Los derechos del acceso al agua

La gestión del agua debe poder apoyarse en un marco jurídico que prohíba conductas como la explotación irracional e insostenible o la pérdida de calidad por contaminación
Por Juan Ramón Hidalgo Moya 26 de junio de 2006

La llegada del verano obliga a replantear aspectos relacionados con la gestión del agua, un recurso que no es, ni mucho menos, ilimitado, y sobre el que concierne a todos realizar una adecuada protección en beneficio de las generaciones futuras. Atendiendo a los precedentes que, en general, hay en España en cuanto a pluviometría, no cabe duda de que las autoridades adoptarán medidas de restricción, tanto para el consumo humano, el uso doméstico o público, como para la agricultura, la industria y las actividades lúdico-sociales. En el ámbito europeo, la Directiva Marco del Agua (DMA) es una de las que mayor perspectiva proporciona con respecto a las aguas europeas, algunas seriamente amenazadas de contaminación.

La importancia que tiene el agua en el desarrollo de la vida humana determina la necesidad de que los poderes públicos la protejan mediante un marco jurídico adecuado, que prohíba conductas que determinen su explotación irracional e insostenible o que conlleven una pérdida de su calidad por contaminación. Si bien es cierto que la Unión Europea dispone desde el año 2000 de un marco jurídico integral sobre la regulación del agua (continentales, de transición o costeras), queda aún por ver si su contenido, transpuesto al ordenamiento jurídico español en 2003, ha resultado todo lo eficaz que se esperaba.

De momento, el diagnóstico de la situación mundial lo ha presentado la Organización de las Naciones Unidas durante el año 2006 a través del informe El agua, una responsabilidad compartida, en el marco del Programa Mundial de Evaluación de los Recursos Hídricos. Una situación que debe hacer reflexionar a todos ante un inminente aumento de su consumo en los próximos años, en los que cada vez mayores recursos de agua, pero limitados, se deberán repartir entre un mayor número de población.

Se prevé que para el año 2025 la humanidad consuma el 90% del agua disponible en el planeta, casi un 40% más de lo que consume actualmente, en detrimento de las otras especies animales, que verán reducido su porcentaje. De momento, no han sido todo lo eficaces que se esperaba para compartir el agua a nivel mundial las más de 3.800 declaraciones unilaterales, bilaterales o multilaterales, o convencionales relativas a los recursos hídricos, de los que 286 son tratados.

La situación mundial

La contaminación hídrica y sistemas de saneamiento ineficaces causan la muerte de 2,2 millones de personas al año en todo el mundo

Los recursos son los que son para toda la humanidad, pero también para el resto de especies que necesitan el agua para su propia supervivencia. Las extracciones anuales de agua en el mundo se cifran entre unos 4.000 a 5.000 km cúbicos, mientras que su consumo, es decir, agua extraída que no vuelve a la naturaleza una vez usada, se sitúa entre 2.500 y 3.000 km cúbicos. Si bien es cierto que el 70% del planeta está cubierto por agua, sólo el 2,5% de toda esa agua es dulce, y de ésta, sólo un 0,3% circula por ríos y lagos, almacenándose un 30% en los acuíferos subterráneos, que proporcionan, a nivel global, entre el 25 y el 40% del agua potable del mundo.

El resto resulta inaccesible para los humanos y otras especies animales, o está congelada en glaciares y placas de hielo. Su reparto tampoco es equitativo, pues del agua que circula por los ríos, el 20% está en el Amazonas, y el 80% de los recursos superficiales de agua se concentran en las zonas del planeta con menor densidad de población. A la escasez y mal reparto del agua en el mundo se le une la contaminación, uno de los mayores problemas en la actualidad para la salud humana. A día de hoy todavía mueren en el mundo 2,2 millones de personas cada año debido a enfermedades causadas por agua potable para uso humano contaminada por un saneamiento deficiente. En este sentido, la ONU se ha comprometido a que hasta el 2015 algo más de un cuarto de millón de personas accedan cada día a agua potable sana.

A pesar de todo, un abastecimiento adecuado de agua potable es sólo uno de los papeles que desempeña este recurso para satisfacer las necesidades básicas y contribuir al desarrollo. Se trata también de analizar las condiciones actuales y las demandas de agua para la alimentación, la salud humana, la industria y la energía, y buscar soluciones integradas que garanticen la disponibilidad de agua en cantidad y calidad adecuadas para satisfacer cada una de estas necesidades de manera sostenible. Es más, si bien indican que la demanda diaria de alimentos no es negociable tras señalar al sector agrícola como consumidor principal de agua dulce, consideran que se encuentra ante un reto crucial: producir más y mejores alimentos usando menos agua por cada unidad de rendimiento, para así colaborar en la protección de los complejos ecosistemas acuáticos de los que depende nuestra supervivencia.

Una situación que sin duda debe cambiar, como lo debe hacer también el hecho de que en los países en vías de desarrollo se excluyan a las mujeres de las decisiones sobre la gestión y planificación de los recursos hídricos, cuando son responsables de la producción del 60 al 80% de los alimentos e importantes protagonistas en todos los asuntos relacionados con el desarrollo de los recursos hídricos.

