Efecto cóctel de las sustancias tóxicas en alimentos

La EFSA propone métodos para evaluar la exposición de las personas a múltiples sustancias químicas a través de los alimentos
Por Marta Chavarrías 17 de noviembre de 2016
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Imagen: Den.the.Grate

El consumidor puede estar expuesto no solo a una, sino a dos o más sustancias químicas, procedentes de la alimentación. Esta mezcla química y su “efecto cóctel”, tal como lo define la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), puede estar presente en el medio ambiente y entrar en la cadena alimentaria, por lo que la exposición a través de la comida es un tema que debe analizarse y estudiarse. Fruto de esta necesidad, la EFSA acaba de lanzar una iniciativa pionera para desarrollar métodos que permitan evaluar este riesgo. El artículo explica cómo deben ser los nuevos enfoques para la mezcla de sustancias tóxicas y cómo se controlan las sustancias tóxicas en la Unión Europea.

Las personas están expuestas a múltiples sustancias de su entorno a través de alimentos, agua, aire o suelo. En las últimas décadas los posibles efectos de las mezclas químicas en los seres humanos y el medio ambiente se han convertido en una preocupación importante en muchos países. La evaluación de las mezclas de productos químicos es un tema complejo para toxicólogos y reguladores.

Hasta hace poco, la mayoría de los estudios toxicológicos se referían sobre todo a los efectos de la exposición a sustancias químicas individuales, es decir, para un solo producto químico. También la legislación europea sobre productos químicos se ha basado siempre en las evaluaciones llevadas a cabo en sustancias individuales.

Sin embargo, la exposición a través de la alimentación no es, en muchos casos, a un solo producto químico, sino a mezclas de sustancias que pueden encontrarse en el agua o el aire, por lo que tanto las personas como su entorno están expuestas a una amplia variedad de sustancias. Este es el motivo por el cual expertos y gestores del riesgo abordan cada vez más el problema, con el desarrollo de programas de investigación y de nuevas metodologías.

Nuevos enfoques para las sustancias tóxicas

Los estudios deben contribuir a mejorar la comprensión sobre los efectos de las mezclas químicas a través de la dieta

Los expertos de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) han empezado a realizar nuevos enfoques para evaluar los riesgos que suponen para las personas y el medio ambiente la exposición a múltiples productos químicos en la cadena alimentaria. En concreto, lleva a cabo métodos de evaluación de la toxicidad combinada de grupos de plaguicidas y contaminantes.

Conocer y comprender mejor cómo actúan los compuestos químicos combinados es algo que los expertos consideran una labor compleja debido, sobre todo, a que el número de combinaciones es infinita. Uno de los objetivos del trabajo de la EFSA es crear un grupo de trabajo para elaborar una guía dirigida a armonizar las metodologías que permitan evaluar los riesgos humanos y ecológicos que provocan las múltiples sustancias químicas.

El enfoque que había hasta hace poco sobre el análisis de «sustancia por sustancia», por tanto, ya ha sido cuestionado y se ha considerado insuficiente para evaluar los efectos combinados de las sustancias. Además de necesitar más investigación para mejorar la predicción de la toxicidad de la mezcla de químicos, también se precisan mejoras en las prácticas de evaluación del riesgo actual.

Todo ello debe contribuir a mejorar la comprensión sobre los efectos de las mezclas químicas, conocido también como el «efecto cóctel». Desde un punto de vista toxicológico, la metodología para predecir los efectos acumulativos o para detectar interacciones es limitada. Es necesario, entonces, conocer el modo y el mecanismo de acción de cada sustancia activa presente en la mezcla para poder saber el efecto de la dosis.

La EFSA ya puso en marcha una metodología de evaluación acumulativa, en el año 2013, para los plaguicidas. Entonces, completó un estudio sobre la evaluación del riesgo humano derivada de la exposición combinada a múltiples sustancias químicas. Tres años más tarde, ha logrado recolectar datos sobre la toxicidad combinada que podría tener efectos en la salud humana y animal. Y ahora empieza una nueva labor, que los expertos creen que durará unos años, para trabajar con estos datos recopilados y desarrollar nuevas herramientas.

El control de las sustancias químicas

Desde hace años hay una voluntad clara en la Unión Europea por unificar los criterios para crear una metodología común que permita evaluar la exposición de los consumidores a los principales contaminantes químicos. Con los años se han perfeccionado los sistemas de detección, cada vez más fiables y capaces de hallar cantidades más bajas.

Una de las herramientas disponibles es el Umbral de Preocupación Toxicológica (TTC), un sistema que establece prioridades y actúa sobre todo frente a una sustancia química nueva. Este principio puede aplicarse para bajas concentraciones de productos químicos en los alimentos que no disponen de datos de toxicidad. Este sistema, que puede usarse en ámbitos como el de los materiales en contacto con alimentos, productos de degradación de los plaguicidas o metabolitos de las plantas, lo emplean, además de la EFSA, la Administración de Alimentos y Medicamentos estadounidense (FDA), el Comité Mixto de Expertos en Aditivos Alimentarios de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, la Organización Mundial de la Salud, la Comisión Europea y la Agencia de Medicamentos europea.

Otra herramienta indispensable en este campo es de la ingesta diaria admisible (IDA), que se refiere a la cantidad de una sustancia específica, como un residuo de un plaguicida, en los alimentos o el agua que se puede ingerir cada día durante toda la vida sin riesgo. Antes de establecer una cantidad concreta, los expertos hacen una revisión de todos los datos toxicológicos sobre la sustancia, en la que se incluyen pruebas a largo plazo en animales para determinar el nivel sin efecto adverso observado (NOAEL). Este nivel se refiere a la cantidad de una sustancia que no causa ningún efecto adverso detectable.

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