El pasado mes de marzo las autoridades sanitarias estadounidenses alertaban, tras varias quejas de consumidores, de un brote de contaminación alimentaria, presuntamente por melamina, en comida para animales domésticos. Hasta el momento la contaminación, que no ha traspasado a ningún país europeo, ha afectado a más de 150 marcas comerciales y se ha extendido a las granjas de aves y cerdos. El incidente revela los contrastes entre la legislación de los mercados occidental y chino.
La preocupación ahora por el brote de contaminación en EEUU es si puede haber afectado a personas o si existe la posibilidad de que la materia prima haya llegado a formar parte de productos de consumo humano. Hasta el momento las autoridades de aquel país descartan tal riesgo. La alerta no afecta a los países europeos ya que los productos adulterados no han entrado en la Unión Europea. La alerta empezó a gestarse el pasado marzo cuando, tras varias quejas de consumidores, un fabricante de comida para gatos y perros detectó, tras pruebas en laboratorio, que sus productos provocaban vómitos y fallo renal en los animales. La empresa inició entonces la retirada de sus productos. Paralelamente, fueron apareciendo más casos en relación con otras marcas comerciales.
A día de hoy, y según datos de la agencia de seguridad alimentaria de EEUU, la Food and Drug Administration (FDA), hasta 150 marcas comerciales se han visto afectadas y se ha procedido a la retirada de más de 5.000 productos de pienso y de comida enlatada para gatos y perros, lo que supone la devolución de millones y millones de paquetes y latas de comida para animales (se estima que sólo la primera empresa afectada tuvo que recuperar 60 millones de unidades).
Proteínas vegetales de origen chino
La principal hipótesis de la contaminación apunta a la melamina presente en proteínas vegetales de origen chino
Aunque al principio se habló de que los productos estaban contaminados con raticida, en abril se identificaba como posible agente causal el gluten de trigo y la proteína de arroz adulterados con las que se elabora la comida para los animales. Esta materia prima, importada de dos empresas chinas, estaría contaminada por melamina, una pequeña molécula que se usa en la industria como retardante de llama y en la fabricación de polímeros. También se usa como fertilizante en algunos países (pero no en Europa ni en EEUU). La melamina fue hallada tanto en las proteínas vegetales de origen chino como en muestras de los animales muertos, de ahí que sea la principal hipótesis a la hora de explicar la contaminación. No obstante, informaba la FDA, la melamina provoca trastornos a niveles mucho más altos de los encontrados en los productos adulterados.
«Hay una ausencia real de datos sobre la toxicidad de la melamina excepto por algunos antiguos estudios en ratas», explicaba David Acheson de la FDA en una rueda de prensa. Aquellos estudios indicaban que en niveles altos de ingestion, la melamina puede llevar a trastornos en forma de piedras en la vejiga y en última instancia cáncer. Esos niveles son «mucho más altos que los que hemos visto en el consumo de animales». Por todo ello, los expertos creen que la toxicidad se debe a la interacción entre la melamina y algún otro compuesto relacionado con la melamina.
A principios de mayo, la Universidad del Estado de Michigan notifica que ha hallado en muestras de los animales muertos varios contaminantes además de la melamina, entre ellos el ácido cianúrico, un metabolito de la melamina. La hipótesis, aún sin confirmar por la FDA, es que estos compuestos, que por sí solos no son muy tóxicos, serían mucho más dañinos al darse conjuntamente ya que reaccionarían formando cristales que bloquearían el funcionamiento de los riñones. Hasta la fecha, la FDA ha recibido unas 10.000 comunicaciones de ciudadanos afectados, se han notificado a través de organismos veterinarios la muerte de hasta 3.600 perros y gatos, aunque de ellos sólo se han podido confirmar 16 casos como atribuibles a los productos adulterados.
Se extiende a granjas de aves y cerdos
La preocupación aumenta cuando a finales de abril la FDA comunica que se ha detectado el uso de gluten de trigo adulterado en granjas de aves y de cerdos. Según estimaciones oficiales, unos 3 millones de pollos habrían sido alimentados a lo largo de febrero con el pienso contaminado, sacrificados en marzo y habrían entrado en la cadena alimentaria. En el caso de las granjas porcinas, se calcula los animales alimentados con pienso adulterado en unos seis mil.
