Cansado de un largo viaje, de noche, sin dinero y sin saber dónde acudir porque una plaga de ocupas en forma de insectos se ha adueñado de la casa durante unos días de descanso o porque un insoportable olor da la bienvenida. Cualquiera puede vivir una situación similar originada por las prisas y los descuidos de última hora, responsables de olvidar tirar al contenedor el último pañal del bebé, de que no se coloque la tapa sobre el cubo de la basura o que se dejen los platos sucios en el lavavajillas. El deseo por alejarse de la rutina hace perder la consciencia de que disfrutar de unas agradables vacaciones, con un final feliz, no solo depende de la preparación del viaje, el itinerario, las actividades y los lugares más interesantes que visitar. Implica cuidar otro aspecto que, no por menos atractivo, es menos importante: cerrar la puerta con la seguridad de que la casa se mantiene en unas condiciones de higiene adecuadas, sobre todo en las zonas más expuestas a posibles focos de contaminaciones, para evitar sorpresas desagradables.
El mantenimiento y desinfección periódicas de una vivienda contribuyen a subsanar las situaciones de riesgo higiénico que pueden iniciarse en cualquier rincón de la casa y hacer frente a los posibles focos infecciosos que pueden ser origen de toxiinfecciones alimentarias. Durante los meses de verano, aumenta el riesgo de deterioro de los alimentos y el desarrollo de microorganismos. Alimentos en mal estado o sin procesar o higienizar, en contacto con restos de tierra o portadores de microorganismos se pueden convertir en posibles focos de contaminación y desarrollo de plagas, si no se aplican las medidas oportunas. La cocina es, junto con el baño, el lugar con mayor riesgo, ya que es una de las zonas más húmedas de la casa y el espacio donde se almacenan alimentos y debe mantenerse una temperatura templada, condiciones idóneas para que los microorganismos se desarrollen.
Por este motivo, si no se toman las medidas preventivas adecuadas, bastan unos pocos días fuera de casa para que se desarrollen focos de infección y plagas que generarían una situación de elevado riesgo higiénico. Para que la marcha no sea un motivo de preocupación, hay que limpiar a conciencia la lavavajillas, la despensa, el fregadero y el cubo de la basura, además del baño. Sin olvidar otras posibles fuentes de contaminación, como restos de suciedad o barro introducidos en la casa a través de nuestros propios zapatos o por nuestra mascota.
La cocina: principal foco de riesgo
La cocina es donde más precauciones deben tomarse para evitar situaciones de riesgo derivadas de los productos en mal estado, posibles focos de infección y el desarrollo de plagas que puedan amenazar la seguridad alimentaria al regreso de las vacaciones. El peligro dependerá de la zona concreta de la cocina y de la acción preventiva que pueda realizarse para evitarlo.ZONA DE ALMACENAMIENTO
La nevera
El riesgo en esta zona radica en un deterioro progresivo de los alimentos, sobre todo si están a punto de caducar o ya han caducado. Este estado implica la proliferación de microorganismos alterantes y, en algunos casos, de patógenos. También los restos de alimentos o la acumulación de la suciedad en el interior de la nevera, aunque se mantenga a temperaturas de refrigeración, pueden generar focos de microorganismos resistentes. Un deficiente almacenamiento originará contaminaciones cruzadas debido a los goteos y al contacto entre diferentes tipos de productos, por lo que el foco puede extenderse entre los alimentos almacenados. Al tratarse de productos perecederos con requerimientos especiales de temperatura, un incremento de la misma en el interior del electrodoméstico, o un imprevisto corte de corriente eléctrica, pueden agravar la situación.
Deben revisarse, por tanto, las fechas y el estado de los alimentos para saber cuáles deben consumirse antes y comprobar si es posible que alguno de ellos caduque durante nuestra ausencia. En cualquier caso, hay que limpiar la nevera por fuera y por dentro, desconectarla de la corriente eléctrica y seguir las instrucciones del fabricante. Si se ha decidido vaciarla, se pueden dejar las puertas abiertas, siempre que esté desconectada. De esta manera se evitará la formación de olores. El congelador puede mantenerse conectado y conservar en el interior los alimentos en recipientes herméticos.
La despensa
Los alimentos que se almacenan en esta zona no necesitan refrigeración, aunque sí un ambiente fresco, seco y ventilado. Por lo tanto, los peligros asociados son similares a los descritos en la nevera. Además, como no es un espacio en el que se pueda controlar la temperatura, el calor excesivo puede acelerar el deterioro de los productos. Otro peligro vinculado a la despensa es el desarrollo de plagas.
