La gripe aviar es, actualmente, una enfermedad animal con un potencial riesgo de transmisión a humanos relativamente bajo. Pese a la multitud de artículos y de opiniones que se han publicado sobre esta enfermedad, especialmente en lo que se refiere al riesgo de transmisión a las personas, de lo que no cabe duda es que se trata de un problema de sanidad animal. Uno de los miedos más generalizados es el de la transmisión entre especies, especialmente tras la detección de los primeros casos en gatos alemanes y de un brote en aves productivas.
La confirmación de nuevos casos de gripe aviar por el virus H5N1 ha movilizado a todos los países europeos, que se están preparando para la eventual llegada del virus. Actualmente se están aplicando varios sistemas de control para impedir que la gripe aviar pueda llegar a las personas a través del consumo de productos de origen aviar. En la medida en que estos controles funcionen adecuadamente, la confianza de los consumidores será mayor, lo que limitaría el impacto en los sectores productivos.
En líneas generales, cualquier situación que favorezca el contacto entre aves de corral con aves migratorias supondrá un riesgo, ya que desde hace tiempo se ha demostrado la relación entre el contacto de animales salvajes y animales productivos con la propagación de la infección en los diferentes países. Por este motivo, en las zonas donde mayor sea la probabilidad de contacto, mayor será el peligro para que se detecte un brote. En consecuencia, los factores con más riesgo son la cercanía a humedales, lagos o ríos, (donde las aves acuáticas migratorias puedan reunirse), o donde exista una elevada densidad de aves migratorias; la localización de rutas migratorias de las aves salvajes, sobre todo las que proceden del Este y del Centro de Asia, del Mar Caspio y del Mar Negro; el sistema de explotación al «aire libre»; la introducción de aves procedentes de terceros países; las explotaciones cuyos propietarios hayan viajado a países con brotes y, por último, las deficientes condiciones de higiene y bioseguridad en las explotaciones.
Los factores que pueden facilitar la propagación del virus dentro de una explotación o entre explotaciones son varios. Uno de estos factores es la localización de las explotaciones en zonas con elevada densidad de producción avícola. así como la presencia de explotaciones mixtas (donde conviven distintos tipos de aves o aves con otras especies animales, como cerdos); el elevado número de desplazamientos de aves de corral y otras aves cautivas, de vehículos y personas dentro o entre explotaciones, y las explotaciones que comparten suministradores de pienso o vehículos.
Normas de bioseguridad
Una de las prioridades es evitar la entrada del virus a las explotaciones ganaderas y, en consecuencia, a los consumidores por vía alimentariaEvitar el contacto entre aves salvajes y aves de producción constituye un elemento esencial para evitar la propagación del virus. Por ello, se deben mantener las áreas adyacentes a la explotación limpias, sin malas hierbas, sin agua estancada y sin residuos con el fin de evitar atraer a las aves silvestres. Al mismo tiempo, hay que garantizar la eliminación de cadáveres en la explotación y sus alrededores y evitar la anidación de otras aves en las naves de la explotación o en los edificios adyacentes, ya que pueden ser unas de las más importantes vías de contacto directo entre aves.
Por otra parte, es necesario también intensificar los programas de limpieza, desinfección, desinsectación y desratización, puesto que cualquiera de estos aspectos puede ser un vector de la enfermedad. Estos controles deben complementarse con una revisión de las condiciones de las instalaciones para impedir que se produzcan accesos incontrolados, lo que indudablemente impedirá la entrada de animales o insectos incontrolados.
El objetivo de todas estas medidas es evitar la entrada del virus a las explotaciones ganaderas y, en consecuencia, a los consumidores por vía alimentaria. No obstante, no se podrá impedir que aparezcan brotes de procedencia salvaje. Por este motivo, la probabilidad, aunque remota, de que se produzca un contacto entre animales salvajes y otros de granja, es posible, lo que implica adoptar otras medidas de control.
La primera de estas medidas complementarias es el aislamiento de los animales afectados por un brote. Para ello, los diferentes departamentos de agricultura de las comunidades autónomas están vigilando las explotaciones para detectar de forma rápida el virus e impedir la diseminación de un foco. En estos casos, los animales de las granjas deberían quedar bajo control total, impidiendo su envío a matadero, lo que supondría un peligro especialmente importante para el personal que trabaja en estas instalaciones. En consecuencia, la aplicación de unas adecuadas medidas de control de los animales impedirá la llegada del virus a las personas por vía alimentaria, reduciéndose así el riesgo para los consumidores.
Actualmente existen evidencias que ponen de manifiesto la escasa eficacia del virus H5N1 para infectar el sistema respiratorio de los humanos. Desde hace un par de años han sido numerosas las teorías que han intentado justificar la elevada capacidad de transmisión entre las aves y la escasa capacidad patogénica para los humanos. Sin embargo, auque la eficacia infectante del virus en personas es baja, la severidad de los síntomas y la mortalidad una vez se ha iniciado la infección es muy elevada. Debe haber algún factor que actúe como desencadenante de la infección y que facilite la entrada del virus y su propagación entre las células respiratorias de los individuos afectados. Un estudio científico publicado recientemente en la revista Nature podría ayudar a entender esta situación.
Según este estudio, y a partir de los datos disponibles hasta el momento, una simple diferencia anatómica de las células del tracto respiratorio de los seres humanos dificulta al virus infectar a las personas, y más aún pasar de una persona a otra. Esto se debe a que únicamente las células que se encuentran en lo más profundo del sistema respiratorio de las personas tienen el receptor clave que permite al virus de la gripe aviar penetrar en las células. Por tanto, se necesita que el virus entre muy profundamente en el sistema respiratorio para que se inicie la infección. Pero cuando la infección se instaura, las células adyacentes tendrán los receptores adecuados, lo que hará que el avance sea relativamente rápido y la gravedad elevada, puesto que son las células del interior del sistema respiratorio las que son más sensibles a la infección. Estos datos dan una idea de la resistencia de los humanos a este virus, basado en una diferente adaptación anatómica y no por una resistencia inmunológica específica.
- Kyoko Shinya, Masahito Ebina, Shinya Yamada, Masao Ono, Noriyuki Kasai y Yoshihiro Kawaoka. 2006. Avian and human flu viruses seem to target different regions of a patient’s respiratory tract. Nature. 440:435-436