Las crisis alimentarias, aunque generan pérdida de confianza entre los consumidores, suelen ser una oportunidad para estructurar sistemas que garanticen la seguridad de productos alimenticios. ¿Qué papel juegan las Agencias de Seguridad Alimentaria? ¿Y los consumidores? ¿Qué ocurre con la crisis del mal de las “vacas locas”? ¿Cómo se debe gestionar una crisis? En el congreso de Seguridad Alimentaria organizado por Hispacoop en Huelva se ofrecieron respuestas a estos interrogantes.
El Congreso de Seguridad Alimentaria organizado por Hispacoop (Confederación Española de Cooperativas de Consumidores y Usuarios) se celebró los pasados días 19 y 20 de noviembre en Huelva. Arrancó con definiciones básicas sobre crisis de seguridad alimentaria, desde los primeros casos de dioxinas belgas hasta el mal de las «vacas locas», su fuerte componente mediático y las consecuencias sociales asociadas. No sólo por la sensación de inseguridad que provocan sino también por las repercusiones económicas en el sector de la alimentación.
Hasta la fecha, el caso más significativo en España ha sido el mal de las «vacas locas», que cumple su primer año. Juan José Badiola, director del Laboratorio Nacional de Referencia de Encefalopatías Espongiformes Transmisibles de Zaragoza, mostró durante el congreso su preocupación ante las recientes declaraciones ministeriales, según las que la crisis se encuentra ya en estos momentos bajo control. En su opinión, se debería huir de triunfalismo o de declaraciones que ofrecen visiones que pueden inducir a confusión porque «todavía quedan incógnitas por despejar». Según Badiola, es necesario continuar con el plan de vigilancia establecido para evitar una relajación de las pautas de prevención. Además, añadió, deben continuar aplicándose los mecanismos de control «en todo momento» y mantener los trabajos de cooperación entre las autoridades competentes europeas, las del Estado y las de las distintas comunidades autónomas para ofrecer información a la población y adoptar las medidas necesarias que garanticen la salud pública. «Debe aplicarse todo aquello que se sabe y, cuando no se sabe, aplicar el principio de precaución».
Badiola lamentó, asimismo, la drástica reducción de presupuesto aplicada por el Ministerio de Agricultura, que contará en 2002 con 10.000 millones de pesetas, cifra muy inferior a los 152.000 invertidos este año. En esta crisis, agregó, se han detectado incumplimientos de la normativa que prohibía el consumo de harinas cárnicas, además de fallos en la tecnología de elaboración de productos para la alimentación del ganado vacuno.
Por su parte, Douglas Powell, profesor de la Universidad de Guelp, en Canadá, y experto en gestión de crisis, ofreció algunas de las pautas básicas que se deben seguir en situaciones similares. Desde su punto de vista, cuando se producen situaciones de crisis se requieren sistemas de vigilancia rápidos y efectivos, además de una «comunicación creíble» sobre el riesgo. «La primera medida básica es la prevención del riesgo», dijo, pero también la definición exacta de los distintos aspectos que interaccionan durante una emergencia alimentaria y el desarrollo de una «estrategia cohesionada». Para ello, Powell señaló la necesidad de crear un equipo de gestión y comunicación que se exprese en público a través de un portavoz único y fiable.
Powell opina que hoy en día a los consumidores no les basta con escuchar que la comida es segura sino que exigen con hechos la demostración de que efectivamente es así. Para el experto, el concepto de que un producto es «natural» está muy extendido, pero para inducir seguridad son necesarios laboratorios capaces de verificarlo y tener presente que el riesgo cero en alimentación, «no existe».
Agencias de Seguridad Alimentaria
Los consumidores, con el paso de los años, han aumentado sus expectativas ante los alimentos. Así buscan, entre otros aspectos, calidad, accesibilidad y seguridad, además de productos sanos e inocuos. Ramon Fisac, subdirector general de promoción alimentaria del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, explicó que cada eslabón de la cadena alimentaria debe implicarse en garantizar los niveles máximos de seguridad, «desde los productores hasta los consumidores pasando por distribuidores» y el resto de agentes vinculados a la cadena.
La política alimentaria de la Unión Europa está sometida a una armonización estricta y completa en la que se ha demostrado, según Fisac, que existen lagunas, sobre todo en el cumplimiento de la legislación, como ocurrió con las harinas cárnicas en el Reino Unido o con el caso del aceite de orujo de oliva. «El futuro camina hacia una legislación completa y práctica», añadió.
Ignacio Arranz, subdirector general de Salud Pública, presentó durante el congreso las pautas básicas de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria. En su conferencia explicó que se trata de un modelo «esperanzador», que nace con un elevado consenso social y político y que proporcionará diálogo ya que «no nace con la idea de trabajar sola». El objetivo general es promover la seguridad alimentaria dentro de la salud pública y ofrecer garantías de información objetiva, con especial acento en la cooperación entre todos los implicados en el proyecto.
