La presencia de jabalíes en zonas urbanas es cada vez más frecuente. Las apariciones que hace un tiempo eran esporádicas se han transformado en los últimos años casi en una constante, sobre todo en determinadas áreas de ciudades como Barcelona. Además de accidentes de tráfico o daños en parques y jardines, se han detectado nuevos riesgos sanitarios tanto para las personas como para otros animales. Los expertos se plantean ahora qué hacer con el jabalí urbano una vez muerto y señalan que lo más recomendable es no consumirlo, sobre todo, a causa de sus hábitos alimentarios: ingieren, además de frutos y roedores, carroña procedente de las bolsas de basura. En estos casos, es muy difícil disponer de todas las garantías sanitarias que requiere su consumo.
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En los últimos años se ha registrado una «invasión» de jabalíes en zonas urbanas de ciudades como Barcelona o Madrid. Esto conduce a situaciones nuevas que abordar, no solo por los daños que ocasionan a los bienes públicos y privados y los riesgos de accidentes, sino porque aumenta el riesgo de transmisión de enfermedades a otros animales domésticos e, incluso, a personas.
En las zonas periurbanas, los jabalíes encuentran dos ventajas. Por un lado, el acceso fácil a alimentos, procedentes de las bolsas de basura de los contenedores, y, por otro, el hecho de estar «protegidos» de la caza, ya que en estas zonas no está permitida. Se topan así con un refugio, un factor que podría explicar el motivo de esta tendencia, cada vez más común en determinadas zonas. Además, se plantean otras cuestiones, como qué hacer con los jabalíes una vez muertos, ¿se pueden consumir o es preferible incinerarlos?
Nuevos retos a nuevas situaciones
En condiciones normales, el riesgo de que los medicamentos. Otro de los riesgos asociados al acercamiento de los jabalíes a zonas urbanas procede de las fuentes de agua potable de los jardines. Si estos animales se abastecen de las mismas fuentes que las personas, la probabilidad de transmisión de enfermedades aumenta.
En estos casos, a causa de la dificultad de establecer controles sobre los hábitos alimentarios de los jabalíes que cruzan los límites urbanos, los animales que se capturan no se pueden consumir. Las garantías sanitarias que garanticen que el consumo de esta carne es seguro son casi nulas. Los expertos insisten en que estos animales no se deben ingerir en ningún caso.
Medidas de seguridad
La carne de caza, sea de jabalí, conejo o perdiz, por sus particularidades de hábitat y alimentación, necesita precauciones sanitarias concretas para evitar que su consumo comporte riesgos. La exposición a los peligros de la carne de caza puede resolverse con el control de posibles enfermedades. En 2009, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) emitía un informe sobre el jabalí y su papel en la propagación de la peste porcina clásica en los cerdos domésticos. La enfermedad se manifiesta de forma distinta en ambas especies y es más difícil de identificar en el jabalí. Encontrar uno de estos animales muertos es un signo de alerta de la enfermedad y la caza es el único sistema para obtener muestras de los animales, que se analicen y confirmen si están o no enfermos.
Una de las medidas adoptadas entonces fue la vacunación de los jabalíes. Según los expertos, con este modo preventivo se consiguió que la enfermedad desapareciera sin necesidad de tomar medidas adicionales en poblaciones pequeñas de animales. Además, la vacunación aumentó la inmunidad de la población de forma progresiva y evitó la propagación de la infección a comunidades vecinas.
Una de las principales amenazas para la salud humana del consumo de carne de jabalí es la triquinosis, una enfermedad que causan las larvas “Trichinella spiralis”, capaces de infectar a otras especies, incluidos los seres humanos. La infección se debe a la ingesta de carne cruda o poco cocinada contaminada. Igual que las personas, los animales pueden infectarse tras ingerir carne de otros animales que contenga triquinas. Es fundamental, por tanto, que las carnes de caza destinadas al consumo se sometan a una inspección veterinaria “post-mortem”, en especial a un control de triquinas. El riesgo en los jabalíes radica en el hecho de que estos animales viven en libertad y, por tanto, no se controlan sus condiciones zoosanitarias ni su alimentación. Una de las medidas que ayudan a eliminar el parásito es la cocción a temperaturas superiores a 70ºC y la congelación, que inactivan el parásito.