Uno de los objetivos en seguridad alimentaria es conseguir una menor cantidad de microorganismos y frenar el desarrollo de olores y sabores rancios. En el caso de la carne fresca, este reto cuenta con una nueva alternativa que acaba de presentar un grupo de expertos griegos. Según ésta, marinar el alimento con una salsa de soja o con un adobo de vino tinto reduce de forma considerable la carga microbiana, el tiempo de oxidación de las grasas y, por tanto, el deterioro.
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La técnica de marinar carnes, además de formar parte de numerosas recetas culinarias, puede llegar a tener una función conservadora y antimicrobiana. De acuerdo a los ingredientes utilizados, que pueden ser medios ácidos como el vinagre o el limón y algunas formas de vinagretas, se activa la capacidad para detener la formación de bacterias patógenas y el desarrollo de malos olores y sabores. Además de aromatizar y suavizar los platos, los marinados consiguen alargar la vida útil de la carne fresca. Esto se debe a la naturaleza ácida de las preparaciones, como la elaborada con salsa de soja o el adobo con vino tinto. Según una nueva investigación publicada en «Food Microbiology», la carne de res marinada con alguno de estos adobos actúa sobre la microflora y reduce el deterioro durante la fase de almacenamiento.
Conservación natural
Puesto que el crecimiento de bacterias patógenas y la oxidación de la carne son dos de las principales formas de deterioro, los resultados del estudio indican que el marinado con salsa de soja o vino tinto se puede convertir en una «solución eficaz y en un método de conservación natural» para desarrollar nuevos productos cárnicos con una vida útil más larga. No sólo es una opción para la industria alimentaria, que busca nuevas formas de conservación de alimentos, sino de satisfacer a un consumidor que demanda productos de calidad.El uso de ácido láctico en marinados con salsa de soja reduce el nivel de patógenos en carne fresca
Para conseguirlo, los expertos han recurrido a una solución elaborada con salsa de soja, con y sin ácido láctico, y otra con vino tinto, con y sin un 0,5% de aceites esenciales de orégano. Tanto en el caso de la salsa como en el del vino tinto se ha conseguido un descenso del nivel de patógenos, sobre todo, al utilizar ácido láctico y carne, a menudo se corta o se realizan en él cortes en crudo, una práctica que favorece el acceso al interior de las bacterias que contenga el alimento -si las tiene-.
Además, es preferible no dejar marinar en un recipiente de metal, ya que la mezcla de ácido podría reaccionar con este material. En su lugar, se puede utilizar plástico o vidrio y realizar este proceso a temperaturas de refrigeración (sobre 4ºC). Si han quedado restos de alimentos marinados, es recomendable no reutilizarlos ya que los adobos podrían contener los jugos de los alimentos crudos, que podrían estar contaminados con bacterias. Para el pescado, si se marina con limón, hay que utilizar piezas frescas.
Los sistemas habituales para eliminar o prevenir los microorganismos patógenos de los alimentos son la refrigeración, la reducción de la actividad de agua, la acidificación, la aplicación de tratamientos térmicos o los compuestos microbianos, como los aditivos. Pero fruto de la creciente demanda de productos más naturales, frescos y poco procesados, ha aumentado el interés por el desarrollo de antimicrobianos naturales procedentes de especias, hierbas y aceites esenciales. Algunos de los alimentos que se han aprovechado para este fin son el apio, el laurel, la albahaca, el puerro o el tomillo, cuyas propiedades antimicrobianas han demostrado ser eficaces contra bacterias como “B. cereus”, “E. coli“, “S. aureus” o “L. monocytogenes“.