Como en la nevera, deben revisarse las fechas de caducidad y el estado de los productos. Este control permitirá retirar los envases que hayan podido quedar abiertos o que se hayan deteriorado. Además de limpiar y ordenar esta zona, hay que comprobar que la ventilación del recinto no sea lo suficientemente grande como para que se convierta en un posible lugar de acceso de insectos u hormigas.
ZONA DE MANIPULACIÓN Y COCINADO
La encimera
Esta parte de la cocina, junto con los utensilios que se utilizan para manipular los alimentos, es una fuente importante de restos de alimentos, suciedad y humedad. Con las altas temperaturas que en ella se registran, resulta una zona muy atractiva para los insectos y otros animales formadores de plagas. Por este motivo, es fundamental limpiarla y desinfectarla muy bien, sobre todo, las esquinas de difícil acceso, zonas que habrá que secar con un trapo limpio. Los utensilios que se encuentran normalmente sobre la encimera, como tablas de cortar, morteros, cuchilleros y estropajos, también deben limpiarse a conciencia. En ningún caso es recomendable dejar alimentos, como fruta o frutos secos, sobre la encimera.
La cocina o vitrocerámica
Los restos de suciedad que se forman, sobre todo de grasa, sirven de soporte para el desarrollo bacteriano, como los acumulados en los filtros del extractor muy sucios. Para evitarlo deben limpiarse en profundidad los quemadores o la placa, así como el horno y los filtros del extractor de humo con productos específicos. Antes de limpiar la freidora hay que vaciar el aceite, no guardarlo, sin verterlo por la fregadera.
ZONA DE LIMPIEZA
El fregadero
Esta parte de la cocina constituye una zona de alto riesgo higiénico, sobre todo con temperaturas elevadas y ante los restos de alimentos. La humedad facilita el desarrollo de microorganismos que son origen de focos de infección. Conviene recordar que es posible el acceso de animales formadores de plagas a través del sumidero. El fregadero debe limpiarse y desinfectarse con minuciosidad. Para ello, hay que utilizar el material adecuado, estropajos y bayetas en óptimas condiciones. Si el grifo no gotea, hay que dejar el tapón puesto. De esta manera no solo se evitarán los malos olores, sino el acceso de posibles «intrusos».
El lavavajillas
El interior de un lavavajillas descuidado constituye el entorno más adecuado para el desarrollo de microorganismos: ambiente húmedo, templado y con restos de alimentos que pueden servir de sustrato para gérmenes y otros organismos. La situación se agrava de forma peligrosa si dejamos utensilios sucios en su interior, con lo que se genera un importante punto de contaminación. Para reducir este riesgo, lo mejor es guardar los utensilios limpios y bien secos en sus correspondientes armarios o cajones, antes que dejarlos secar en el escurridor al aire libre. Para mantener este electrodoméstico en las mejores condiciones, hay que limpiar los filtros y realizar un lavado de autolimpieza con un producto específico para este fin. Por último, se dejará vacío con la puerta ligeramente entreabierta.
La basura
Los residuos que se generan en una cocina son un punto crítico de elevado riesgo sanitario que merece especial atención. La basura doméstica, por su riqueza en materia orgánica, puede convertirse en una importante fuente de contaminación. Además, es un excelente soporte para el desarrollo tanto de microorganismos, en ocasiones patógenos, como de plagas. Estas plagas (moscas, hormigas, cucarachas e, incluso, roedores) contribuyen al esparcimiento de los gérmenes por otras zonas de la cocina, con el riesgo de contaminar superficies, utensilios y alimentos. Hay que prestar especial atención al cubo de basura, la tapa y otros posibles materiales o utensilios en contacto con ella, así como el lugar que sirve para almacenarla.
El primer paso para evitar contaminaciones es vaciar la basura, depositarla en un contenedor en el exterior de la vivienda. No hay que dejar nunca basura de ningún tipo, en especial restos orgánicos, ni en la cocina ni en ningún otro lugar de la casa, incluidos balcones y terrazas. El recipiente que hace de contenedor doméstico de la basura debe limpiarse y desinfectarse con lejía.