Arranz remarcó que se trata de promover el concepto de seguridad alimentaria en toda la cadena, incluidas la sanidad animal y vegetal. «No será una agencia dedicada al fraude ni a la inspección federal». Sus funciones serán, aclaró, las de agencia «evaluadora, gestora y comunicativa», es decir, un referente común cuando se presenten situaciones de crisis o de emergencia. Arranz apuntó que, entre los objetivos específicos asignados, se encuentran la participación activa de las administraciones implicadas, como agricultura, pesca, ganadería o economía, para no provocar distorsiones en el objetivo a alcanzar. También contará con la participación tanto de ciudadanos como de consumidores o representantes sectoriales.
Este organismo público de carácter autónomo, adscrito al Ministerio de Sanidad y Consumo, nace con una «autonomía razonable» que en el futuro podrá tender a un modelo de «autonomía absoluto». Arranz insistió en la importancia del ejercicio de consenso realizado para su creación. Según dijo, han bastado sólo tres meses para su diseño. En la actualidad se encuentra en fase de desarrollo reglamentario.
El modelo andaluz de la Agencia de Seguridad Alimentaria fue presentado por Luis Rallo, secretario general de Agricultura de la citada comunidad. En estos momentos se trata de un anteproyecto de ley en fase de tramitación y que a lo largo de 2002 se remitirá al Parlamento andaluz. Sus principios de actuación pasan por la cooperación con otras agencias, la necesidad de creación de comités científicos así como trabajar con criterios de transparencia. La capacidad ejecutiva todavía no está especificada y dependerá del desarrollo de sus Estatutos.
La demanda y el rey del mercado
El consumidor es la demanda y el rey del mercado, según palabras de Ramón Fisac, y por ello es importante conseguir que conozca los sistemas que garantizan la seguridad a partir de una buena formación e información para poder tener capacidad de decisión. Pero en muchos casos el consumidor tiene «mucha o demasiada información». Sin embargo, no tiene la suficiente formación sobre temas de seguridad, «pidiendo imposibles como el riesgo cero, que no existe». José Juan Rodríguez, director del Observatorio de Seguridad Alimentaria de la Universidad Autónoma de Barcelona, explicó que una prueba de la falta de información o formación de los consumidores se refleja en el hecho de que la mitad de las toxiinfecciones de origen alimentario se producen en los hogares. Además, comentó que la aparición de nuevas técnicas, que permiten alimentos más seguros, como la irradiación de alimentos, puede implicar que determinadas medidas higiénicas básicas no se tengan en cuenta y, en conclusión, se acaben consumiendo productos más inseguros. En su opinión se debe tener en cuenta la correcta manipulación de alimentos y las medidas básicas de higiene. Y es que, en algunas ocasiones, desinfección y limpieza se agrupan bajo una misma denominación, cuando en realidad no lo son.
Buscar información, conseguir calidad
El avance de las tecnologías, en este caso Internet, ha permitido contar con un proveedor de información que poco a poco va ganando cuota de audiencia. Ha sido a través de este medio que se ha puesto en marcha una experiencia práctica en materia de seguridad alimentaria: consumaseguridad.com. Una iniciativa de Hispacoop (Confederación Española de Cooperativas de Consumidores y Usuarios) en colaboración con el Ministerio de Sanidad y Consumo que nació el abril de 2001. Ricardo Oleaga, director de la publicación, explicó que el acceso inmediato sin limitaciones geográficas y la rápida capacidad de respuesta del equipo multidisciplinar ante temas de relevancia social en seguridad alimentaria, permiten cubrir los objetivos de ofrecer información pero con la adecuada formación a los consumidores.
Otro ejemplo de información en materia de seguridad alimentaria son las denominaciones de origen (DO), consideradas por muchos consumidores como sinónimo de calidad. En la mesa redonda celebrada en el congreso, se contó con la participación del Gerente del Consejo regulador de DO Jamón de Huelva, José Antonio Pavón, y Manuel de la Cruz Infante, Presidente del Consejo Regulador de DO Condado de Huelva. Tal y como señaló el moderador, Juan Ramón Hidalgo, los productos DO llevan implícita una vinculación a un lugar y la garantía de dos controles, el obligatorio para todos los alimentos y el voluntario específico de cada producto DO, amparado en los reglamentos de los Consejos Reguladores. Todo ello permite que la rastreabilidad del producto «de la granja a la mesa» cumpla con todas las fases previas. Sus etiquetas ofrecen información sobre materias primas utilizadas, determinan un mayor grado de confianza y, en conclusión, de seguridad frente al producto.