En los últimos años se ha producido una creciente demanda de los alimentos de origen animal. Esta tendencia, que los expertos denominan “revolución ganadera”, tiene doble cara: por un lado ofrece numerosas oportunidades a países en vías de desarrollo, pero por otro plantea nuevos riesgos a los que deben hacer frente los expertos en materia de sanidad animal. Algunos de estos retos son la producción de productos animales de calidad y seguros y el control de enfermedades transfronterizas, entre las que se incluyen las zoonóticas.
Empezó la revolución verde, con la industrialización de la agricultura y el uso intensivo del riego, el desarrollo de semillas híbridas, fertilizantes o plaguicidas sintéticos. La revolución ganadera hace años le sigue los pasos con un programa similar que se sirve sobre todo de la tecnología genética para crear razas mejoradas, más resistentes a enfermedades y con mejoras productivas. Pero a diferencia de la revolución verde, impulsada por la oferta del sector, la ganadera responde a la demanda de carne en todo el mundo que, si se cumplen las previsiones, puede llegar a aumentar para el año 2020 en un 60% en los países desarrollados, mientras los requerimientos de leche se incrementarían en un 52%.
El escenario se encamina, según el International Model for Policy Analysis of Agricultural Consumption (IMPACT, un modelo internacional de análisis de política de consumo de productos agropecuarios), a un consumo de carne y leche muy superior al registrado en los años 90. Y para conseguirlo se recurre a los cambios tecnológicos que permitan aumentar la producción de manera sostenible.
Átomos para alimentos
Se calcula que un 27% de las calorías que se consumen en los países desarrollados proceden de productos de origen animalAumentar las estrategias en nutrición animal y producción, así como en la detección y control de las enfermedades animales puede tener en las tecnologías nucleares un nuevo aliado, según el simposio internacional de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA) sobre la mejora sostenible de la producción y la salud animal, celebrado del 8 al 11 de junio en Viena.
Este tipo de tecnologías aplicadas a la producción del ganado son capaces, por ejemplo, de medir el valor nutritivo de los alimentos, determinar el balance energético de los animales y sirven para supervisar la reproducción animal en la cría de mejores razas de animales.
Las técnicas nucleares también se utilizan en el diagnóstico de las enfermedades animales, a través de métodos isotópicos, más exactos y precisos para detectar cuáles son los animales enfermos. Además de la irradiación de alimentos, utilizada sobre todo para eliminar bacterias como E.coli y salmonella, se suman otros campos en los que se pueden aplicar las técnicas nucleares. Esta tecnología, por ejemplo, puede detectar un uso excesivo de pesticidas o residuos de medicamentos veterinarios en los alimentos.
De la mano de los veterinarios
Todos estos cambios plantean nuevos desafíos y oportunidades que obligan a desarrollar sistemas multidisciplinares que tengan en cuenta el trabajo de expertos en distintas áreas. Interacción entre nutrición, reproducción y genotipo; entre el ganado y el medio ambiente y el clima (agua, tierra, calor o altitud); detección y control de enfermedades animales transfronterizas y la seguridad de los productos de origen animal y la calidad de los alimentos son algunos de los aspectos que más preocupan. Contar con expertos que velen por todos estos asuntos es fundamental, y uno de los ámbitos de mayor actividad en este campo es el veterinario, cuya formación resulta clave a la hora de poder realizar una adaptación a los nuevos problemas de control de enfermedades, seguridad sanitaria e inocuidad de los alimentos.
Para la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) se trata de conseguir un compromiso, el de «mejorar la sanidad animal en todo el mundo». Enfermedades como la fiebre aftosa, la encefalopatía espongiforme bovina (EEB) o la gripe aviar son algunos de los retos sobre los que hay que centrarse actualmente, admite la organización, además de la contaminación microbiana por una inadecuada manipulación de los alimentos. Durante la 77ª Asamblea General anual de la OIE, celebrada el pasado mes de mayo en París, los expertos analizaron las acciones iniciadas frente a la nueva gripe H1N1, como el acuerdo sobre la correcta denominación de este nuevo virus y la decisión de restringir, sin motivo alguno, las importaciones de productos porcinos a determinados países. El reto ahora es intensificar la investigación sobre el virus que circula actualmente por todo el mundo.
En cuanto a las enfermedades animales, las consideradas emergentes se asocian al cambio climático y a la globalización del comercio, lo que lleva a poner mayor énfasis en el control de estas nuevas enfermedades, sin dejar de lado las cuatro «prioritarias» por la OIE: EEB, fiebre aftosa, peste bovina (que esperan dar por erradicada en un corto periodo de tiempo) y perineumonía contagiosa bovina. En total, actualmente se lleva a cabo una intensa labor de control de unas 100 enfermedades animales terrestres y acuáticas.
Enfermedades animales como la peste bovina, la fiebre catarral ovina y la peste porcina africana están controladas en el seno de la UE por normativas específicas que velan por una mayor sanidad de los alimentos procedentes de los animales. Además de prevenir las enfermedades, las medidas comunitarias establecen pautas que se han de aplicar si se detecta alguna de estas enfermedades:
- Toma de muestras en caso de sospecha de infección en animales.
- Vigilancia oficial en la explotación donde se ha detectado y de las explotaciones cercanas si es necesario, así como el aislamiento de los animales.
- Envío de muestras a los laboratorios designados como oficiales y que trabajan en cooperación con los laboratorios de referencia.
- Aplicación de programas de erradicación de enfermedades, que incluyen, por ejemplo, la descripción de la situación epidemiológica, definición de los métodos de análisis, normas sobre desplazamiento de animales y la declaración de focos de la enfermedad, así como normas de sacrificio de los animales infectados o que puedan estarlo.