La sanidad y bienestar animal tienen una implicación directa en la seguridad de los alimentos. Vacunación, transporte o bioseguridad de las explotaciones ganaderas y control de enfermedades son algunas de las prioridades en materia de sanidad animal. La Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) acaba de presentar nuevas normas y directrices internacionales en este campo. Destaca dotar de un enfoque más moderno a las nuevas tecnologías destinadas al control y erradicación de enfermedades de animales terrestres y acuáticos. El objetivo de medidas como esta es “minimizar el impacto en la seguridad sanitaria de los alimentos”, según la OIE. El artículo explica en qué consisten las nuevas normas en sanidad animal y el papel de la estrategia europea en este campo.
Desde hace años se ha constatado la importancia del control veterinario frente a la salud pública, sobre todo en lo que se refiere a la diagnosis y la prevención de zoonosis. Por este motivo, son numerosos y variados los trabajos que se realizan en este campo para garantizar la salud de los animales y, por tanto, la de los consumidores como receptores directos de los productos animales. En un encuentro celebrado el pasado mes de mayo, durante la 81ª Sesión General de la Asamblea Mundial de los Delegados ante la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE), más de 800 participantes de numerosos organismos regionales y nacionales, la OMS, la OMC y la Comisión Europea, entre otros, debatieron algunos de los temas más relevantes en materia de sanidad animal, como el bienestar de los animales, el uso de antimicrobianos, la peste bovina y el control de ciertas enfermedades de los animales acuáticos.
Nuevas normas de sanidad animal
Un animal sano es un alimento seguro. Para que esto sea posible, y según informa la OIE, se han adoptado una serie de medidas:
Se ha aprobado una nueva lista de países con su estatus sanitario o nivel de riesgo revisado en cuatro de las principales enfermedades animales: encefalopatía espongiforme bovina (EEB), fiebre aftosa, perineumonía contagiosa bovina y peste equina. Países como Bulgaria y Costa Rica adoptan el estatus de «riesgo controlado» para la EEB, mientras que EE.UU., Israel, Italia o Países Bajos tienen «riesgo insignificante». En cuanto a la fiebre aftosa, Argentina y Perú han sido reconocidos como libres de la enfermedad.
Se ha presentado la evolución de la propagación de la peste de pequeños rumiantes, la rabia, la fiebre aftosa y el síndrome de manchas blancas en animales acuáticos.
Se ha examinado, de forma excepcional, los casos de influenza A (H7N9) en la República Popular China.
Unir los esfuerzos en materia de recursos veterinarios, desde la granja hasta el tenedor, ha sido y todavía es un aspecto fundamental para hacer frente no solo a las enfermedades ya diagnosticadas sino también a posibles nuevos riesgos. Las investigaciones han demostrado que el bienestar animal juega un papel muy importante en la seguridad sanitaria de los alimentos. En 2009, se presentaban los primeros protocolos europeos de bienestar animal en granjas y mataderos para desarrollar sistemas de evaluación de la calidad del bienestar animal. De la mano del proyecto europeo Welfare Quality, se definieron cuatro principios básicos: buen alojamiento, buena alimentación, buena salud y comportamiento adecuado.
Estrategia comunitaria en salud animal
Este año 2013 finaliza la La Estrategia de Salud Animal de la Comisión Europea, una iniciativa comunitaria que empezaba su andadura en 2007. Durante estos siete años, y bajo el lema «más vale prevenir que curar», se ha intentado poner más énfasis en las medidas preventivas, la vigilancia de las enfermedades animales y los controles e investigaciones con el fin de reducir la incidencia de enfermedades de los animales. Como consecuencia, el trabajo ha ido más lejos de la pura sanidad animal. Ha tenido especial repercusión en la salud pública, la seguridad alimentaria y el bienestar animal.
La implantación de medidas como esta responden a la constante evolución y los sucesivos cambios de las enfermedades animales. A la encefalopatía espongiforme bovina (EEB), una crisis que se convirtió en una amenaza para la salud animal y de los consumidores hace unos años, se le han sumado otros riesgos y enfermedades animales. Controlarlos, así como reaccionar a los nuevos desafíos, ha sido uno principales objetivos de las autoridades sanitarias y veterinarias de todo el mundo, sobre todo cuando se trata de identificar un problema que puede convertirse en una amenaza. Una de las medidas que se adoptaron en el inicio de la estrategia fue el endurecimiento de los controles en las fronteras de los productos importados, así como acabar con las importaciones ilegales.