Los aceites de frituras se reciclan para producir biodiesel y crece el interés en orientar cultivos de oleaginosas con igual finalidad. De los restos de fabricar azúcar y de los cereales se saca también alcohol para usarse como combustible, y la pulpa resultante de las industrias de zumos de cítricos parece que es idónea para convertirla en biogás.
El Parque Tecnológico de Valencia acogió la semana pasada el I Congreso Europeo de Aprovechamiento de Residuos de Alimentación, en el que se expusieron las principales líneas en marcha en este ámbito.
Un centro británico aprovecha los restos de industrias de procesamiento de cebollas y de champiñones para obtener compuestos para prevenir ataques de hongos en cultivos hortícolas. Se mezclan con compost y se esparce sobre el terreno. Además de fertilizar, evita enfermedades.
El Instituto Tecnológico Agroalimentario (AINIA), por su parte, presentó en el congreso un novedoso proyecto para obtener biogás de restos citrícolas y ganaderos. Según el AINIA, mezclando ambas cosas (40% de residuos cítricos y 60% de basura de animales) y sometiéndolas a un proceso de fermentación sin oxígeno, resultan 350 kilowatios/hora de biogás por cada tonelada.
En Asturias, una empresa también trabaja en la obtención de biogás a partir de los desechos de un matadero frigorífico en la cuenca del Nalón, los fangos de una depuradora industrial y los residuos de la industria láctea.