La investigación en el mundo de las moléculas y los átomos ha empezado a dar resultados en numerosos ámbitos. En el de la alimentación puede convertirse en una aliada para el desarrollo de envases que, por ejemplo, cambien de color cuando el alimento caduca. Pero a pesar de los avances, aún deben superarse algunas lagunas como los posibles efectos en salud, lo que obliga a establecer controles adaptados a las nuevas necesidades.
La mejora de la producción agrícola, el tratamiento del agua y el procesado de los alimentos son tres de las principales aplicaciones consideradas como beneficiosas de la nanotecnología en alimentación. Según reconoce Janez Potocnik, comisario de Investigación y Ciencia de la UE, «los posibles efectos de la nanotecnología son enormes». Los expertos creen que esta ciencia podría tener un impacto importante en el sector de la alimentación en un futuro, ofreciendo beneficios no sólo a la industria sino también al consumidor. Actualmente, las investigaciones en este nivel se centran en campos como el tratamiento de las características sensoriales de los alimentos (gusto o textura) y la posibilidad de detectar si un alimento es fresco o no.
De la etiqueta al papel
La nanotecnología desarrolla envases ‘inteligentes’ con capacidad para detectar contaminantes en alimentosUna de las aplicaciones que podría dejar huella en este campo son las etiquetas RFID, capaces de seguirle los pasos a un alimento desde que empieza su andadura hasta que finaliza en el consumidor. Durante todo este camino, la etiqueta facilita datos como la temperatura y la humedad del alimento. Esta herramienta permite que el consumidor tenga acceso a toda la información de un producto mediante un sensor. Desde hace unos años se están desarrollando códigos no ópticos, es decir, un instrumento que pasa la información por radiofrecuencia. Según los expertos, y a diferencia del código de barras, esta técnica permite la identificación de un producto de forma individual (lugar y fecha de fabricación y transporte, por ejemplo). La etiqueta, más flexible, podría ayudar a mejorar el control de la calidad, el transporte, el almacenaje y la venta de cualquier alimento.
Otra de las aplicaciones de la ciencia de lo minúsculo en el sector de la alimentación son los envases. Una de las áreas, desarrollada por expertos finlandeses, ha dado como resultado un papel bioactivo a base de biomoléculas capaz de aumentar la seguridad de los alimentos retrasando el crecimiento microbiano. De esta manera, un film plástico puede contener nanopartículas que hacen barrera frente al oxígeno o el dióxido de carbono. La investigación en este campo puede enfocarse al desarrollo de materiales con propiedades específicas como las descritas, así como la transferencia selectiva de gases o la transmisión de compuestos del material.
Los límites marcados
Los expertos no niegan las ventajas potenciales de la nanotecnología, aunque admiten también que de ella pueden aparecer nuevos problemas. Durante el encuentro ‘Debate on Governance Initiatives for the European Nanotechology Community in the Public and Private Sectors’, celebrado el pasado mes de diciembre en Bruselas, los expertos han admitido que sigue habiendo vacíos sobre los riesgos asociados a los nanomateriales. La confianza en su seguridad y la aceptación de los consumidores son condiciones previas para el uso y la comercialización de productos ‘nanotecnológicos’. La investigación en este contexto tiene, por tanto, un papel dominante. Los ensayos de nuevos usos deben ir de la mano de estudios sobre los riesgos potenciales y la adopción de medidas apropiadas.En este sentido, la Comisión Europea se fijó, para finales de 2007, adoptar un código de conducta voluntario para la ‘investigación responsable’ (‘The Code of Conduct’). El objetivo es invitar a los Estados miembros, la industria alimentaria, universidades, organizaciones e investigadores a seguir sus principios. Éstos se rigen por lo que exige la microencapsulación de antioxidantes, de minerales o de ácidos grasos para aumentar la absorción en el cuerpo de alimentos específicos. Tampoco se sabe mucho aún sobre los efectos de incorporar, por ejemplo, nano-gotas en un determinado alimento para favorecer la absorción de vitaminas.
La novedad de la nanotecnología en el campo de la alimentación obliga a aplicar evaluaciones de riesgo sobre las nanopartículas, como la presencia de contaminantes o si el uso de esta tecnología conduce a cambios en el valor nutricional del alimento. En el Reino Unido, la Soil Association, una de las principales productoras de alimentos ecológicos del país, no ve con buenos ojos el uso de nanomateriales en este tipo de alimentos. Según esta organización, las nanopartículas, compuestos minúsculos creados para favorecer algunas de las características de los alimentos, se crean a partir de una «tecnología potencialmente tóxica».
Las previsiones indican que de un 40% a un 60% del sector alimentario será resultado, para antes de 2015, de los procesos nanotecnológicos. Algo que obliga llevar a cabo estudios sobre los efectos negativos, aunque ello no indique, según expertos de la Universidad de Ulster, en el Reino Unido, que los usos nanotecnológicos amenacen todos los procesos. Desde la Asociación británica apuestan por fortalecer el aspecto legislativo que proteja al consumidor.