.