La disparidad de métodos que se usan actualmente para detectar sustancias tóxicas en los alimentos dificulta en ocasiones el control en la cadena alimentaria, especialmente en los casos en los que es necesario unificar criterios, como el comercio internacional de alimentos. Para simplificar esta labor e incrementar la seguridad de los consumidores, un proyecto europeo fija las estrategias y las pautas para que tanto la industria alimentaria y la comunidad científica puedan intercambiar datos y conocimientos. Esta coordinación debe traducirse, a su vez, en el desarrollo de estrategias comunes que sirvan de base para el desarrollo de nuevas normas en este ámbito y en el análisis de futuras investigaciones.
Mejorar la calidad y asegurar la seguridad de los alimentos es el objetivo del proyecto europeo Monitoring and Quality Assurance (MONIQA), financiado por la UE y cuyo centro de interés es eliminar la fragmentación europea y mundial sobre valores nutritivos e investigación en seguridad alimentaria. La red, también denominada NoE, prevé fundamentalmente armonizar los métodos analíticos utilizados en los distintos países para garantizar la seguridad de los alimentos. ¿Cómo? Se trata, según los responsables de la iniciativa que acaban de reunirse en Viena, de poner en práctica «programas conjuntos de investigación» y promover «el intercambio» de información. De todo ello se espera que puedan beneficiarse los principales implicados de la cadena alimentaria, como industria alimentaria, institutos de investigación y organismos reguladores.
Una de las principales novedades del proyecto, en el que participan más de un centenar de investigadores procedentes de 20 países europeos, es la creación de un «laboratorio virtual» que actuaría de eje de unión de las principales plataformas tecnológicas de la UE, de las distintas bases de datos y de las herramientas analíticas más utilizadas. La razón de ser de todo este sistema es, aseguran los responsables, el aumento de los movimientos mundiales de alimentos y, en esencia, de «llevar el laboratorio al alimento, desde el campo hasta la mesa», tal y como reconocen los investigadores.
Mayor seguridad
Estandardizar los métodos y las tecnologías aplicadas en seguridad alimentaria es el objetivo del proyecto europeo MONIQA
La iniciativa europea, bajo el título de Seguimiento y garantía de la calidad en la cadena alimentaria, está coordinada por la Asociación Internacional de Ciencia y Tecnología de los Cereales, con sede en Viena, y se enmarca en el apartado de Calidad y seguridad alimentarias del Sexto Programa Marco de la UE. De lo que se trata es de garantizar la salud y el bienestar de los consumidores europeos a través de una mayor y mejor comprensión de la influencia del consumo de alimentos y de los factores ambientales sobre la salud humana. Pero una de las prioridades para cumplir con estas garantías es proporcionar alimentos más seguros y saludables.
Para ello fija unos sistemas de producción agrícolas, acuícolas y pesqueros controlados e integrados. Uno de los puntos fuertes es centrar la investigación en la armonización de tecnologías y metodologías capaces de garantizar una trazabilidad a lo largo de toda la cadena alimentaria, así como la aplicación los Análisis de Riesgo y Punto Crítico de Control (HACCP), técnica que se sustenta en que «más vale prevenir que curar». Este sistema se aplica primero a las materias primas, los ingredientes y el material de envasado. El control continúa durante la elaboración, la distribución y la venta, y acaba en la preparación, bien por parte de los profesionales o de los consumidores.
El papel de las nuevas tecnologías
Dentro del amplio abanico de actividades que se fijan los expertos está el de analizar las implicaciones que tienen las nuevas tecnologías en el ámbito de la seguridad alimentaria y la calidad. Se trata de concretar las necesidades futuras de investigación y de constituir la base de una red de expertos en seguridad alimentaria que siga funcionando incluso después de que finalice el proyecto inicial. Hasta ahora, algunas de las investigaciones que más frutos ha dado en el sector de la alimentación han sido, por ejemplo, las basadas en genética molecular, capaces de detectar las bacterias causantes del deterioro de los alimentos y de descubrir el origen de gérmenes no deseados.Otros métodos, como la cromatografía y los espectométricos permiten analizar de forma rápida el contenido graso y aromático de los productos alimentarios. También permiten detectar, como lo hacen los métodos inmunoquímicos de precisión, la presencia de sustancias naturales nocivas para la salud.
¿Cuáles son las necesidades del consumidor? ¿Qué tecnologías en el ámbito alimentario emergerán? Estas son algunas de las preguntas que se han planteado en la conferencia Perspectivas Alimentarias para 2030, que hoy finaliza en Bruselas. Durante el encuentro numerosos expertos han debatido sobre las tendencias de los alimentos, las principales demandas y el papel de las nuevas tecnologías de producción alimentarias.
Algunas de las necesidades que se han planteado ha sido tener en cuenta muchas otras áreas a la hora de valorar la seguridad de un alimento, como el medio ambiente, la salud y la economía. Esto significa abrirse a otras disciplinas, como la biotecnología o la nanotecnología.
Para Janez Potočnik, comisario de Ciencia e Investigación, es necesario realizar cambios en investigación para «avanzar en el sector de la alimentación». Se trata de mejorar la transferencia del conocimiento y adaptarla a los cambios que se están produciendo. Por ejemplo, la biotecnología podría mejorar los procesos de producción primaria, los métodos de inspección y el desarrollo de alimentos nuevos sanos, admite Potočnik.