Limpieza y desinfección, las palabras clave
El proceso para eliminar cualquier tipo de contaminación doméstica pasa por hacer un repaso general de superficies como suelos, paredes, puertas de armarios y tiradores, así como de pequeños electrodomésticos que deberán guardarse en el interior de los armarios. Son dos conceptos, limpieza y desinfección, que deben unirse en la cocina. Recordemos que limpieza no es sinónimo de desinfección y que algo que está limpio no tiene por qué estar desinfectado y, por lo tanto, puede ser un foco de contaminación.
Cuando se limpia una superficie se retira la suciedad y los restos de alimentos que suponen un excelente sustrato para el desarrollo de los gérmenes, además de disminuir sensiblemente su número, pero solo una posterior desinfección con los productos adecuados los reducirá de manera aceptable.
Protocolo que debe seguirse
Para realizar una correcta limpieza y desinfección de las instalaciones, es conveniente tener en cuenta los siguientes pasos:
- Retirar previamente la suciedad más visible.
- Enjuagar con agua caliente.
- Aplicar un producto detergente, según sus instrucciones de uso.
- Aclarar con abundante agua.
- Aplicar un producto desinfectante, según sus instrucciones de uso.
- Aclarar, si así lo requiere, el producto utilizado.
- Secar en caso necesario, según el tipo de producto y superficie.
La protección higiénico-sanitaria será superior en el caso de que la cocina esté equipada con Sistemas Pasivos de Seguridad Alimentaria (SPSA), materiales y equipos de última generación que mejoran el nivel de seguridad e higiene, como materiales y revestimientos con tratamientos bacteriostáticos que protegen de la proliferación bacteriana entre limpieza y limpieza o neveras con protección antibacteriana que ayudan a evitar el desarrollo de microbios en su interior.
- Es importante limpiar los utensilios de limpieza, aclarar y desinfectar los trapos y material utilizado y ponerlos a secar.
- Ventilar bien la cocina después de limpiarla y cerrar las ventanas, no solo por seguridad, sino porque podría ser la vía de acceso a nuestra cocina de algún animal no deseado.
- Si hemos tenido problemas de plagas, fumigaremos la cocina de acuerdo a las indicaciones del producto.
Las plagas, uno de los problemas más comunes que pueden desarrollarse en nuestra ausencia, en especial en primavera y verano, son proliferaciones de animales (insectos voladores, hormigas, cucarachas, roedores…) que resultan perjudiciales para la salud y ponen en grave peligro la seguridad de nuestros alimentos. De ahí la importancia de establecer primero unas medidas preventivas para evitarlas, como rejillas o armarios estancos con ventilación pero sin accesos, y disponer de eficaces sistemas de erradicación que puedan aplicarse tanto en la cocina como en otras zonas de la casa. En algunos casos, puede ser necesaria la ayuda de profesionales cualificados.
En el regreso no debe olvidarse:
- Conectar la nevera. Antes de introducir ningún alimento hay que esperar a que se alcancen las temperaturas adecuadas de refrigeración y congelación.
- Revisar la despensa y comprobar el buen estado de los productos almacenados.
- Dejar correr el agua del fregadero durante unos minutos antes de utilizarla.
- Ventilar la cocina a fondo y hacer un repaso general a la limpieza.
- Comprobar que no se ha formado ninguna plaga.
Junto con la cocina, el baño es otra de las zonas con mayor riesgo higiénico-sanitario ya que, además de ser húmeda, es la parte de la casa donde más microbios pueden acumularse debido, precisamente, a su función sanitaria. Reducir este riesgo precisa la retirada de todos los productos de uso habitual que se encuentren sobre el lavamanos, la bañera o el bidé, como jabones, cepillos de dientes, peines, cepillos de pelo y esponjas, que deberán lavarse e higienizarse. Estos utensilios deben guardarse bien secos en un armario.
Otros aspectos destacados son:
- Vaciar la papelera.
- Retirar las toallas y la cortina de la ducha para lavarlas, limpiar y desinfectar la bañera, el lavamanos, el bidé y el inodoro, que se debe limpiar con un producto específico, incluida la escobilla.
- Limpiar y desinfectar las encimeras, paredes y el suelo del baño.
- Tapar los sumideros del lavamanos, bañera o ducha y bidé para evitar malos olores o posibles “intrusos”. El grifo no debe gotear.
- Cerrar la tapa del inodoro y ventilar a fondo la habitación para evitar la acumulación de humedad. Una vez que esté ventilada, hay que cerrar la ventana.