¿Ha mejorado la seguridad de los alimentos en los últimos 10 años? Hay división de opinión, según una macroencuesta realizada en el ámbito comunitario. Mientras el 38% de los consumidores europeos asegura que la situación ha mejorado, el 29% considera que se mantiene prácticamente igual. El 28% restante piensa que la situación ha empeorado, sobre todo la presencia de residuos de pesticidas en alimentos. Del análisis se desprende además que el consumidor europeo se preocupa más por los factores externos que por los que él puede controlar.
El 60% de los consumidores europeos reconocen tener un alto nivel de conocimiento de la normativa europea sobre seguridad alimentaria; seis de cada diez consideran que las decisiones adoptadas por las autoridades sanitarias se basan en criterios científicos; uno de cada dos piensa que se realiza un buen trabajo de información respecto a los riesgos asociados con los alimentos, y la mayoría no cita las mayores crisis alimentarias sufridas (como el mal de las «vacas locas» o las dioxinas) como una de las mayores preocupaciones. A grandes rasgos, esta sería la conclusión del Eurobarómetro realizado por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, en siglas inglesas) y presentado hace una semana.
¿Influyen en la percepción del riesgo sobre alimentos aspectos socio-económicos y culturales? Parece ser que sí. Bajo el título Percepción del riesgo y la seguridad de los alimentos: ¿en qué situación se encuentra el consumidor europeo?, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), junto con la Dirección General de Sanidad y Protección del Consumidor de la Comisión Europea, detalla las valoraciones que tiene el consumidor europeo sobre los riesgos en la salud, valoraciones a menudo «incoherentes, que rehúyen situaciones de escaso riesgo», aseguran los responsables del análisis.
«La respuesta al riesgo parece, a menudo, incoherente, si no completamente irracional. Podemos rehuir situaciones de bajo riesgo, mientras aceptamos otras de riesgo más elevado», reconocía en diciembre de 2003 David Byrne, entonces comisario europeo de Salud y Protección del Consumidor. Para Byrne, de los distintos componentes de la evaluación del riesgo, gestión, análisis, comunicación y percepción, ésta última es quizás la «más difícil de comprender y evaluar». A pesar de todo, la macroencuesta presentada recientemente refleja que la opinión general es positiva, así como también lo es el papel que juegan las autoridades públicas en la protección del consumidor.
Principales riesgos
La mayoría de consumidores europeos relaciona los alimentos con el sabor y el placer, y sólo uno de cada cinco con la saludPara los europeos, el alimento se asocia sobre todo con el gusto (31% de los encuestados) y el placer (29%). Sólo uno de cada cinco lo atribuye a la salud. A la pregunta sobre riesgos específicos relacionados con los alimentos, la respuesta de la mayoría, lejos de lo que podría esperarse, no se ha centrado en algunas de las crisis alimentarias sufridas en los últimos años, como el mal de las «vacas locas» o las dioxinas en piensos, sino que los temas que más preocupan están relacionados con los que provocan los productos químicos, los pesticidas, las sustancias tóxicas y la obesidad.
Los responsables de la encuesta insisten en la idea de que la percepción del riesgo resulta «un factor irracional» y complejo que no necesariamente responde a la situación real del país. En este sentido, destacan el hecho de que suelen generar menor preocupación los riesgos que están asociados a su propio comportamiento o prácticas. Buen ejemplo de ello es el caso de la obesidad, que muchos de los consumidores europeos la mencionan de forma casi «espontánea» como posible riesgo asociado al alimento, y pocos lo relacionan con su responsabilidad a la hora de prevenirla.
La tendencia es pues focalizar la preocupación en aquellos riesgos relacionados más con factores externos que con el control. Los estudios realizados hasta ahora han demostrado que las personas perciben el riesgo de manera distinta, dependiendo de que éste sea voluntario o involuntario o de que aprecien beneficios personales o no. Esto explicaría, por ejemplo, que los organismos modificados genéticamente (OMG) o la acrilamida generen más alarma que el riesgo, a menudo más real, de Salmonella.
Así, los residuos de pesticidas son los que más preocupación provocan (en un 60%); les siguen los nuevos virus, como el de la gripe aviar; residuos en carnes; higiene alimenticia (fuera del hogar) y contaminación por bacterias, como Salmonella en huevos o Listeria en queso. Un 65% de los consumidores europeos han mostrado preocupación por la presencia de bacterias en alimentos, de los cuales el 26% se ha declarado «muy preocupado». El grado de preocupación es similar al que generan contaminantes como dioxinas o mercurio.
La UE lleva varios años desarrollando una política legislativa de higiene alimentaria. Para que esta política sea útil, se apoya en programas específicos de salud pública, protección de los consumidores y seguridad de los alimentos (aspecto que engloba campos como el de la sanidad y bienestar animal). En 2002, la UE estableció un nuevo cuerpo científico, la EFSA, un organismo independiente cuya finalidad es asesorar sobre la seguridad de los alimentos.
Ahora, los responsables del Eurobarómetro aseguran que estas medidas legislativas permiten interactuar con los consumidores y desarrollar iniciativas adecuadas a las opiniones generales. La encuesta, que se ha realizado en los 25 Estados miembros entre el 2 de septiembre y el 6 de octubre de 2005, muestra que el 61% de los encuestados durante este periodo asegura estar al día de las regulaciones comunitarias en materia de higiene alimentaria, y el 54% afirma además que la UE se preocupa por los riesgos alimentarios, aunque existe cierto escepticismo por el hecho de que se dé más importancia a los intereses económicos que a la propia seguridad alimentaria.
En cuanto a los sectores que más confianza generan en el consumidor están las asociaciones de consumidores (32%), los especialistas en medicina (32%), científicos (30%), autoridades públicas (22%) y medios de comunicación (17%). Los productores y fabricantes son los que menos confianza generan.