Los parásitos como Lepheophtheirus salmones (llamado piojo de mar) de las granjas de salmón perjudican a la población de salmones silvestres y pueden causar la muerte de hasta el 95% de los alevines salvajes cuando éstos, en su migración, pasan cerca de las granjas. Lo ha confirmado un estudio de la Universidad de Alberta que se ha publicado en la revista Proceedings of the Nacional Academy os Sciences (PNAS).
Los principales huéspedes del parásito Lepheophtheirus salmones son los salmones adultos. El piojo de mar afecta a la piel de los ejemplares, causando una infección que puede extenderse y acabar con su vida. En condiciones naturales, los salmones adultos suelen tener estos parásitos pero no los alevines. La razón es que los adultos están alejados de los juveniles cuando estos últimos migran mar adentro. Las granjas de salmones suelen tener los animales adultos en jaulas ubicadas a lo largo de las rutas migratorias. El resultado es una gran concentración de estos parásitos que los alevines deben atravesar. Al contrario que en los adultos, un sólo parásito o dos pueden matar un alevín, dice el principal investigador del trabajo, Martin Krkosek, de la Universidad de Alberta. «Los juveniles son tan vulnerables porque son muy pequeños, sólo miden una o dos pulgadas», entre 2,5 y 5 centímetros.
El estudio se ha realizado en Canadá, en la isla de Guilford y el canal que la rodea, el Tribune, que va a parar al Pacífico. A lo largo de este canal, que es la ruta migratoria de los salmones, hay varias granjas de salmón. Los investigadores han combinado estudios de campo, calculando la población de salmones salvajes y contabilizando los que morían, con modelos matemáticos para evaluar el impacto de los piojos de mar en los animales.
Hasta el 95% de mortalidad
Los parásitos de las granjas reducen aún más la mortalidad de los pequeños salmones
Las cifras son elocuentes: un incremento de la mortalidad de los salmones silvestres que va del 9% cuando el nivel de parásitos es bajo hasta un 95% al final de la primavera, cuando la población de parásitos es más elevada. Normalmente la mortalidad de los pequeños salmones es elevada pero los parásitos de las granjas «están reduciendo aun más esa fracción», dicen los investigadores. Incluso en el mejor de los casos, una reducción adicional del 9% o el 10%, dicen los investigadores, «estaría poniendo los recursos pesqueros en situación de peligro».
Aunque el trabajo se ha hecho en Canadá, es extrapolable a las granjas de otras partes del planeta. De hecho, cada vez son más habituales las infestaciones de L.salmonis en las granjas. La razón es que las enfermedades normalmente presentes en poblaciones naturales se extienden más debido a la mayor densidad por confinamiento. En los primeros años de funcionamiento de las granjas marinas los parásitos no constituyen un problema dado que la biomasa de peces por unidad de área es baja. A medida que se van incrementando los niveles de producción, la densidad aumenta y, con ella, el crecimiento de la población de los ectoparásitos. L.salmonis se ha convertido en uno de los que más daños causa en la industria.
El trabajo reabre la cuestión sobre las condiciones bajo las que deberían organizarse las piscifactorías y granjas. No es la primera vez que se alerta de los problemas asociados a esta industria. En el caso de los parásitos, los mismos investigadores de la Universidad de Alberta ya habían publicado un trabajo preliminar sobre el efecto de las infestaciones de piojos en las granjas y se cuestionaban sobre la conveniencia de situar estas granjas en los lugares naturales de los salmones.
En España el cultivo del salmón no es importante (se cultiva en el Cantábrico y en Galicia, aunque es una industria pequeña). Sí es más importante el cultivo de salmón en Irlanda, Noruega o Escocia, países donde se han dado epidemias en los salmónidos cultivados y silvestres a causa de este parásito, y de donde se importa gran parte del salmón que llega a los comercios españoles. Actualmente hay una vacuna en desarrollo, basada en parásitos atenuados pero, hoy por hoy, no hay un tratamiento para los parásitos. «A pesar de décadas de trabajo», explican los investigadores en PNAS, «la extensión e impacto de la transmisión de parásitos de las granjas a las poblaciones silvestres permanece sin solución».
Son varios los problemas asociados a las granjas y piscifactorías y que cuestionan su actual estatus. Por ejemplo, las granjas de engorde de atún rojo, para las cuales se capturan los peces y, todavía en la red, se remolcan a instalaciones en la costa y se alimentan para que engorden más. Eso ha aumentado la presión pesquera a límites insostenibles, según han denunciado entidades como la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
Otro problema está relacionado con los antibióticos que reciben los animales, práctica especialmente habitual en los países en desarrollo. Un trabajo del New York Medical Collage, publicado hace dos meses en la revista Environmental Microbiology alertaba de que el uso de antibióticos en las piscifactorías puede ir en detrimento de la salud de los animales y de los humanos, por la aparición de resistencias bacterianas, lo que puede afectar a los propios peces y también al hombre si consume inadvertidamente residuos de los antibióticos al comer pescado. Eso, explican los investigadores, puede conducir a cambios en la microflora y hacerlos más susceptibles a las infecciones bacterianas.
En este sentido, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, en sus siglas inglesas) ha preparado un informe para desarrollar un sistema armonizado de evaluación de riesgos sobre el uso de aditivos en alimento para animales. La propuesta, que incluye las piscifactorías, indica una metodología para el control de las sustancias en el suelo, las aguas subterráneas, las aguas superficiales y los sedimentos. El objetivo es controlar la dispersión de los aditivos que se añaden a los piensos de los animales.