No obstante, se descarta que haya riesgo para humanos. Primero, porque los niveles de contaminación en este caso serían muy bajos -sólo un 5% del pienso de los pollos y de los cerdos estaría constituido por ese gluten de trigo adulterado, según la FDA. En segundo lugar, porque la melamina se excreta por la orina en el caso del cerdo. Una tercera razón, argumentaban los expertos de la agencia en una rueda de prensa, porque los humanos no comen exclusivamente cerdo o pollo, al contrario que un animal de compañía, que come en exclusiva su pienso o comida enlatada. La proporción de tóxico ingerido no es la misma. Incluso en niños pequeños, si comieran pollo, los niveles del contaminante siguen siendo muy bajos, dice la FDA. Por ello, y por el hecho de que no se ha dado ninguna incidencia en humanos, no se ha procedido a retirar ningún producto relacionado con el pollo y el cerdo.
Aunque la FDA ha descartado que pueda haber otros productos de consumo humano contaminados por el gluten de trigo y la proteína de arroz, está recomendando a los fabricantes que usan proteínas vegetales sobre la necesidad de analizar las materias primas para detectar la presencia de melamina. Asimismo, ha restringido además la importación no sólo de los productos de las dos empresas fuente de la contaminación sino también de otras proteínas vegetales procedentes de China en general: gluten de trigo y de arroz, proteína de arroz, concentrado de proteína de arroz, gluten de maíz, proteína de soja, entre otros.
¿Un fraude legal?
El problema habría quedado limitado a una contaminación accidental si no fuera porque entre finales de abril y principios de mayo, algunas fuentes revelan en medios de comunicación, como la CBS o Associated Press, que la adición de melamina en las proteínas vegetales es una práctica habitual en China para conseguir que compuestos como el gluten de trigo tengan un contenido proteico aparente mucho mayor. ¿Es plausible la hipótesis del fraude? Químicos consultados por CONSUMASEGURIDAD explican que el efecto de añadir melamina es, efectivamente, un aumento en los niveles de nitrógeno, que es precisamente lo que se analiza cuando se quieren ver los niveles de proteína.
Ninguna fuente oficial ha confirmado que esta práctica sea una realidad (lo que llevaría automáticamente a asumir que la contaminación podría estar mucho más extendida). Sin embargo, en el mismo mes de mayo el gobierno chino ha prohibido el uso de este producto en la producción de alimentos, aspecto que hasta ahora no estaba regulado. «Hasta donde yo sé, no hay regulación que haga esto [añadir melamina] ilegal», declara Ji Denghui, de una empresa química china, a la agencia de noticias Associated Press. «Por lo que respecta a si la melamina es tóxica o no, creo que no hace ningún daño si está sólo en cantidades muy pequeñas. De otra forma, las compañías no lo harían [añadir melamina]». Se trataría, pues, de un fraude surgido a la sombra de un vacío legal.
La alerta alimentaria por melamina no ha afectado, hasta la fecha, a los países europeos. Fuentes de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria (AESAN) informaban a este medio que para que hubiera tal alerta tendría que haberse detectado en cualquier punto de las aduanas la entrada del producto de las dos empresas chinas fuente de la contaminación. Igualmente, dos de las empresas afectadas explicaban que en España no ha habido incidencias. La materia prima usada para hacer los piensos en las plantas europeas, explicaba una de ellas, proviene de Europa, así que no existe tal riesgo.
La prohibición impuesta por el gobierno chino sobre el uso de la melamina en la producción alimentaria y el cierre de las fábricas que pueden haberla usado alimenta la sospecha de hasta dónde llegan las prácticas de producción en el país oriental y hasta dónde el control. Según informaba la CBS a finales del pasado abril, China insiste en que cada contenedor con productos agroalimentarios es inspeccionado pero la realidad, según algunos expertos, es que los puntos de control estricto «son raros». Por otro lado, también están los medios: es más fácil que para detectar pesticidas o alimentos adulterados las empresas extranjeras dispongan de aparatos más sofisticados de los que dispone el propio gobierno chino, informaba ese medio.
Las asignaturas pendientes son múltiples para una industria que se está desarrollando. Muchas granjas en China son pequeñas y están vendiendo su producción a países extranjeros con regulaciones muy diversas, que afectan al pesticida usado, a la alimentación de los animales, a los aditivos… No es sólo lo que se ponga en los cultivos, sino también el estado de la contaminación en la tierra y las aguas, que afecta a los campos de cultivo y piscifactorías y sus productos. Los retos que debe superar la producción alimentaria China son enormes.