Seguridad de la leche en polvo para lactantes, prácticas de higiene para la producción de huevos, reducción de ocratoxina A en vinos y control de productos procedentes de Oriente Medio han sido algunos de los temas tratados por la Comisión del Codex Alimentarius (CCA) del 2 al 7 de julio. Durante los seis días que ha durado el encuentro, representantes de más de 133 países han analizado, como ya llevan haciéndolo cada dos años, estrategias para mejorar la inocuidad y calidad de los alimentos. Estas mejoras sirven a los países a garantizar la salud de los consumidores, mejorar la calidad de los alimentos y garantizar prácticas en el comercio. Como novedad, este año se han establecido principios de análisis de riesgos para que los países establezcan sus propias normas.
La Comisión del Codex Alimentarius, un organismo conjunto establecido por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y la Organización Mundial de la Salud (OMS), acaba de finalizar una reunión de siete días que ha dado como fruto la adopción de 44 normas alimentarias y una extensa lista de principios de análisis de riesgos necesarios, admiten los expertos, para reducir la incidencia de enfermedades relacionadas con los alimentos. Para que las normas propuestas den resultado, y la inocuidad quede garantizada, las medidas deben ser «reconocidas internacionalmente», admite Kazuaki Miyagishima, secretario de la CAC. Este reconocimiento no sólo garantiza la seguridad de los alimentos sino que además dota a los países de herramientas compatibles con «las reglas del comercio multilateral».
Una de las novedades de este año ha sido la revisión de una norma de 1981 sobre la leche en polvo para lactantes. La revisión actualiza los conocimientos científicos de los años 70, que son los que se tomaron como referencia para la elaboración de la norma. Ahora se han tenido en cuenta los últimos estudios sobre la composición de la leche materna. Para Jorge Schlundt, director del Departamento de Inocuidad de los Alimentos, Zoonosis y Enfermedades de Transmisión Alimentaria de la OMS, la opción de los preparados en polvo debe ser totalmente «inocua» y deben estar «correctamente etiquetados», teniendo en cuenta que se trata de un «producto estéril» susceptible de ser contaminado.
Las acciones adoptadas se complementan con la aprobación de un código destinado a prevenir o reducir la presencia de ocratoxina A en el vino, una micotoxina producida por hongos de los géneros Aspergillus y Penicillium que crece de forma natural en alimentos como cereales, café, cacao o vino. En concreto, el código pretende ofrecer herramientas para reducir la contaminación del vino y disminuir el riesgo de su consumo, ya que se trata de una micotoxina que ha demostrado tener propiedades carcinogénicas en todos los animales de experimentación analizados hasta ahora.
Nuevos riesgos
La elevada incidencia de la salmonelosis obliga a plantear nuevas estrategias de prevención
En respuesta a los cambios constantes que afectan el sector de la alimentación, los expertos de la Comisión han dedicado un apartado especial al análisis y prevención de nuevas amenazas. La estrategia a seguir se fundamenta de forma particular en prevenir la resistencia antimicrobiana en las bacterias en los alimentos. Una necesidad específica se refiere a la adopción de directrices adicionales con las que reducir la incidencia de la salmonelosis y la campilobacteriosis en pollos, implicadas las dos en buena parte de las enfermedades de origen alimentario en todo el mundo.
Los responsables de la CCA mantienen que intervenir en todo el proceso de producción, desde la granja a la mesa, constituye una vía útil para evitar «cientos de miles de casos» cada año. Actuar sobre la producción de huevos es también esencial para reducir la salmonelosis. Por este motivo, la Comisión ha presentado un nuevo código, actualizado, que hace referencia a las prácticas higiénicas más adecuadas en la producción de huevos y derivados.
Dentro del apartado de nuevas necesidades, muchos países en desarrollo como África han solicitado asistencia técnica que les sirva para mejorar los procesos implicados en la producción de alimentos, como el procesado y la distribución. Con ello se acercan más a lo que dispone el Codex, y les abre la puerta a participar en los trabajos de creación de directrices. Durante la reunión los expertos han examinado también nuevas normas de calidad para tres productos de Oriente Medio. Por un lado, la tahina, una pasta de semillas de sésamo, y para el humus con tahina, una mezcla de semillas de sésamo y garbanzos de consumo generalizado en la zona. También se han analizado las foul medames, hecha a base de habas en conserva.
Trabajos como los propuestos contarán con la ayuda de la Iniciativa Mundial en pro del Asesoramiento Científico Relativo a la Alimentación (GIFSA, en sus siglas inglesas), que da apoyo a la investigación científica en todo el mundo.
Los controles en los alimentos de la UE se saldaron, en 2006, con un total de 6.840 notificaciones al Sistema de Alerta Rápido para la Alimentación de la UE (RASFF, en sus siglas inglesas), un 5% menos que en 2005. La mayoría de estas notificaciones, casi la mitad, se han producido en las fronteras con la UE en productos importados de terceros países. Los productos pesqueros son los más riesgos llevan asociados, según el informe de la Comisión Europea, ya que se les asocia el 21% de las notificaciones, seguidos de la carne y productos derivados (13%) y los cereales (21%). Para Markos Kyprianou, comisario de Salud, la naturaleza de las alertas demuestra la «eficacia de los controles realizados en las fronteras» y, añade, «permite identificar el riesgo en su punto de origen».
En el momento de la detección del riesgo, el RASFF se encarga de informar al tercer país para que tome medidas de prevención. En 2006 se enviaron 1.959 notas a distintos países. La mayoría de los problemas detectados en productos de la UE responden a la presencia de microorganismos patógenos, los metales pesados (como mercurio en pescados) y las micotoxinas. En este contexto, la UE acaba de presentar una propuesta de creación de una red internacional de alertas sobre riesgo alimentario. El objetivo es poder intercambiar información sobre alimentos que pueden suponer un riesgo para los consumidores y extender su sistema de alerta rápida a países terceros.
De esta manera, se crearía una red de un sistema de alerta rápida de alcance mundial cuya principal ventaja sería la capacidad de transmisión de datos en casos de anomalías. Países como China y Tailandia ya han empezado a actuar en este campo, y está previsto que les siga Argentina.