Consumo desigual

Las cifras aportadas por la ONU son contundentes y dan una idea de la situación, pero también de las desigualdades existentes en el mundo. Así, resulta que Asia es la zona geográfica que más agua consume en el mundo, nada menos que un 68 %, debido a su densa población y al cultivo del arroz. La agricultura es sin duda la primera actividad humana consumidora de agua, pues representa el 70% del consumo mundial de agua, aunque su porcentaje varía mucho de una región a otra del planeta, dependiendo de los cultivos, sus técnicas y otros factores. Del estudio realizado por la organización internacional para 2006, y donde se recogen específicamente 16 regiones del mundo, entre ellas la del País Vasco, puede observarse que el consumo de agua usado en agricultura es tan sólo del 14%.

Le sigue, en cuanto a consumo, la industria, que se acerca al 20%, siendo el sector agroalimentario uno de los que más agua consume, así como el papelero, que precisa de unos 300 litros de agua para fabricar un solo kilo de papel. En el caso del País Vasco, al que se refiere el estudio de referencia, este consumo es de un 14%. El resto, es decir, un 10%, representa el consumo doméstico de agua, que varía sustancialmente dependiendo del nivel de vida y desarrollo de los países donde éste se produce, pero también de la posición social que se ostente, incluso dentro de una misma ciudad. El informe de Naciones Unidas establece para el País Vasco un consumo doméstico de agua del 72%, que se corresponden con las consumidas en países desarrollados.

Mientras un ciudadano estadounidense puede llegar a consumir hasta 400 litros de agua por día, según la ciudad en la que esté, un ciudadano africano escasamente llegará a los 30 litros por día de promedio. Las diferencias no sólo se notan a distancia, sino también en la misma ciudad, entre ricos y pobres, pues un residente de un barrio marginal dispone de 5 a 10 litros de agua al día, mientras que un hogar de ingresos medios o altos de la misma ciudad puede consumir entre 50 y 150 o más litros al día. Ello da una muestra de que todavía existen en nuestro planeta muchas personas que no tienen aseguradas sus necesidades básicas para proteger su salud, estimadas entre 20 y 50 litros de agua, libre de contaminantes, al día.

DIRECTIVA MARCO DEL AGUA

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La necesidad de proteger mediante leyes, costumbres y normas no escritas el uso del agua viene de lejos, y ha sido objeto de luchas, conflictos y pleitos a lo largo de la historia de la humanidad. Sin embargo, nunca como hasta ahora se le había dado una perspectiva tan integral y tan amplia como la que ha proporcionado la Directiva Marco del Agua (DMA) con respecto a las aguas de la Unión Europea, algunas de ellas seriamente amenazadas de contaminación o de riesgo. El Ministerio de Medio Ambiente español reconoce que se trata de una de las directivas más ambiciosa y compleja de todas las normas europeas relacionadas con el medio ambiente, y que supone un cambio radical en la legislación europea hasta ahora vigente. La Directiva, cuyo fin es asegurar un buen estado del agua protegiendo los ecosistemas que dependen de ella, engloba en un conjunto las aguas continentales superficiales y subterráneas, de transición y costeras.

La Directiva considera que el agua no es un bien comercial como los demás, sino un patrimonio que hay que proteger, defender y tratar como tal. El antecedente más inmediato de la norma comunitaria no es otro que el Informe de 1995 El medio ambiente en la UE, presentado por la Agencia Europea del Medio Ambiente, en el que se confirmaba la necesidad de tomar medidas para proteger las aguas comunitarias tanto en términos cualitativos como cuantitativos. El legislador comunitario era consciente de la creciente presión que suponía el continuo crecimiento de la demanda de agua de buena calidad en cantidades suficientes para todos los usos.

El objetivo de la Directiva en el ámbito comunitario no era otro que establecer un marco comunitario para la protección de las aguas superficiales continentales, de transición, costeras y subterráneas, para prevenir o reducir su contaminación, promover su uso sostenible, proteger el medio ambiente, mejorar el estado de los ecosistemas acuáticos y atenuar los efectos de las inundaciones y sequías. Para ello se otorgó un plazo que acaba en 2015 en cuanto a niveles de calidad para las aguas, según su tipología. El texto fue transpuesto al ordenamiento jurídico español en diciembre de 2003 e incorporado al texto refundido de la Ley de Aguas de 2001, y para dar cumplimiento al objeto de la Directiva se están empleando mecanismos de gestión integral de las masas de agua.

Bibliografía
Normativa
  • Directiva 2000/60/CE del Parlamento Europeo y del Consejo, de 23 de octubre de 2000, por la que se establece un marco comunitario de actuación en el ámbito de la política de aguas. (DOUE L 327, de 22 de diciembre de 2000).
Bibliografía
  • ONU/WWAP (Naciones Unidas/Programa Mundial de Evaluación de los Recursos Hídricos). 2003. 1er Informe de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos en el Mundo: Agua para todos, agua para la vida. París, Nueva York y Oxford. UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) y Berghahn Books.
  • ONU/WWAP (Naciones Unidas/Programa Mundial de Evaluación de los Recursos Hídricos). 2006. 2º Informe de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos en el Mundo: El agua, una responsabilidad compartida. París, Nueva York y Oxford. UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) y Berghahn Books.
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