Límite de consumo seguro de bisfenol A

La EFSA reevalúa el nivel máximo de consumo humano diario de bisfenol A, un producto químico que se encuentra en muchos plásticos de uso doméstico
Por Marta Chavarrías 8 de febrero de 2007

La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, en sus siglas inglesas) acaba de concluir que el nivel de efecto adverso no observado (NOAEL) de bisfenol A, un producto químico utilizado para fabricar productos de plástico de policarbonato, como recipientes de plástico reutilizable para comida y bebida, biberones o revestimientos de latas de productos alimenticios, es de 5 miligramos/kg de peso corporal al día, basándose en lo que denomina evidencia científica sólida. La anterior evaluación, que también atribuía a la sustancia capacidad para interferir en el sistema hormonal, se realizó en 2002 con similares conclusiones.

Latas de productos alimenticios, recipientes de plástico reutilizable para comida y bebida y otros productos domésticos se fabrican, entre otros, con bisfenol A (o BPA), un producto químico que empezó a generar preocupación cuando se descubrió que se había introducido en pequeñas cantidades de alimentos conservados en materiales con dicha sustancia. En roedores, los expertos descubrieron que pequeñas dosis de este producto químico, perteneciente a un grupo de productos químicos denominados disruptores de hormones, o disruptores endocrinos, podían tener efectos perjudiciales.

Estos efectos se materializaban en un aumento del peso de la próstata y una disminución de la producción diaria de esperma. Los expertos descubrieron además que el BPA podía causar mayores efectos en bajas dosis que en dosis más altas. Pero nuevos estudios han demostrado que los efectos difieren en los humanos. Por un lado, las personas metabolizan y excretan la sustancia de su organismo de forma más rápida que los roedores, factor que restringe la relevancia de la valoración de riesgos para los humanos en bajas dosis, descubiertos en los estudios realizados con roedores.

Ahora, expertos de la EFSA admiten que en ratones, y en dos generaciones de su descendencia, la ausencia de efectos adversos con una cantidad igual e inferior a 5 mg/kg de peso corporal añade más confianza a la valoración de los riesgos. Desde 2002 se han publicado numerosos estudios sobre la presencia de esta sustancia en los alimentos. Ello planteaba ahora la necesidad de revisar de nuevo los riesgos reales, de ahí que el Panel de Científicos sobre aditivos y materiales en contacto con alimentos (AFC) de la EFSA haya emitido sus conclusiones.

Fin a la controversia

Los expertos apuestan por realizar estudios de gran escala para conocer los efectos del bisfenol en la salud
La controversia generada por los riesgos reales del BPA no es nueva. Más de un centenar de estudios científicos han documentado hasta ahora los efectos perjudiciales a dosis bajas en animales, según un estudio publicado en la revista Environmental Research en 2006. Del total de estos estudios, cuarenta encontraron efectos adversos a concentraciones más bajas del nivel que se presume seguro. Otro estudio, esta vez publicado en 2005 en Endocrinology, determinaba que, tras exponer a roedores en gestación a pequeñas dosis de la sustancia, «se producían efectos a largo plazo en la glándula mamaria que se evidenciaban después de finalizada la exposición».

Por este motivo los expertos apuestan por realizar estudios de gran escala que permitan hacer el seguimiento de la exposición durante varios años y estudiar los efectos en la salud. En EEUU, por ejemplo, el Programa Nacional de Toxicología planea una evaluación al respecto. En la actual reevaluación de la EFSA se estima la ingesta de BPA de 0,2 µg/Kg al día en bebés de tres meses (alimentados con leche materna), a 13 µg/Kg al día en bebés de seis a doce meses. En niños y adultos esta ingesta estimada es de 5,3 y 1,5 µg/Kg al día, respectivamente. Esto supone que a lo largo de todos los grupos de edad, la ingesta diaria no alcanza ni un 30% de la TDI.

Contaminantes estrogénicos

Dentro de los contaminantes estrogénicos artificiales se encuentra el bisfenol A, un compuesto habitual en plásticos de uso común, muchos de origen alimentario por su capacidad estabilizante. Entre muchos otros, el bisfenol A se usa en la constitución de resinas epoxi, alquilfenoles, poliéster-estirenos, y algunas resinas de poliéster, habituales en envases plásticos retornables de zumos, leche y agua y también en contenedores para microondas y utensilios de cocina. Pese a que la comida está considerada como una de las principales vías de exposición, debido a la migración a alimentos y bebidas, no se descartan otras como la exposición ambiental o por contacto.

APUESTA DE CONTROL

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El bisfenol A forma parte de una larga lista de sustancias incluidas en el proyecto europeo REACH sobre el registro, evaluación y autorización de los productos químicos, destinado a regular el uso de productos químicos en la UE con el fin de aumentar la protección de la salud y del medio ambiente. Los criterios para el registro deben tener en cuenta no sólo la cantidad sino también el riesgo. Según datos comunitarios, las sustancias existentes representan más del 99% de la cantidad total de sustancias comercializadas y no están sujetas a los mismos requisitos de ensayo. Se calcula que el número de sustancias existentes que se comercializan en volúmenes a partir de una tonelada asciende actualmente a 30.000, de las que unas 140 se han considerado prioritarias y están sujetas a la determinación exhaustiva del riesgo que realizan las autoridades de los Estados miembro.

El proyecto, que está previsto que entre en vigor en junio de 2007,se aprobó a causa de la carencia general de conocimientos acerca de las propiedades y usos de todas estas sustancias. La nueva iniciativa, que sustituye a más de 40 textos legislativos sobre la materia, incluye el registro sistemático de todos los productos químicos, no sólo los nuevos sino también los existentes. En todos los casos, las sustancias que cubre el Reglamento tendrán que estar como muy peligrosas para los organismos acuáticos y que se produzcan en cantidades superiores a las mil toneladas al año se registrarán en un plazo de tres años y medio. El Reglamento obliga además a informar a los ciudadanos sobre las sustancias contenidas en productos, siempre que la cantidad sea superior al 01% del peso total del producto.

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